Segundo año pandémico tiene al borde del abismo a decenas de hogares de ancianos

Organizaciones que velan por esta población temen que se agudice la crisis en centros que atienden a cerca de 18.000 adultos mayores en el país

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En el Hogar Banquete Celestial, en Santa Bárbara de Heredia, apenas se están reponiendo del primer brote de covid-19 que los afectó entre noviembre y diciembre pasados, y los dejó sin seis de sus adultos mayores, quienes murieron por causas relacionadas con esta enfermedad.

Mientras intentan sostener la atención de otros 35 que sobrevivieron al contagio, el hogar encara una deuda acumulada durante el primer año pandémico de ¢13 millones por la compra de equipos de protección personal y desinfectantes para hacer frente a la pandemia.

El 2020 no fue fácil y este año tampoco pinta muy bien, afirma David Camacho Salazar, administrador de este centro que atiende a adultos mayores en condición de pobreza.

“Venimos acumulando todo lo que se vivió el año pasado con la pandemia, pues tuvimos que hacer frente a un crecimiento de los gastos de hasta un 50% con un presupuesto ordinario planeado para un escenario sin pandemia, y con reducciones en nuestras fuentes de financiamiento por la misma causa.

“A nivel económico, le mentiría si digo que estamos bien. Estamos complicados. Es un futuro alarmante para los adultos. En el caso nuestro, esperamos no cerrar”, dijo Camacho.

Ese “futuro alarmante” al cual se refiere el administrador, está relacionado con varias amenazas a la situación financiera que no solo afectan a los 35 residentes de este hogar.

La sombra también cae sobre unos 18.000 adultos mayores que son atendidos en otros 75 hogares de larga estancia, 56 centros diurnos, 15 albergues y la Red de Cuido responsable de atender a los más pobres y vulnerables dentro de este grupo de edad.

La primera amenaza es, por supuesto, la crisis económica desencadenada con la pandemia. Las otras provienen directamente de esta emergencia sanitaria, o se relacionan con recortes sustanciales en los recursos de varias fuentes de financiamiento.

El inicio del segundo año pandémico, llega con el temor de un eventual recorte en los ingresos que llegan de la lotería que administra la Junta de Protección Social (JPS). Las organizaciones estimaron que la baja podría ser cercana al 40%.

Las utilidades generadas por la lotería son la fuente de entre un 60% y un 80% de los recursos con los que se sostienen centros como el de Santa Bárbara de Heredia. Aquí, ¢200 millones de los ¢300 millones anuales que requieren para funcionar provienen de la lotería.

Ya el primer año de pandemia les causó un fuerte impacto en sus arcas. Aunque inicialmente se tenía previsto que la Junta distribuyera ¢33.476 millones entre estos centros y otros que también atienden población vulnerable, la baja en las ventas provocó que el monto a distribuir cayera a ¢26.672 millones.

Las proyecciones de ingresos y utilidades para este 2021 son menores, pues ya está incluida la variable “pandemia”.

Se calcula que las utilidades este nuevo año rondarán los ¢29.000 millones, pues ya no se cuenta con los fondos que se manejaban en inversiones, por ejemplo.

“Son dineros que no están y esto baja un poco las utilidades. La Junta buscará mecanismos para tener ingresos frescos de alguna otra forma”, dijo Esmeralda Britton, presidenta ejecutiva de la entidad.

La preocupación por lo que pueda pasar este año la confirman hogares consultados por La Nación y dos de las organizaciones más importantes que soportan el cuido de adultos mayores en el país: el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), y la Federación Cruzada Nacional de Protección al Anciano (Fecrunapa).

Al borde del límite

En el hogar de Santa Bárbara calculan que, con suerte, este año quizá llegarán ¢80 millones de los ¢200 millones que recibían de la JPS antes de la pandemia.

Todavía no tienen idea de cómo pagarán la deuda creciente por la compra de equipo de protección para quienes cuidan a los adultos mayores y para los residentes del hogar, y todo lo que necesitan para garantizar la limpieza y desinfección de las instalaciones.

Los aportes del Conapam son importantes, pero apenas les permiten cubrir las necesidades de atención de seis de los 35 residentes actuales del centro.

“Hemos tratado de no mermar la calidad de la atención. Bajamos en otras cosas. En pañales, que antes se compraba un poco más para tener un colchón; ahora se compran ‘tallados’. En alimentación se adquiere menos, intentando mantener la misma calidad de dieta.

“Se ha hecho el esfuerzo grande de mantener el mismo personal, sin despidos, para no afectar la atención. El año pasado, tuvimos dos o tres meses con reducción de jornada, pero el personal se puso la camiseta y regaló mucho de su tiempo”, relató David Camacho, administrador del Hogar Banquete Celestial.

