Empresario denuncia a sacerdote costarricense por presunta violación hace 36 años

Este jueves inició una cumbre en el Vaticano sobre abusos sexuales y violaciones y encubrimientos de esos delitos en la Iglesia católica

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Solo, en un sillón, la ansiedad lo invadió minutos antes de denunciar ante los medios de comunicación que el sacerdote Hernán Castillo Huertas lo abusó y lo violó durante su adolescencia.

Una mezcla de emociones eran visibles en su cara, en sus expresiones físicas y en su tono de voz, Arnoldo Villalta, un empresario de 53 años, empezó a contar su caso dando a conocer que los hechos ocurrieron hace 36 años, en la iglesia de La Soledad, en San José.

Según cuenta el hombre, su familia tenía una floristería cerca del templo, negocio al cual acudía el sacerdote con mucha frecuencia. En poco tiempo, el cura se habría ganado su confianza y la de su familia, a tal punto de que pronto llegaron las invitaciones a comer, luego los tocamientos, abusos y hasta penetraciones.

En ese entonces, según Villalta, él tenía 17 años. “Mentalmente yo era un niño, era muy inocente. Los tiempos han cambiado, no es como ahora que uno tiene acceso a la pornografía en cualquier lado”, dijo el hombre.

Aunque intentó realizar una denuncia penal contra el cura, su caso ya había prescrito muchos años atrás. Por ello acudió al derecho canónico, con el fin de elevar una queja all Vaticano en 2017. Desde entonces, según denuncia el hombre, la Iglesia católica no ha dado proceder a su denuncia y hasta este jueves lo llamaron a que ofreciera su testimonio.

“En un solo encuentro que he tenido con el arzobispo José Rafael Quirós, me preguntó que si yo no pude haber evadido la violación. Yo exijo su renuncia. No es fácil para mí tener tantas cámaras al frente para contar esto”, dijo el hombre.

La Iglesia católica confirmó dos denuncias contra el padre Castillo Huertas, hoy de 85 años; no obstante, las autoridades religiosas aseguran que no se le impondría mayor castigo, pues el sacerdote ya no ejerce.

“Él solo actúa con cierta normalidad en cortos periodos de tiempo, se frustra mucho cuando no logra recordar alguna cosa. Además la solución máxima de la Iglesia es la expulsión y él ya no ejerce, porque no puede”, aseguró el canciller de la curia, Rafael Ángel Sandí.

En un análisis psicológico del sacerdote, quien vive en el hogar de ancianos San Pedro Claver, en Pavas, la especialista María Angélica Ricaurte, asegura que el cura “posee memoria a largo plazo y corta de acuerdo a sus intereses”; no obstante, “presenta deterioro cognitivo serio”.

“Yo siento que más allá de establecer la verdad de que no se les ha atendido, el asunto está en aprovecharse para guindarse de otras informaciones que ha habido, para dañar la honorabilidad de las autoridades eclesiásticas”, dijo Sandí.

¿Por qué no denunció antes?

Arnoldo Villalta se sintió agobiado tras dar declaraciones a la prensa y aseguró que no fue un día sencillo para él.

Después de asistir a la curia metropolitana a declarar, el hombre llegó al Centro Amigos para la Paz en San José como un desconocido más, pero su comportamiento adelantaba lo que pronto contaría públicamente.

“Esto me cambió la vida para siempre. He perdido dos matrimonios, no he tenido una vida buena. Esto es algo muy duro para uno, pararse al frente de todos ustedes (periodistas, camarógrafos y fotógrafos y decirlo”, dijo el hombre.

Aseguró que no presentó la denuncia en su momento por “vergüenza” de la familia, de padre machista y madre creyente. Esta fue la principal razón que le impidió denunciar los hechos en su momento, pero ahora que ambos ya no están, cree que debe iniciar esta lucha para encontrar la paz.

“Por vergüenza, por el ser marcado, por ser tachado de homosexual, o que me gustaba... esperé a que mi madre falleciera porque ella nunca me lo hubiera permitido en la vida”, dijo el hombre.

A la conferencia de prensa estaba convocado otro hombre quien también denunciaría públicamente otro presunto abuso del mismo sacerdote; empero, canceló su participación.

Arnoldo Villalta reveló que la otra víctima, a quien conoció unos pocos años, tiene familia pero no le ha contado a su esposa ni a sus hijos lo sucedido hace casi cuatro décadas, por lo que de última hora evitó asistir.

El empresario, junto a otras supuestas víctimas sexuales de sacerdotes en Costa Rica, convocaron a una manifestación al frente de la curia metropolitana este jueves a las 6 p. m.

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Situación mundial

Las declaraciones de las presuntas víctimas surgen en el marco del inicio de la cumbre que se desarrolla en el Vaticano, sobre violaciones y encubrimientos de esos delitos en la Iglesia católica. En esta convocatoria participa el papa Francisco.

El pasado martes, el Juzgado Penal de Desamparados giró una orden de captura internacional contra el sacerdote Mauricio Víquez Lizano, a quien se le sigue un proceso penal por el delito de violación en perjuicio de un menor de edad.

Por el momento se desconoce el año y el lugar en el cual se cometió el supuesto hecho delictivo, pero trascendió que la acción podría prescribir a finales de setiembre próximo.

Lo anterior porque la víctima cumplió 18 años en setiembre del 2009 y la acción penal para casos de violación en perjuicio de menores, vence 10 años después de que la persona afectada adquiera la mayoría de edad.

De acuerdo con la Dirección General de Migración y Extranjería, Mauricio Víquez salió del país el pasado 7 de enero y hasta ahora no registra su regreso a suelo nacional.

Contra el padre Víquez también pesan nueve denuncias bajo el derecho canónico, en el Vaticano, que podrían provocar que se le revoquen sus credenciales como sacerdote de forma definitiva.

Otras dos presuntas víctimas del cura, cuyos casos vencieron, elevaron una queja canónica contra el arzobispo José Rafael Quirós Quirós, y su antecesor monseñor Hugo Barrantes Ureña, por presuntamente encubrir los supuestos delitos de Víquez.

Una relación de hechos presentada a La Nación por la curia metropolitana, reveló que la Iglesia conocía de un supuesto caso de violación contra un menor de edad desde 2003, no obstante, fue hasta 2018 que las autoridades eclesiásticas suspendieron del ejercicio sacerdotal al padre Víquez.