En la destrucción y el lodazal en que el huracán Otto dejó envuelta a Upala la noche del 24 de noviembre, seguramente quedaron destruidas muchas sillas...sillas de casas, negocios... de madera, plástico o metal.
Entre los muebles llenos de barro estaba la silla de Adrián. La silla le hacía mucha falta al niño de nueve años y a su mamá, Francisca, que, sin ella, solo en brazos lo podía movilizar.
Aquella dificultad se alivió un poco cuando, dos días después, una policía vecina de Goicoechea, llegó a Upala para donarle la silla de ruedas, que su madre fallecida había dejado.
Adrián estuvo contento y su madre agradecida. Sin embargo, la silla era grande y había que sostenerlo con sábanas.
Un equipo de La Nación se trajo la vieja y querida silla del niño, para buscar en San José cómo arreglarla o comprarle una nueva, pero el precio y las características complicaban la misión.
Andrés Zamora, el Padre Mix de de Q’ Teja, hizo la consulta en su página de Facebook y no tuvo que esperar mucho para recibir respuesta de un empresario de nombre Joseph Froninzon, quien donó una silla nueva, a cambio únicamente, de oraciones por él y su familia.
El huracán les quitó muchas cosas, pero la solidaridad se las repuso, y así una nueva silla llegó hasta Upala para Adrián.