Afrontar la pandemia provocada por el nuevo coronavirus en un país desconocido, sin familia, sin dinero y sin trabajo, se convierte en un calvario.
Un total de 2.538 costarricenses que estaban en 89 naciones han regresado a Costa Rica para vivir la emergencia del nuevo coronavirus en sus casas o con sus parientes.
Sin embargo, 758 ticos todavía luchan por regresar, revela un sondeo del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El problema es grande: las aerolíneas cancelaron viajes regulares y los vuelos de rescate requieren organizar grupos y su costo es alto.
Es el caso de María José Arguedas, de 21 años, en Guinea-Bisáu; el de Marcela Rocha, de 44, en Argentina, el de Tatiana Montero, en Brasil, el de Felipe González, en Colombia. Cada uno tiene su historia.
Pese al drama de cientos de costarricenses, el Estado carece de dinero para pagar sus viajes.
La Cámara Costarricense Norteamericana de Comercio (AmCham) y la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED), impulsaron una campaña para recolectar fondos y contratar vuelos humanitarios para traer a 250 ticos.
Un primer vuelo traerá a 111. Saldrá de Argentina el 21 de mayo con nacionales que estaban en ese país y Uruguay. Hará escala en Bogotá, Colombia, donde recogerá a otros 25 y la llegada está prevista para esa noche, a las 8:30 p. m.
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Gisela Sánchez, presidenta de AmCham, dijo que este primer vuelo se dio gracias al apoyo de marcas como Pilsen. "El objetivo es lograr más vuelos humanitarios para atender a otros de nuestros compatriotas que están en México, Brasil y Panamá”, agregó.
Sin embargo, hay otros que están más largo, y la situación es incierta.
‘Mis amigos me envían dinero a Guinea-Bisáu’
María José Arguedas, de 21 años y vecina de Naranjo, Alajuela, está varada en Guinea-Bisáu, en el oeste de África, donde da asistencia médica de forma voluntaria.
Su viaje comenzó el 18 de febrero e iba a terminar la primera semana de abril, pero la pandemia lo cambió todo.
“Acá en Guinea-Bisáu no han salido vuelos desde el 27 de abril que cerraron fronteras. Esta semana autorizaron un vuelo el viernes 15 de mayo. Viajo primero a Portugal, de allí a Brasil y en ese país tomo un vuelo de repatriación hacia Costa Rica”, contó el jueves en la mañana.
Horas después, recibió una mala noticia.
“Hace unos minutos nos cancelaron los vuelos nuevamente. La Embajada de Portugal no permitió que los pasajeros arribaran sin antes tener los resultados del test de covid-19. Yo aún no lo tengo. Mañana vamos a que nos hagan la prueba pero el resultado está hasta dentro de 48 horas”, mencionó.
“Mis planes eran regresar a Costa Rica la primera semana de abril. Podrás comprender que debido a la pandemia todo cambió. Comencé a vivir por fe, no tenía más dinero. Tampoco tenía tiquetes porque me cancelaron los vuelos. ¡No tenía nada! Pero poco a poco amigos recaudaron dinero para poder solventar mis necesidades hasta el día de hoy”, dijo.
Arguedas es estudiante de Enfermería en la Universidad de las Ciencias y el Arte y vendió camisetas y organizó eventos desde 2017 para recaudar el dinero con que pagó el viaje que soñó desde niña.
Atrapada en Argentina mientras a su esposo le diagnosticaron cáncer en Costa Rica
Marcela Rocha Obando, de 44 años y de Ciudad Colón, San José, viajó a Buenos Aires, Argentina, con su hija Maricruz, de 19 años, quien iba a iniciar estudios universitarios.
Sin embargo, con la pandemia, quedaron atrapadas en ese país y la desesperación la aumentan las noticias que reciben desde Costa Rica.
"Yo llegué a Argentina con la ilusión de que mi hija estudiara en la universidad y se complicó la situación a la semana de estar acá, ya que cerraron aeropuertos y demás. A los 15 días, cuando ya habían cerrado las fronteras, a mi esposo lo diagnosticaron con un cáncer en el sistema linfático, por lo que tuvo que iniciar tratamiento de inmediato allá en Costa Rica. Esto fue muy doloroso porque, uno en estos momentos quisiera estar con la familia, pero ahora con esta razón aún más”, dijo.
