El viernes 15 de junio comenzó a llover después del mediodía con la intensidad que siempre se espera después de una calurosa y soleada mañana de invierno.
En el centro de la capital, el aguacero fue intenso y de corta duración.
Mientras el cielo se desgajaba en agua, en el interior del Hospital Nacional de Niños decenas de operarios, médicos, enfermeras e ingenieros estaban a la expectativa de lo que pudiera suceder.
Para alegría y satisfacción de todos, nada sucedió. Lo único que pasó fue el aguacero, sin dejar rastro de destrucción en el área de ese hospital que ha solido inundarse en los últimos tres años.
Un megatapón de concreto, construido por operarios del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) frenó el avance de las aguas hacia el servicio de Nutrición, las bodegas donde se guardan los medicamentos, el foso con el sistema electromecánico de los ascensores, y los búnkers donde están instalados un angiógrafo y un tomógrafo.
"Se pasó la prueba", comentó a La Nación dos semanas después del aguacero la directora médica de ese hospital, Olga Arguedas Arguedas.
Según contó Arguedas, tras los daños causados por las lluvias durante el 2017, este centro de salud se dio a la tarea de buscar una solución pronta para reducir el nivel de riesgo de una zona considerada "álgida" dentro de la estructura hospitalaria.
Con ayuda y asesoría de la Gerencia de Infraestructura y Tecnología, contactaron al ICE y firmaron con ellos un contrato de ¢200 millones que les permitió, en menos de un año, levantar las obras para mitigar los efectos de posibles inundaciones.
Una de ellas, un megatapón de concreto, de dos metros de alto por dos de ancho, que separa la quebrada Lantisco del edificio hospitalario.
Esa quebrada, prácticamente convertida en túnel para el paso de las aguas, ya no da abasto, y es la responsable de inundar frecuentemente el paseo Colón y los edificios circundantes; entre ellos, el centro pediátrico de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
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Las consecuencias inmediatas se pueden ver en las imágenes de esa transitada vía capitalina completamente anegada con cada aguacero.
Reducir el riesgo
La primera emergencia grande con esta acequia de la que se tiene memoria ocurrió en setiembre de 1992.
En ese entonces, la inundación afectó el antiguo parqueo del hospital y puso a flotar los carros de varios jefes de servicio, recordó la directora médica, Olga Arguedas Arguedas.
El año pasado, se registraron varios eventos que pusieron en riesgo inversiones altísimas instaladas en el área del sótano del Nacional de Niños.
La contratación con el ICE les permitió realizar un diagnóstico de las amenazas e intervenir los puntos álgidos para las inundaciones.
"El año pasado, (especialistas del ICE) nos hicieron una presentación con un diagnóstico. Fueron al IMN (Instituto Meteorológico Nacional) e hicieron un estudio de la precipitación pluvial durante los últimos meses del año. Caracterizaron cuáles eran las lluvias que nos provocaban las inundaciones, y concluyeron que son las primeras, muy intensas y de corta duración, entre mayo y junio.
"Después de eso, ellos hicieron unos estudios con modelaje con computadoras para determinar cuáles eran las zonas que podíamos intervenir en el hospital para garantizar un riesgo de retorno de inundaciones mínimo", explicó Arguedas.
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Pedro Murillo Chaves, jefe de Ingeniería y Mantenimiento del hospital, explicó que las obras contenidas en este contrato incluyen:
- El tapón de concreto, que consiste en una separación física entre la quebrada Lantisco y el hospital para evitar que se dé un retorno de agua cuando llueve.
- Un sistema de bombas pluviales y de aguas negras para captar las que genera el hospital e inyectarlas al alcantarillado municipal.
Están diseñadas de tal manera que la presión de las bombas venza la presión de la quebrada, evitando que las aguas retornen e inunden el edificio. Por ahora, las que están instaladas pertenecen al ICE, pero pronto colocarán las que se mandaron a comprar especialmente para el hospital, que tiene mayor capacidad.
- Se hizo un remozamiento del colector pluvial del hospital a partir de pruebas de materiales y esfuerzo.
- También se contrataron estudios de georradar para diagnosticar el grado de socavación del terreno en la esquina que conecta la calle 20 con el paseo Colón.
Los trabajos para reforzar ese punto del hospital, que coincide con la zona verde, están por iniciar.
Todas estas obras, desarrolladas en un tiempo récord, permitieron al hospital superar el aguacero del viernes 15 de junio, que fue incluso mucho más intenso que el registrado un año antes, el 18 de junio del 2017, y que fue el que causó los mayores daños a servicios como el de Emergencias y el de Nutrición.
El contrato se financia con recursos de la Gerencia de Infraestructura, informó Arguedas. Además, permite asumir intervenciones adicionales si fuera necesario.
"De toda la congoja que pasamos con las inundaciones hemos aprendido mucho y se han obtenido cosas buenas. Hemos tenido ya dos aguaceros fuertes y los trabajos han funcionado muy bien", manifestó satisfecha Arguedas.
El hospital está esperando la instalación de las bombas definitivas, que elevarán la capacidad de respuesta ante inundaciones.
Además, compró cuatro barreras de agua para situaciones extremas que se pudieran presentar. Este equipo ya fue probado, también con éxito.
Trabajos que ha realizado la Municipalidad de San José sobre su sistema de alcantarillado pluvial, también ayudarán a facilitar el drenaje pluvial en esta área y permitirán, de alguna manera, que en el Hospital de Niños respiren más tranquilos.