Cinco costarricenses, todos de Limón, están en primera línea como profesionales en salud en la lucha contra la pandemia en Estados Unidos.
Su sentir es casi el mismo: “Puedo decir con toda certeza que acá en los Estados Unidos nos tomó por sorpresa, y como tal, la falta de preparación nos está pasando factura”, dice el médico limonense Ricardo McKenzie, especialista en Medicina Interna en un hospital de California.
Al otro lado de ese país, en Nueva York, la enfermera Ingrid Spencer, habla parecido: “No estábamos preparados para una pandemia como esta".
En Nueva Jersey, a unos kilómetros de allí, Doris Rivera, técnica en electrocardiogramas, lo resume así: “Es escalofriante llegar al hospital y ver los contenedores que están afuera para poder meter los cuerpos porque la morgue no da abasto”.
Otro médico limonense, Félix Dailey-Sterling, quien también trabaja en Nueva Jersey, sufrió en carne propia el virus porque lo contagió un paciente. Ya volvió al hospital, pero, aclara: "no tenemos armas para combatir esto, no hay medicinas ni nada comprobado para atacar el virus”.
En California, la odontóloga Glenda Taylor también da la lucha: “Reconozco que es un momento aterrador, ya que muchos han enfemedo”.
Estos cinco limonenses contaron su historia. Limón es una provincia con alta migración hacia Estados Unidos porque desde mediados del siglo pasado muchos migraron allá y las nuevas generaciones se fueron también a buscar oportunidades de superación.
‘Nunca imaginé lo que hoy estamos viviendo’
Un caso es el de Ricardo McKenzie, de 70 años, quien desde 1994 trabaja como especialista en Medicina Interna en el St. Francis Medical Center, ubicado en Lynwood, California, Estados Unidos.
Él cuenta que tuvo que superar varios desafíos para llegar hasta donde se encuentra hoy, pero que la emergencia por el nuevo coronavirus marcó una batalla que jamás pensó combatir.
“En mis años como profesional nunca imaginé lo que hoy estamos viviendo con el advenimiento del covid-19. Puedo decir con toda certeza que acá en los Estados Unidos nos tomó por sorpresa, y como tal, la falta de preparación nos está pasando factura. A diferencia de otros países como Corea del Sur, Japón, Taiwán, entre otros, los Estados Unidos no aprendió las lecciones del pasado, y lamentablemente aquí... pagan justos por pecadores”, declaró.
McKenzie nació el 2 de octubre de 1949 en el hospital Dr. Tony Facio Castro, en Limón, Costa Rica. A los 17 años emigró a la ciudad de Boston, Massachusetts, para terminar sus estudios de secundaria.
En 1978, empezó la carrera de Medicina en la Universidad Anáhuac, en Ciudad de México. Después partió a la ciudad de Brooklyn, en Nueva York, donde se formó en la especialidad de Medicina Interna. De ahí se trasladó con su familia al sur de California para trabajar donde se encuentra ahora.
El médico afirmó que, desde la llegada del nuevo coronavirus a su ciudad, la confusión se hizo presente.
Por momentos, el temor de infectar a sus seres queridos lo hizo dudar si debía irse a un lugar “neutro“ después de salir del hospital, para evitar ir a su casa. Su forma de vestir antes del covid-19 era de traje, hoy día debe utilizar, al igual que todos los médicos, scrubs o pijamas sanitarias.
“Los médicos ya no socializamos como antes después de una larga faena, simplemente vamos a lo que vamos y al final cada uno a sus respectivas casas. Llevamos dos semanas de no ver en persona a nuestros pacientes en los consultorios, no hay contacto personal, todo ha sido remplazado por “visitas virtuales“ por medio de vídeo (Zoom) o teléfono. Estamos educando a los pacientes para no ir a Emergencias de los hospitales, a menos que sea de vida o muerte, debido a la alta probabilidad de contagio", señaló.
