Licor para brindar por la Navidad, para recibir “más alegres” el Año Nuevo y hasta para bautizar el rompope o las confituras de los queques.
El consumo de esta sustancia psicoactiva se vuelve más frecuente en estas fechas, convirtiéndose también en un factor que eleva el riesgo de lesiones y muertes violentas.
Roy Rojas, director de Proyectos del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), hizo un llamado a la población para evitar el consumo de alcohol durante estas fiestas, pues está vinculado con, al menos, un 30% de todas los decesos en carretera.
“La población de 20 a 40 años es la que tiene mayores problemas con el consumo y la que más está muriendo en las vías. El comportamiento de la ingesta se desborda en estos días, y esto tiene un impacto en la morbilidad (enfermedad y lesiones) y en la mortalidad”, advirtió.
Entre tanto, el director del Instituto Nacional sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), Luis Sandí, recordó que el alcohol es una droga psicoactiva. “Ha permeado la percepción de que es un producto ordinario, y no; es una droga”, comentó Sandí.
“Si se consume de manera regular, el alcohol tiene la capacidad de generar tolerancia y resistencia en el organismo. Cuando la persona se percata, ha hecho del consumo una prioridad en su vida”, agregó.
Jesús Méndez Muñoz, coordinador de Procesos de Investigación en el IAFA, mencionó que el último trimestre del año ha sido en el que, históricamente, la gente más toma en el país.
También hay otros meses, como marzo o abril (que coincide con la Semana Santa), o julio (vacaciones de medio periodo), cuando las personas consumen más y se eleva, exponencialmente, el riesgo de accidentes por esta causa, dijo Méndez.
El consumo activo subió entre los años 2010 y 2015, pasando de un 20,5% de la población a un 27%, precisó Méndez.
Peligros
Sandí también advirtió sobre el llamado “consumo excesivo episódico”, en donde una persona, en una sola sentada, se toma más de cinco tragos.
Esto es especialmente peligroso para quienes tienen algún factor de riesgo asociado, como antecedentes de alcoholismo, padecimientos psiquiátricos de relevancia, viven en soledad o presentan algún grado de insatisfacción con la vida.
Mónica Solórzano, directora ejecutiva del programa Educalcohol en el país, sostiene que personas como menores de edad o quienes tienen algún factor de riesgo no deberían consumir bebidas alcohólicas.
Esta organización reconoce que el consumo excesivo, en todas las circunstancias, es una amenaza para las personas, y promueve lo que llaman “esquemas de bajo riesgo compatibles con estilos de vida saludable”.
Un estudio del 2012, patrocinado por esta organización y elaborado por la Universidad de Costa Rica (UCR), muestra que un 46% de los costarricenses mantienen un consumo regular de bebidas alcohólicas.
Según ese mismo estudio, solo un 1% de la población tiene un consumo nocivo que podría poner en riesgo su salud.
“Como organización, queremos aportar en la reducción de esos indicadores, transformando la cultura de consumo, sobre una base de autorresponsabilidad, moderación y respeto”, sostuvo Solórzano.