Eugenia Cartín Barrios: ‘Todavía en la calle, cuando pasan en el carro, sacan la cabeza y me gritan TRA-BA-JAN-DO’

Traductora afectada por filtración de una conversación con personal de servicio al cliente de la empresa Tigo, habla en exclusiva sobre su vivencia al convertirse, sin querer, en figura pública

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Eugenia Cartín Barrios y la empresa Tigo llegaron en octubre a un acuerdo para cerrar una disputa de dos años y medio por la filtración de una conversación telefónica que ella sostuvo con personal de servicio al cliente de esa compañía, en 2017.

El convenio incluyó una promesa de silencio sobre el monto del arreglo.

Para Cartín, no obstante, las disputas legales siguen al quedar pendiente otro proceso contra la empresa Repretel. En marzo, un tribunal civil condenó a esa televisora a pagarle ¢70 millones a Cartín por vulnerar y lesionar su imagen mediante un personaje que la imitaba durante las transmisiones de fin y principio de año del 2017. El caso se halla en casación.

El 13 de diciembre, Cartín se sinceró sobre ambos casos, habló sobre cómo digiere su notoriedad pública no solicitada, qué opina de Tigo y quién le provee Internet porque, recalca, el acuerdo no la hizo millonaria y sigue trabajando.

–¿Cómo se ha sentido luego de concluir el proceso con Tigo?

–Como si se me hubiera quitado un peso de encima, como cuando un estudiante está como loco por un examen final muy pesado y entonces estudia y estudia, llega al examen, lo realiza y logra el resultado.

–Entre cansada y satisfecha...

– Así es. Mucha satisfacción y más bien terminó más rápido de lo que me esperaba.

–¿Cómo así?

– Creí que esto se iba a alargar muchos años más. Igual iba a sostener el pulso pero que haya sido antes es una alegría muy grande que terminó en santa paz y armonía.

–Sí. pero después de tremenda pugna...

–Hay que luchar hasta el final. No hay que dejarse vencer; hay que luchar y el respeto ante todo. Para mí , ese es todo. Que el hombre respete a la mujer y esta al hombre. Que las empresas respeten a los clientes y viceversa. Ser ético porque para llegar a un puesto alto no se debe pasar por encima de otra persona. Así no. Eso es como un robo y lo hace a uno sentirse menos.

–Usted es una adulta mayor arrastrada a una situación inédita y, sin embargo, logró defenderse ante una empresa poderosa en recursos. ¿A qué atribuiría que Eugenia venció a “Goliath”?

–Fue gracias a la ayuda de Dios y de un buen abogado porque sola no habría sido.

–¿Y quién la apoyó en más de dos años de disputa con Tigo?

–Primero, mi abogado Rodolfo Alvarado y mis empleados. Ya no tengo familia viva conmigo. Mis padres murieron hace años y mis hermanos viven en el exterior. Entonces mis empleados se han vuelto mi familia y me han apoyado cada día. Siempre he contado con ellos.

“También una familia amiga me apoyó mucho, dándome ánimos. Incluso mis excompañeras de colegio tienen enorme mérito. Yo no me gradué con ellas porque me había ido a estudiar a Estados Unidos, luego volví al país y todas habían hecho ya su vida, pero cuando todo esto pasó, se comunicaron conmigo, nos reunimos y me enviaron un tarjeta hermosa para apoyarme. Obviamente otras amistades también. Sí me he sentido acompañada y ahora agradecida”.

– ¿Y cuál diría que es su mayor reflexión con este capítulo?

–Tal vez tener más cuidado con lo que contesto. Desgraciadamente, me crié en una época en la cual a uno no le faltaban el respeto y menos a una mujer. Como adulta mayor considero que merezco, me quieran o no, les simpatice o no, un poco de respeto.

–¿Y sigue con Tigo?

–Si porque, para bien o para mal, Tigo es la mejor cablera que hay en Costa Rica hasta hoy. Es muy bueno el servicio aunque tiene sus fallas, pero todas las cableras tienen.

–¿Y cómo ha seguido el servicio después del caso?

–Debo decir que ha mejorado mucho, me tratan con muchísimo consideración: se apresuran a atenderme y me brindan todo bien.

– ¿Y usted, si se molesta porque algo sale mal, hace su ejercicio de contención antes de tomar el teléfono?

–Sí lo hago, pero ya son pocas llamadas. Excepto la semana pasada cuando llamé porque nada funcionaba, pero me explicaron que era un problema en todo el país. Llamé horas después a ver cómo iba el asunto, porque seguía sin conectarme. Entonces, me ofrecieron enviarme a primera hora del día siguiente unos técnicos a revisar el problema si no lograban arreglarlo ese día.

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–Y en sus lazos con otros proveedores de servicios o productos, ¿ha sentido algún cambio luego de su notoriedad con este caso?

–Me tratan normal, sin problemas serios alguien con alguien que venda algo o dé servicios. Algunos sí me han felicitado porque esto con Tigo ha sido enorme.

–¿Cómo evolucionó esa notoriedad en el trato de la gente?

