Al menos 7.100 animales silvestres murieron electrocutados en tendido eléctrico en último año

Minae lanza guía con análisis del problema y mejores prácticas técnicas para disminuir impacto a fauna, y afectaciones económicas a empresas

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Cientos de perezosos, monos, zorros y martillas murieron en el último año por contactos con cables de alta tensión del tendido eléctrico.

Fueron 7.154 los animales silvestres que fallecieron en esas circunstancias según el primer conteo oficial en Costa Rica sobre esta mortal interacción entre fauna y actividad humana.

Conforme se expanden actividades económicas y zonas residenciales, también lo hacen las redes de cableado eléctrico que invaden o fragmentan parches silvestres de vegetación donde viven animales.

Es entonces cuando la fauna silvestre empieza a utilizar el tendido para perchar, anidar y descansar (aves) o como medio de paso entre áreas boscosas (especies arborícolas o trepadoras); con más mortalidad durante sus fases migratorias.

De junio del 2019 a junio pasado, se electrocutaron 7.154 animales. Fueron principalmente mamíferos (3.401), seguidos de aves (2.827) y reptiles (438), de acuerdo con los registros del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Las cifras se revelan en la última edición de la Guía para la prevención y mitigación de la electrocución de fauna silvestre por tendidos eléctricos en Costa Rica.

El documento pretende evidenciar la gravedad del fenómeno y brindarle orientación técnica a actores en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), de las mejoras prácticas existentes para mitigar el problema.

La Guía alerta que la situación podría ser peor, pues la estadística del último año estaría subestimada ya que, según admiten Minae y Sinac, no todas las empresas distribuidoras de energía registran los incidentes.

De los datos conocidos, la ardilla roja de cola tupida (Sciurus spp) es el género más afectado, con 993 muertes; le siguen los monos de varias especies protegidas por legislación nacional, con 947 decesos.

Hay además 463 martillas (Potos flavus) y 260 perezosos de las especies Bradypus y Choloepus. En aves, los más afectados son zanates (724) y palomas (627). A ellos se suman poco más de 400 reptiles entre iguanas y serpientes.

Impacto económico

El documento revela que las electrocuciones también provocan algún impacto económico por interrupciones en el servicio, al ser frecuente la pérdida de equipos completos o componentes del sistema de distribución.

A la situación se agrega que, en zonas comerciales, industriales o agrícolas con plantas de procesamiento, el costo económico de la caída del servicio y la espera por su restitución suponen otro rubro económico no contabilizado.

Por ejemplo, la Cooperativa de Electrificación Rural de San Carlos (Coopelesca), estima que 15% de sus averías resultan de estas electrocuciones, razón por la cual han instalado pasos aéreos para fauna en sitios de riesgo, así como nidos artificiales a base de materiales reutilizados para que las aves empollen seguras en las subestaciones; en particular las llamadas “pecho amarillo” (Pitangus sulphuratus).

La cooperativa y el resto de distribuidoras incluyen en sus labores rutinarias, la instalación regular de dispositivos antiescalamiento en postes y anclas de estos, debido a animales trepadores como martillas, iguanas, ardillas, perezosos y zorros, revela la Guía.

En el caso de la Cooperativa de Electrificación Rural de Guanacaste (Coopeguanacaste), esta registró el año pasado 658 averías ligadas a monos, aves, garrobos y comadrejas.

Como esta situación es reiterada, del 2010 al 2019 han colocado 440 puentes para monos en toda la península de Nicoya e instalación de más cable semiaislado (para evitar descargas) en todos los pasos de quebrada, ríos y zonas de alto tránsito de animales.

También los gastos en atención de animales electrocutados son cuantiosos para centros de rescate y organizaciones sin fines de lucro que apoyan al Estado en esa labor, añade el análisis.

Se estima que el gasto de estas organizaciones va de $1.000 a $10.000 al mes, según la cantidad de animales recibidos y complejidad de sus lesiones. Hay centros de rescate en el Área de Conservación Tempisque, del Sinac, que gastan hasta $200.000 al año en cuidados.

Mejoras

La Guía confirma esfuerzos sostenidos para evitar las electrocuciones de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH), la Junta Administrativa de Servicios Eléctricos de Cartago (Jasec) y otras distribuidoras.

No obstante, advierte de la necesidad de afinar la atención, por lo cual, aparte de un análisis con datos del problema, aporta lineamientos técnicos del impacto ambiental sobre electrocución de fauna silvestre, dirigidos a proyectos nuevos de electrificación y el sector eléctrico en general.

Describe, por ejemplo, las principales medidas para prevenir y mitigar las electrocuciones hasta ahora aplicadas en Costa Rica y ejemplos de protocolos de monitoreo, detección y atención de animales afectados.

La guía ambiental se dirige a instituciones públicas, empresas de electrificación y cooperativas que generan, distribuyen o se alimentan de energía eléctrica y que mantienen líneas de alimentación o distribución.

También a tomadores de decisión en estas instancias, así como a gestores ambientales, regentes ambientales, responsables ambientales y, en particular, a la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena), como ente regulador de la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA).