Médicos se alumbran con luces de carros para hacer pruebas nocturnas de covid-19 en caseríos fronterizos

Equipo de CCSS recorre todos los días San Carlos, Guatuso, Río Cuarto y Los Chiles, y caseríos de la trocha fronteriza, Crucitas, Chorrera de Cutris y Saíno de Pital siguiendo la ruta del nuevo coronavirus

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En medio de la noche, en un trillo embarrealado y apenas resguardado por las cercas de los potreros, las luces de un carro doble tracción alumbran al médico epidemiólogo Melvin Anchía Villalobos mientras recoge muestras nasofaríngeas a los peones agrícolas de los caseríos fronterizos de la zona norte.

Su traje blanco de protección resalta en la oscuridad. Anteojos de protección, mascarilla y careta, guantes y plásticos en los zapatos, terminan de darle un aire extraterrestre a Anchía, quien colabora en la lucha que se realiza en todo el país para recuperar el rastro del nuevo coronavirus.

En las comunidades de la frontera norte no hay quite: la dificultad de dar con los peones agrícolas durante el día, por encontrarse trabajando en plantaciones, obliga a los equipos sanitarios de rastreo a cumplir con extensas jornadas nocturnas que los llevan hasta las propias casas de los trabajadores.

Anchía es uno de los cientos de funcionarios de la salud que se internan entre barreales, potreros y hasta bosques para encontrar personas enfermas de covid-19 o infectados asintomáticos.

Él es enfermero y epidemiólogo. Además, tiene la responsabilidad de coordinar el área de Epidemiología de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en la región Huetar norte. Trabaja en esa institución desde hace 19 años.

Junto a su equipo, recorre las comunidades más pobladas y alejadas de San Carlos, Guatuso, Río Cuarto y Los Chiles como la Trocha Fronteriza, Crucitas, Chorrera de Cutris y Saíno de Pital, informó la CCSS.

“Uno integra la educación como herramienta de trabajo y de acción para prevenir el covid-19 y cortar la cadena de transmisión de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2.

“No estoy solo. Somos muchas personas del Ministerio de Salud, la Caja, Seguridad Pública y otras entidades que están volcadas de lleno a combatir esta pandemia”, afirma Anchía.

Este enfermero también se ha encargado de coordinar la capacitación y supervisión a equipos de respuesta rápida de epidemiología de las sedes de Ebáis, áreas de salud y hospitales de la región.

“En esta lucha, las linternas son el apoyo para alumbrarnos por las noches y donde batir barro se convierte en toda una experiencia en tiempo de invierno.

“Son batallas que damos con tal de llegar a esas personas que pertenecen a grupos de riesgo, como adultos mayores, hipertensos, diabéticos y asmáticos crónicos”, afirmó.

”Las personas se alegran cuando lo ven llegar a uno. Inicialmente, son un poco tímidas, pero luego terminan convencidas de que somos sus amigos y defensores que los acompañamos en estos momentos tan difíciles que vive el país y la humanidad”, agregó.

En estos recorridos, los equipos de salud conocen de primera mano las necesidades de la población que habita estas tierras.

Los peones agrícolas de comunidades transfronterizas son uno de los grupos vulnerables en la pandemia.

Hace pocas semanas, se convirtieron en el epicentro de la emergencia nacional por covid-19, al desnudarse las necesidades que enfrentan por las limitadas y paupérrimas condiciones en las que laboran

El arranque de la segunda ola pandémica en Costa Rica, a inicios de junio, golpeó fuertemente esas comunidades, en donde la CCSS y el Ministerio de Salud organizaron fuertes ofensivas para contener el avance de la enfermedad.

Posteriormente, el virus impactó en cuarterías y precarios de la Gran Área Metropolitana (GAM), en donde se confirmó hace pocas semanas la transmisión comunitaria y se amplió la alerta naranja a varios de sus cantones y distritos.

Hasta este martes, el país acumula 11.811 enfermos desde que se detectó el primer caso en marzo, y 68 muertes.