A partir de ahora, Alexandra Quirós Castillo y Daritza Araya Arguedas son dos madres legalmente reconocidas en Costa Rica.
Este jueves comenzaron su día con una noticia que llevaban esperando desde hace meses: el Registro Civil del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) les dio la razón respecto al reconocimiento jurídico de su hija Kala.
El pasado 26 de mayo ellas se convirtieron en la primera pareja del mismo sexo en casarse civilmente en el país, tras la entrada en vigor del matrimonio igualitario.
Pero antes de este logro, ya habían dado un paso gigante en su relación, cuando el 14 de octubre de 2019 asumieron el papel de mamás.
Desde esa fecha, su principal prioridad fue trabajar para que Kala tuviera la mejor crianza posible y que fueran garantizados sus derechos filiatorios en igualdad de condiciones.
Por esto, realizaron una solicitud de rectificación del asiento de nacimiento de su hija, con el fin de que apareciera registrada con los apellidos de ambas.
Las madres comentaron anteriormente a La Nación que enfrentaron ciertas trabas legales durante el proceso de reconocimiento de la menor.
“La forma en la que estableció el TSE el reconocimiento para un caso como el nuestro, que tenemos una hija antes del matrimonio, es que debía ser mediante adopción, pero una pareja de mujeres en nuestra misma condición presentó alegatos y resolvieron a favor de ellas. Nosotros fuimos en la misma línea.
“Ellas pudieron ir a registrar a su hija con los apellidos de ambas sin ningún inconveniente. Porque antes decían que para ir a reconocerla debía presentarse un registro médico de la forma en la que fue gestada la bebé, pero ellas alegaron que eso es discriminatorio y además viola el derecho a la intimidad”, relató Araya.
Sobre el caso de Daritza y Alexandra, el Tribunal indicó que cuando exista un matrimonio entre dos mujeres y una de estas dé a luz, por regla de principio, puede aplicarse una presunción legal para asignar la comaternidad.
“El Código de Familia señala que, ante la inseminación artificial en la que el material genético la aporte un tercero (como lo sería, previsiblemente, en el caso de matrimonios entre dos mujeres), si las personas cónyuges están de acuerdo con la aplicación de la técnica, entonces ese tercero no tiene derechos de filiación sobre el neonato (artículo 72). Así las cosas, en el supuesto antes descrito, sería dable aplicar la presunción y, consecuentemente, asentar registralmente la comaternidad”, precisó el TSE.
Las mamás celebraron este fallo con mucha alegría, ya que desde un inicio, aseguran que tuvieron complicaciones que no le ocurren a las parejas heterosexuales.
De hecho, Araya considera que las instituciones públicas no estaban suficientemente preparadas cuando entró en vigor el matrimonio igualitario y que apenas han ido sobre la marcha, en carreras, haciendo cambios.
Por su parte, Quirós agradeció a todas las personas que las ayudaron en este proceso, especialmente a Ana Castro Calzada, la notaria que oficio su boda y quien siempre pasa pendiente asesorándolas y ayudándolas.
“Muchas veces temí que este momento no llegara, temí que no me vieran y respetaran como madre, el desamparo legal, que ante un percance no tuviera la potestad legal de actuar, etc.
“Este reconocimiento representa tantas cosas, tengo una hija, ya no solamente por el vínculo, porque ella sabe y siente que soy su madre, al igual que yo no tengo la menor duda de que ella es mi hija, sino también porque ahora legalmente lo soy”, publicó Quirós en su cuenta de Facebook.
Compromisos como madres
El matrimonio de estas mujeres marcó el inicio de una Costa Rica más consciente con los derechos humanos. Desde ese momento, un total de 457 parejas del mismo sexo se han casado en el país.
El TSE indicó que otras 21 parejas se encuentran en proceso de inscripción y que, del total de estos matrimonios, 409 se efectuaron en territorio nacional y 69 en el extranjero.
Daritza y Alexandra manifestaron que desde un inicio se propusieron educar a Kala y prepararla para cualquier eventualidad que pueda vivir durante su crecimiento.
Ambas anhelan que su hija crezca en un país libre y lleno de respeto. Que cuando la matriculen en una escuela no sea discriminada por tener dos madres y que las personas no la hagan sentir menos por su tipo de familia.
“Yo quisiera que haya un cambio social importante para que una ni siquiera tenga que explicarle a ella que tiene dos mamás. Que la diversidad en las familias sea algo natural, aceptado y respetado principalmente. Eso es lo que más deseamos, pero sabemos que el cambio será lento y que tal vez Kala llegue a su adolescencia antes de que eso suceda, entonces la idea es que ella esté preparada para adaptarse y no esperar que el país esté adaptado para la crianza de ella”, argumentó Araya.
Estas madres han luchado contracorriente durante una buena parte de su vida, pero nunca se han rendido y cada vez apuestan por más.
Ya tienen planeado tener otro hijo y constantemente ayudan a otras parejas que les piden consejos sobre maternidad y procesos de matrimonio.
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