Cisternas alivian sed de 30.000 habitantes en Siquirres mientras AyA y Recope limpian afluente contaminado por ladrones de gasolina

Limonenses llevan una semana sin tomar agua de las tuberías y su mayor temor es por los niños

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Siquirres. Mientras el cisterna avanza por estrechas calles de poblados como Brooklin y el Quebrador de Siquirres, decenas de pequeños corren tras el vehículo con botellas, galones, pichingas, baldes y hasta ollas que luego cargan de regreso a sus casas, medio tambaleándose entre su peso y el del líquido que servirá para la preparación de alimentos y el consumo diario.

La escena se repite al menos dos veces al día en todos los barrios de los poblados de Siquirres, Pacuarito y las Indiana, donde más de 30.000 personas reciben agua en sus cañerías, pero no la pueden tomar debido a que ladrones de combustible provocaron la contaminación de la naciente de donde se abastece el acueducto que les da el servicio.

En total, derramaron 3.000 litros de combustible para aviación en la quebrada El Coco de Moravia de Siquirres.

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Aunque la vulneración del poliducto de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) se produjo el miércoles 3 de julio, fue la madrugada del martes 9, cuando los sistemas de Acueductos y Alcantarillados detectaron la presencia del hidrocarburo y activaron las alertas.

Desde entonces, los abonados de esas localidades pueden utilizar el líquido que llega a sus casas en labores domésticas y de aseo personal, pero no para tomar o preparar alimentos.

Tener líquido para lavar o bañarse, sumado al que reparte el AyA en ocho rutas de distribución, alivia las congojas en las viviendas, pero no el temor de las madres de niños pequeños, ante el riesgo de que por error o por costumbre beban agua del tubo y pongan en riesgo su salud.

Tatiana Alfaro, madre de un recién nacido, llegó a recoger agua del cisterna la mañana de este martes.

En su caso, además de llevar para cocinar y tomar, también pidió líquido para lavar la ropita de su bebé y bañarlo, pues por su corta edad es un riesgo que su piel entre en contacto con el agua, en la que según dijeron varios vecinos, aún se percibe un fuerte olor a gasolina.

En su casa mantienen las llaves de paso cerradas y solo las abren para bañarse o lavar ropa, pues teme que sus otros dos hijos pequeños vayan a ingerir el líquido.

“La verdad es que es una gran ayuda con los cisternas, con el agua que nos dan baño al bebé. Como entran dos veces al día, con eso nos ayudamos, con la que llega (por el tubo) lavamos y nos bañamos. La ropa sí queda un poco olorosa a diésel, pero no queda de otra”, añadió la mujer, vecina de Brooklin.

Al igual que ella, Ana Guzmán, agradeció la atención que han recibido durante la última semana, pues dijo que pueden recolectar del camión “lo que uno quiera”.

“Con los chiquitos sí hay que tener el cuidado de que no vayan a tomar agua del tubo, pero uno les pasa diciendo, porque todavía se siente (el olor a gasolina)”.

Escuela cerrada

Esa misma situación es la que mantiene cerrados los portones de la escuela Las Brisas de Reventazón.

De acuerdo con la directora, Karen Leandro, al no contar con un tanque de agua, les resulta imposible recibir a los 150 estudiantes matriculados, pues para evitar que consuman deberían cerrar las llaves. Sin embargo, sin agua suficiente para el aseo de baños y lavado de manos, también resulta un riesgo para la salud de los menores.

Este martes, ella y la encargada del comedor recogieron agua del camión con ollas y baldes, a fin de garantizar al menos para el miércoles la alimentación de los alumnos.

Sin embargo, enfatizó que hasta no contar con el tanque no podrán dar lecciones.

“Estamos tomando las medidas y coordinando con la Junta de Educación para garantizar la continuidad de las lecciones, se compraron bidones y se está coordinando con la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) para ver si nos pueden dotar de un tanque, porque no puedo usar el agua de las piletas.

“Tenemos protocolos para cerrar las llaves y que no ingrese agua a las cañerías, pero necesitamos el tanque que nos abastezca internamente, porque son muchos niños y es necesario para el aseo. Ahorita estamos en estado de emergencia”, dijo Leandro.

Para el comercio, la situación es un poco más compleja, porque los cisternas dan prioridad a los centros de salud, escuelas y los poblados.

Laura Madriz, quien trabaja en la soda La Católica, contó que para continuar brindando servicio, su patrona debe traer agua todos los días desde su casa, ubicada en Moravia de Siquirres, donde no llega contaminada.

Ese líquido lo utilizan para preparar los almuerzos y frescos naturales.

La presidenta del AyA, Yamileth Astorga, aseguró el lunes a La Nación que se mantienen en coordinación con CNE y comités locales, a fin de dotar a las escuelas de este tipo de recipientes.

Este miércoles, se espera que el AyA reciba los resultados de las pruebas de laboratorio realizadas en el lecho del río el sábado anterior.

Esas pruebas también permitirán conocer si la filtración de carburante penetró el suelo y cuánto.

Sin embargo, eso no es garantía de que el servicio se pueda restablecer pronto.

Durante una visita realizada el lunes, las autoridades notaron que aún hay presencia de combustible en la superficie y este sigue siendo arrastrado por las lluvias hasta la quebrada.

La presidenta del AyA hizo énfasis en que hasta no tener certeza de que el recurso que brindarán a los abonados es completamente seguro, no se levantará la alerta.

Mientras tanto, mantendrán la advertencia de que no es recomendable ingerir el agua que llega a las casas, aunque por el momento las autoridades de Salud de la zona no han recibido personas afectadas por esta causa.

Cerca del sitio donde se produjo el robo del producto Jet A-1, utilizado como combustible de avión, personal Recope realizó remociones en la capa superficial a fin de limpiar los restos que quedaron tras la sustracción. Sin embargo aún se percibe olor a combustible en el líquido que pasa a través de filtros colocados en la escorrentía que baja por la ladera hasta la quebrada.