Con esa frase resumió Ivette Acosta, directora del liceo de esa comunidad de Alajuela, lo que enfrentan todos los días los 269 alumnos por la falta de instalaciones adecuadas.
Ese colegio, fundado hace seis años, funciona en aulas improvisadas en un salón comunal.
No obstante, las débiles paredes no frenan el ruido y la falta de cielorraso provoca que los aguaceros se escuchen con mayor fuerza y que el calor de Alajuela azote con más intensidad.
“Queremos brindar una educación de calidad, que los alumnos tengan la oportunidad de recibir sus lecciones sin interrupciones por el ruido, el calor y la lluvia”, dijo la funcionaria.
Este centro educativo está en la lista de liceos beneficiados con un fideicomiso.
Comprar el terreno, construir y equipar el colegio costará unos ¢1.071 millones, según estimaciones del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Esta obra la añora María Elena Martínez Dávila, quien cursa undécimo año.
“Es un galerón donde recibimos lecciones; aquí no existe un parque recreativo, sino un montón de piedras que usamos de asiento. Desde hace seis años esta comunidad educativa ha luchado contra el ruido, calor y muchas adversidades”, declaró.