El día a día lo viven en el apartamento de 40 metros cuadrados que iba a usar la joven mientras estudiaba allí. El dinero para pagar la universidad por un año, lo usan ahora para vivir y tratar de regresar.
“Esto es algo nuevo para nosotras. Vivir una pandemia que nunca hemos vivido, en un país donde no conocés ni siquiera la cultura, no ha sido fácil. Es un país con ejército, entonces vos salís a la calle y ves a los policías y si no andas la mascarilla o el permiso para salir, te llevan preso, entonces es una cosa que da inseguridad. Además, no nos dio tiempo de conocer la zona, solo conocemos un supermercado que está a los 100 metros y otro lugar de fotocopias”, relató.
“Además de todo esto, hace una semana mi abuelita, que es como mi segunda mamá porque me crió, fue hospitalizada con un estado crítico para su edad, tiene 99 años, y ha sido muy doloroso, porque es otra noticia mala que llega en estos momentos donde uno vive cuarentena y adicional todo esto.
“Ha sido muy complicado para nosotras estar acá. El proceso ha sido muy duro para mí y para mi hija, hasta hemos tenido que tener terapia psicológica. Buscamos a una psicóloga acá que nos hace terapia en línea porque entre el encierro y con las malas noticias, se complica más la situación. Mi esposo ya está llevando su tratamiento, este lunes inició su tercera quimioterapia y no hemos podido estar cerca de él".
Su regreso, ya tiene fecha. Podrán regresar con otros 109 ticos varados en Suramérica, en un vuelo humanitario que saldrá de Argentina el jueves 21 de mayo.
‘Me encuentro en un hostal cerrado, soy la única huésped’
Tatiana Montero está en Salvador, capital del estado de Bahía, en el noreste de Brasil, y planea volver a su casa en Palmares, Alajuela, este lunes.
“Viajé a Brasil de vacaciones, pero nunca pensé que iba a pasar esto. Cuando la pandemia empezó intenté cambiar mi fecha de regreso, pero no conseguí hablar con la aerolínea. Intenté desesperadamente comprar otro vuelo y lo logré, pero nunca me llegó al correo la confirmación”, mencionó.
Esta joven de 30 años llegó sola a Brasil el 9 de febrero y desde el 18 de marzo está intentando regresar a Costa Rica. Actualmente, vive en un hostal donde es la única huésped, pero dice que el dinero ya no le alcanza.
“Ahora me encuentro en un hostal que está cerrado (soy la única huésped), pero me dejaron quedarme porque no tengo a dónde ir. Mi estadía la financié con dinero que traía para el viaje, pero por dicha ya volvemos porque realmente no me queda casi nada”, comentó.
Montero es una de los 40 costarricenses que partirán desde Sao Paulo este domingo 17 de mayo para regresar a Costa Rica, gracias a un vuelo que consiguieron con ayuda de la Embajada de Costa Rica en Brasil.
“Hace un mes estamos esperando un vuelo que la embajada estaba organizando. Al inicio éramos 64 que queríamos regresar, pero el costo del vuelo de regreso estaba sumamente alto. Entonces, quedamos 40 que estábamos dispuestas a pagar los $1.200 que nos piden para pagarle a la agencia con la que negoció la embajada”, dijo.
Cada uno de los tiquetes para salir de Brasil en un vuelo de Copa Airlines costará $1.200 (¢675.000).
El vuelo, coordinado por la agencia de viajes Vemsa, saldrá este domingo a las 11:55 p. m. hora de Brasil, hará escala en Panamá y llegará a Costa Rica el lunes 18 por la mañana.
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'Necesito irme, la plata no da para tanto’
El estudiante herediano Felipe González está varado en Medellín, al noroeste de Colombia.
Él tiene 25 años y viajó por un intercambio estudiantil para realizar la práctica final de su carrera, Farmacia, mediante un convenio entre la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad CES, en Medellín, capital de Antioquia.
“Mi vuelo de regreso, que era el 20 de junio, fue cancelado, entonces ahora estoy acá sin poder regresar. Todavía no sé cómo voy a volver. Avianca lo que genera es un voucher para cuando apenas hayan vuelos uno pueda ‘canjearlo’ por otro vuelo”, comentó.
“Llegué solo el 20 de enero. Mi práctica profesional fue suspendida y pude continuar solo con mi proyecto de investigación de forma virtual. Mi estadía acá ha sido financiada 50% por mis padres y 50% por la UCR (al ser un intercambio estudiantil)”, dijo.
Dice sentirse más tranquilo porque en Antioquia las muertes por coronavirus han disminuido y porque en Medellín se da un mejor control de la pandemia que en otros sitios del país.
"Todavía no me puedo ir por mi práctica profesional, pero ya cuando llegue la fecha o un poco después, sí necesito irme, la plata no da para tanto”, afirmó.
'Ha sido muy estresante ver la cantidad de personas que mueren a diario’
Patricia Dobroski Bonilla, de 52 años y vecina de Rohrmoser, San José, está varada en Estados Unidos y no sabe cuándo volverá a Costa Rica.
"Viajé para visitar a mi pareja que es americano y a su familia. Ha sido muy estresante ver la cantidad de personas que mueren a diario. Yo estoy en Carolina del Norte, el gobernador ha sido muy estricto con los lineamientos y protocolos de salud. Muchas personas aquí, en general la población joven, no utiliza protección y eso me asusta.
“Han sido momentos de mucha tensión, pero gracias a Dios me encuentro en una zona en la cual siento que no estoy tan expuesta al contagio. Solo se sale para comprar los alimentos y regresas a la casa, aunque esto no te asegura estar exento del contagio”, relató.
“Me aterroriza ver cómo las noticias aquí no son reales. Se dice que todo está bajo control y al día siguiente ves en las noticias que se duplica el contagio en algún estado. Es muy triste no saber la cifra real de muertes ya que, como todos sabemos, muchos indocumentados y latinos han muerto aquí sin ser contados”, aseveró.
Hasta este sábado, Estados Unidos acumulaba casi 1,5 millones de enfermos y 88.000 muertes por covid-19.
"Tuve una experiencia con la Embajada de Costa Rica en Washington que me decepcionó y como costarricense sentí una gran dolor. Hice una llamada para solicitar información y ayuda con respecto a mi visa de turista, extensión que necesito ya que se me vence en junio y la aerolínea canceló el viaje hasta nuevo aviso.
"Me respondió una señora que no recuerdo su nombre y lo primero que me dijo cuando me presenté como ciudadana costarricense fue que la Embajada de Costa Rica no está ayudando con dinero ni pasajes para regresar. Ni tan siquiera me dejó hacerle mi consulta hasta que la interrumpí y le dije que ese no era mi caso.
“En esos momentos sentí mucho dolor y me sentí sola en un país que no es el mío. En ese momento pensé en todos mis compatriotas que se encuentran en una posición igual a la mía, pero que lastimosamente no pueden costearse su regreso o su estadía aquí”, mencionó.
Dobroski planea regresar cuando la aerolínea con la que viajó abra sus servicios nuevamente, pero dice que la fecha es incierta. Ella está en Estados Unidos desde el 11 de diciembre de 2019 y afirma sentirse disconforme con las acciones que han tomado las autoridades costarricenses para ayudarla a volver a su hogar.
'Vivir esto lejos de tu zona de protección es difícil’
Ivania Araya, de 31 años, cursa su maestría en Salamanca, al noroeste de España. Esta vecina de Coronado, San José, planeaba volver a Costa Rica en julio, pero ahora su regreso es incierto.
"Ha sido muy complicado. Es difícil encender el televisor, ver las noticias y saber que todo lo que está ocurriendo es tan malo. Los casos comenzaron a aumentar de manera muy rápida, y ni que decir de las muertes. Realmente, era una sensación de miedo e incertidumbre.
“Durante las primeras dos semanas de confinamiento sentía mucho miedo. Todo lo que estaba pasando era desconocido y peligroso y esto además te genera ansias. Vivir esto lejos de tu zona de protección y sin tu familia es difícil. Decidir estudiar fuera es retador, pero al mismo tiempo duro, y más aún cuando vivís una pandemia en uno de los países con más cantidad de contagios y muertes.
“Además de asimilar lo que pasa acá, estoy muy pendiente de lo que pasa en Costa Rica, y eso también me genera muchos sentimientos. La preocupación es grande, además de que sentís impotencia de que si algo sucede con tu familia, desde acá no podés hacer nada”, relató.
La joven sobrevive gracias al dinero que le envían sus padres desde Costa Rica y dice que el apoyo de su familia ha sido indispensable, tanto económica como emocionalmente.
“En un inicio mi fecha de regreso a Costa Rica sería en julio, pues para esta fecha el máster ya habría concluido. Sin embargo, con la situación que estamos viviendo, toda la metodología del plan de estudios y la presentación del trabajo de fin de máster cambió y por tanto las fechas. Aún no sé cuando voy a regresar, todo dependerá de cómo avance esto”, detalló.
“Fui trasladada en un camión policial (perrera) al hotel”
Silvia Fumero, costarricense de 52 años y vecina de Tres Ríos, Cartago, viajó el 20 de febrero a Argentina, donde sigue varada.
Haber ido de paseo a Chile le provocó un trago amargo, pues hasta sintió lo que es ser discriminada por ser sospechosa de portar el virus. Eso sí, siempre aparece un ángel.
"Viajé a Argentina con la intención recibir capacitaciones, así como a participar como conferencista en dos seminarios. En marzo viajé a Chile para participar en una expedición del Cruce de los Andes. El evento terminaba en la provincia de Mendoza (Argentina) y al no poder regresar en avión (porque habían cancelado los vuelos) decidí viajar por tierra hacia Buenos Aires.
"En el momento de tomar el autobús me informan que no podía viajar por haber estado en Chile y que tenía que quedarme haciendo la cuarentena allí. Fue un momento muy duro y de mucha incertidumbre, ya que fui trasladada en un camión policial (perrera) al hotel donde había estado hospedada.
“Como en ese momento no había casi casos registrados (además de desconocimiento) los vecinos estaban muy descontentos que yo estuviera haciendo la cuarentena allí, ya que tenían miedo que yo pudiese estar contagiada y por ende contagiarse ellos. Gracias a Dios la propietaria del hotel fue como un ángel para mí, conté con su incondicional apoyo en todo momento”, relató.
‘Estaba triste y asustada al estar lejos de mi familia’
Yorleny Obando, vecina de Escazú, San José, estaba en República Dominicana, pero logró volver este miércoles a Costa Rica en un vuelo humanitario.
“Vine a República Dominicana a visitar a mi novio por 22 días y de repente se vino la pesadilla del coronavirus. El miércoles cumplí 76 días, muy triste ver como nos cambió la vida a todos de la noche a la mañana. En mi caso me fue bien por que estaba en casa de mi novio, pero estaba triste y asustada al estar lejos de mi familia y no saber cuándo podía volver a estar con ellos.
“Pasé días con mucha ansiedad y con insomnio por la incertidumbre de qué iba a pasar al día siguiente, si iban abrir aeropuertos o si las aerolíneas empezaban a trabajar. Es extraño ver las calles solitarias sin carros, sin ver gente caminando. Me sentía desesperada porque no estamos acostumbrados a estar encerrados”, manifestó.
El vuelo humanitario que gestionó la Cancillería trajo 35 personas: 17 que se encontraban en Argentina y 18 que estaban en República Dominicana. Obando era una de ellas y agradece haber vuelto, ya que la situación en ese país “no pintaba nada bien”.
“En República Dominicana la cosa está fea. Al día de hoy (miércoles) llevan más de 400 muertos y más de 11.000 contagiados. Hay toque de queda, negocios cerrados y lo único que está abierto son los supermercados y farmacias, pero en mi caso no salía ni al supermercado para no exponerme”, dijo.
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