En algún momento temieron de que su negocio, con 28 años de funcionar en las cercanías de la Clínica Bíblica, en San José, no sobreviviría a los embates económicos de la pandemia.
Como nunca antes, la emergencia sanitaria puso en peligro la subsistencia de la Repostería Fina Lorena, conocida por sus empanaditas de pollo y sus casados.
Esta sodita, propiedad de Tomás Echeverría, de 67 años, y de su esposa Ana Lorena García, de 60, era un punto fijo para muchos empleados de Gobierno y de cooperativas radicadas en esa zona de la capital.
De repente, el virus encerró en sus casas a la mayoría de los clientes.
Incluso hoy, más de 15 meses después del comienzo de la emergencia sanitaria, muchos de sus comensales no regresan a sus trabajos, o lo hacen, pero en horarios reducidos.
Repostería Fina Lorena ha sobrevivido todo este tiempo a la crisis, pero con algunas cicatrices, como tantos otros negocios. Este comercio, por ejemplo, tuvo que prescindir de dos trabajadoras ocasionales.
Muchas de las labores que ellas hacían fueron asumidas por sus dueños, a quienes se les ve horas de más atendiendo el negocio, con el propósito de mantenerlo a flote.
Sus ingresos también se han visto reducidos, por eso, no les queda otra opción que ajustarse la faja y reducir al máximo posible sus gastos.
“Durante los primeros cinco meses tuvimos que cerrar tres semanas, que fue el momento de choque. Luego empezamos con aquellas ideas de ‘no, son tres meses’, ‘que no, que son seis meses’, ‘que en Navidad se acaba’. Pensamos que todo iba a ser normal, pero bueno, ya llevamos todo este tiempo y acá estamos.
“A puros inventos hemos logrado mantenernos, con la ayuda especialmente del dueño del local, que es quien nos ha tendido la mano muy gentilmente. Y después, que mi esposa y yo hemos tratado de hacer más de lo que hacíamos antes para evitar tener que cerrar”, afirmó don Tomás.
Este matrimonio asegura que su negocio hoy es mucho más eficiente que antes de la pandemia. Según don Tomás, ese es uno de los secretos por los cuales han logrado sostenerse en medio de la crisis.
Por ejemplo, ahora hornean una sola vez al día para ahorrar electricidad, antes lo hacían hasta dos o tres veces.
Asimismo, la pareja aseguró que ha logrado identificar las fortalezas de su negocio y las necesidades de los nuevos clientes. Al tiempo que han tenido que modernizarse con las redes sociales para llegar a más personas.
Entre otras cosas, también tuvieron que ampliar su servicio de entrega a domicilio, perfeccionaron el uso de Sinpe Móvil y ahora hasta ingresarán a una plataforma de delivery.
“Uno ha aprendido a vivir con la pandemia. Desde el punto de vista comercial uno ha tenido que reinventarse, ha tenido que buscar otros canales de ventas y tratar de que el cliente que viene por aquí no se nos vaya.
“No puedo decir que mando (por domicilio) una botellita de agua, pero sí hago el esfuerzo de mandarle a una persona que me pide un café y una empanadita, o un refresco y cuatro reposterías. Antes, yo me daba el lujo de decir ‘no, solamente mando de un almuerzo en adelante’, ahora no, porque esa empanadita con un fresquito al final del día va a sumar.
“Esto ha sido trabajar un poquito más y ser mucho más eficientes”, afirmó el comerciante.