Mas lo cierto es que el riesgo de reducir la cobertura y calidad del servicio para los adultos mayores se incrementa, tanto para ese centro como para otros en todo el país.

La consecuencia temida, si esto se llega a dar, es que aumente la mortalidad y morbilidad entre sus residentes, especialmente por la covid-19.

En Banquete Celestial y en otros centros todavía no han recibido la vacuna, y lo que les han dicho en el Área de Salud es que sería hasta marzo o abril.

Hasta el 2 de febrero, 99 adultos mayores residentes en hogares de larga estancia habían muerto por causas relacionadas con esa enfermedad, según el más reciente informe del Conapam, remitido al Ministerio de Salud.

La presidenta ejecutiva de la JPS, Esmeralda Britton, confirmó que conocen la preocupación de los centros. Informó de que tiene a un equipo trabajando en precisar las proyecciones de montos a distribuir, entre otros aspectos.

Buscando ‘aire financiero’

En el Hogar Betania, los 22 residentes han logrado sortear hasta ahora la covid-19. Ahí, solo un adulto mayor contrajo el coronavirus durante un internamiento en el Hospital Escalante Pradilla, en Pérez Zeledón. Este residente se recuperó sin mayores secuelas.

Ruth María Rodríguez, presidenta de la Junta Directiva de ese hogar, confirmó que hasta ahora han contado con un soporte comunal importante para garantizar la atención de estos adultos mayores, todos en condición de abandono, entre los 65 y 95 años.

“No sé cuánto tiempo más lograremos sostener el hogar. Vamos a acudir a la Municipalidad. La comunidad valora mucho este proyecto y tengo esperanza de que no nos va a dejar solos”, afirma Rodríguez.

El Hogar Betania funciona con un presupuesto anual de ¢200 millones. La pandemia les ha impedido aumentar su capacidad para atender a más personas abandonadas. La lista en espera es de unas diez personas.

La directora ejecutiva de Conapam, Emiliana Rivera, confirmó a La Nación que para este año, los dineros recibidos del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf) son los mismos ¢15.995 millones asignados el inicio del 2020, cuando ni siquiera se sabía qué era el SARS-CoV-2.

“Con eso, uno diría que no habría ninguna afectación, pero, ¿qué pasa con el incremento en el costo de la vida y el efecto de la pandemia en la operación de los hogares? Los fondos no variaron, pero hay menos capacidad económica para dar la atención que estas personas necesitan.

“Tampoco se podrá incrementar la cobertura a otros adultos mayores en lista de espera para ingresar a estos hogares”, advirtió Rivera.

Adicionalmente, comentó la funcionaria, los dineros que provienen de la ley de cigarrillos y licores decrecieron en casi ¢800 millones. “Teníamos un presupuesto asignado para 2021 de ¢3.166 millones, y quedó en ¢2.396 millones”, informó.

Álvaro Román Morales, director ejecutivo de Fecrunapa, confirmó el riesgo que existe de comenzar a reducir la capacidad y la calidad de la atención debido a los recortes presupuestarios que se arrastran desde el 2020.

Daniel Solís Alfaro, trabajador social de esa Federación, asegura que las organizaciones a cargo de estos centros han hecho hasta lo imposible para evitar una tragedia sanitaria mayor entre los residentes de estos hogares de larga estancia. Pero advirtió que están llegando a un límite.

“Han comprado equipos de protección, siguen sustituyendo a personal que se enferma para no paralizar la atención de los residentes, todos ellos han hecho su parte, pero sin dinero estas organizaciones en algún momento van a flaquear.

“Hay unas que han podido apaciguar el tema presupuestario con iniciativas comunales, pero otras que en este momento están con un brazo adelante y otro atrás, sin dinero suficiente y con los despidos masivos de personal de cuido a la vuelta de la esquina”, dijo Solís.

La Nación consultó al segundo vicepresidente Marvin Rodríguez, responsable en Presidencia de todo lo relacionado con el tema de adultos mayores.

Rodríguez reconoció que el 2020 fue un año atípico y generó muchas dificultades que se arrastran en el 2021.

“Vamos a tener esa situación difícil. El año pasado, a pesar de esas dificultades, garantizamos los recursos para Conapam y a través de este a las organizaciones de bien social. Eso no fue fácil, pero pudimos garantizar los recursos”, dijo.

El vicepresidente dijo estar claro en que este año no será fácil, pero insistió en que hay un compromiso del Ejecutivo.

“El compromiso es no dejar a nadie rezagado, mucho menos a las poblaciones vulnerables. Los recursos los vamos a asegurar. Vamos a tener limitaciones presupuestarias, sí, no puedo decir lo contrario.

“Ahí tendremos que echar mano a la creatividad, pero sobre todo al compromiso social que tenemos como gobierno. Lo digo con esa contundencia”, afirmó el funcionario.