–Siempre hay un poquito de todo: quienes apoyan incondicionalmente y ayudan, y gente que se burla. El otro día andaba en una actividad social y ambas cosas se mezclaron. Unos me saludaban y felicitaban y otros más bien decían ‘ahí viene la millonaria’ o ‘ahí anda la de los toros’. A esto no le doy importancia, pero sigue ahí. Prefiero no fregarme con esto porque eso está en todo lado. Si voy al supermercado, hay algunas burlas, si voy a otro lado, saludos amistosos. Siempre la mezcla.

–¿Y la gente todavía le dice a la cara “TRA-BA-JAN-DO”?

–Todavía en la calle cuando pasan en el carro sacan la cabeza y me gritan “TRA-BA-JAN-DO”, o cuchichean cuando una entra. “Mirá, mirá, ahí va la de Tigo” o “mirá, mirá, esa es la de los toros”. Al principio me molestaba, mucho pero ahora lo veo como algo que, aunque no me gusta, ya me acostumbré. Como cuando uno va en el carro y se va en un hueco. Ni modo. ¿Para qué enojarme si de todos modos nadie va a hacerme caso?

–Usted aún mantiene una demanda contra Repretel. El Tribunal ya falló a su favor pero la empresa acudió a casación a objetar el fallo ¿Qué opina de este caso?

–Lamentablemente Repretel no quiso de acatar la sentencia del Tribunal Civil que para mí fue clara y bien fundamentada. Tendrá sus motivos. A lo mejor lo hace a ver si alargando el proceso, me arrepiento, y después decir “ganamos”.

–¿Y se arrepiente?

–No, jamás. Mientras tenga uso de razón aquí la seguiré luchando.

–¿Y por qué cree valioso tener este tipo de luchas como les dice usted?

–Porque quiero sentar un precedente. Aunque sea una mujer adulta mayor, el respeto es importante. La propia honra. La gente va y dice, “es una vieja; una loca”. Antes al adulto mayor se le respetaba, era otra época. Lo que pasó con Tigo y Repretel fue grave. En un caso se filtró una conversación que nunca debió filtrarse y, en el otro, se creó un personaje llamado “doña Genia” que me desfigura y lesiona mi imagen a partir de un hecho sobre el cual incluso ya existía un proceso legal.

–¿Es un ejercicio de resistencia?

–Creo que como mujer y persona crecí en una época donde había mucho respeto y cuidado de las formas en el trato. Fuera una mujer rica o pobre, niña o mayor, era un trato distinto. Ya eso desapareció, más bien si se puede, empujan a la mujer. Entonces todo esto es un principio, como es rescatar el valor del respeto, el cual, para mí, debería volverse a dar como en el pasado.

–¿Cómo cree que se le recordará luego de todo esto?

–Eso se verá a largo plazo. Nada cambia de la noche a la mañana pero, quizás, como alguien que tuvo la osadía de enfrentarse a estos monstruos.

¿Sigue con su trabajo de traducción?

–Sí, de otro modo no podría seguir. Este asunto de Tigo, en verdad me ayudó a resolver deudas, pero requiero seguir mi profesión. Además, a mí me gusta. Para mí el trabajo es lo más importante. Si alguien me dice que algo le urge, me quedo hasta la madrugada hasta cumplirlo. Esto de Tigo y Repretel fue un punto y aparte, porque la vida sigue.

–¿Cómo han influido estos casos en su trabajo?

–Me han afectado muchísimo. Al inicio fue tremendo porque tenía una buena cantidad de clientela. Cuando esto arrancó, empezaron a irse poco a poco. Siempre seguí buscando nuevos y algunos empiezan a volver; a probar. Hay quienes parecen querer volver, pero de nuevo empieza el proceso de ver si el trabajo es cumplido, si es bueno, etcétera.

–¿Y ha recuperado algún nivel de calma?

–Tranquila no estoy porque todavía hay mucha burla y si me ve alguien en la calle soy objeto de atención. Yo no soy una figura pública, nunca lo he pretendido y tampoco lo deseo.

–¿Sería ese su final feliz; el anonimato?

–Sería lograr mi objetivo, volver a la normalidad. Pienso que mi caso muestra que, si una empresa se ve obligada a pagarle a alguien por algo como esto, en el futuro esa empresa y otras serán más cautelosos en el manejo de la información de los clientes.

–¿Y se siente satisfecha ya?

Estoy a mitad del camino. Se logró un acuerdo con una empresa monstruosa por lo poderosa, pero seguimos luchando con otra que resultó más rebelde y peleadora. Estoy intranquila porque siento que en cualquier momento vuelven a sacar el personaje de “doña Genia” y eso a mí no me da risa. Me molesta.

–¿Cómo la cambió esta experiencia?

–Me ha cambiado en el sentido de que ahora ando más a la defensiva. Cuando alguien se me acerca estoy más alerta, porque a veces me abordan personas y no sé qué va a pasar, especialmente porque lo de Repretel está en proceso. Salgo como siempre a la calle, pero ando más intranquila. Claro que esto también me ha hecho reconectar con personas a quienes tenía tiempo de no ver pero, de haber sido posible, preferiría no haber salido a la luz pública.