“Los desafíos han sido complicados”
A otra que le cambió la vida es a Ingrid Spencer, otra costarricense que trabaja como enfermera en el estado de Nueva York, el más golpeado por el nuevo coronavirus en Estados Unidos, ya que registra más de 11.580 muertos y 210.000 casos positivos de covid-19.
Ella actualmente tiene 58 años, nació en Puerto Limón y se crió ahí hasta los 16 años. Luego, en 1976, migró a Nueva York para trabajar y brindarle un mejor futuro a sus hijos, según contó.
En sus 18 años de experiencia como enfermera, dice nunca haber vivido algo como esta emergencia por el coronavirus, al punto de ver pacientes entrar al hospital y nunca salir.
“La experiencia de combatir el covid-19 en Nueva York ha sido fuerte porque hay muchos infectados. Los desafíos han sido complicados, como no tener suficiente equipo de protección; no estábamos preparados para una pandemia como esta. Tuvimos que contratar personal de todos los estados para que vinieran ayudar con tantos pacientes. Yo he tenido que ver pacientes que entran con la covid-19 y no logran vivir", declaró.
Spencer mencionó que la primera semana de marzo, el hospital donde ella labora recibió gran cantidad de pacientes infectados, pero no contaba con suficientes camas y ventiladores para todos.
Además, la cantidad de fallecidos por el virus sobrepasó la capacidad de la morgue del hospital. Sin embargó, señaló que el número de casos de covid-19 ha disminuido un poco.
‘Si estuvieran acá, sabrían que es bien duro’
En Nueva Jersey, la situación es menos complicada que en Nueva York, pero no deja de preocupar a sus habitantes.
Así lo afirma Doris Rivera, una costarricense -también nacida en Limón- que labora como técnica en electrocardiograma en el Hospital Trinitas, en la localidad de Elizabeth. Ella tiene 54 años de edad y vive en Nueva Jersey desde 1995.
“Si estuvieran acá (en el hospital) y escucharan en el altavoz las veces que se llama porque hay un paciente que está muriendo, sabrían que es bien duro, más porque ese paciente muere sin su familia, sin siquiera tener tiempo para hacer una videollamada y despedirse. Yo trabajo en la parte de Emergencias y ahí mismo se nos han muerto, no nos dan chance de nada", manifestó.
Rivera también es la traductora de español oficial del hospital, por lo que trabaja mucho tiempo.
Dijo que no ha podido abrazar a sus hijos ya que a diario tiene contacto directo con pacientes infectados de covid-19. Agregó que ha laborado hasta 20 horas continuas, por lo que a veces es un trago muy amargo no poder decirle a su familia a qué hora estará de vuelta en casa.
“El trabajo mío en realidad se ha vuelto trabajo de todos y el trabajo de todos se ha vuelto trabajo mío. Nosotros estamos poniendo las manos en lo que se pueda. Es escalofriante llegar al hospital y ver los contenedores que están afuera para poder meter los cuerpos porque la morgue no da abasto. No es fácil, es una situación muy dura y, aunque uno no conozca a ese montón de personas que mueren, duele en el alma y mucho”, aseveró.
“Me infecté en la sala de emergencias"
A unos kilómetros de distancia, otro profesional de la salud nacido en Limón no logró evadir el contagio.
Su nombre es Félix Dailey-Sterling y hace un mes fue infectado por el nuevo coronavirus. Afortunadamente, hoy se encuentra sano, pero afirmó que vivió todo un calvario.
“Me infecté en la sala de emergencias por un paciente. Pasé dos semanas de forma fatal y estuve bastante grave. El sentimiento lo puedo comparar como tener influenza, pero multiplicado por mil. Primero se empieza con la fiebre, pero después de eso viene el cansancio total del cuerpo y malestares musculares de cabeza a pies. Luego llega la tos y en la segunda semana una flema bastante intensa, así como la falta de aire”, explicó el cardiólogo, quien tiene más de 20 años de experiencia.
Dailey-Sterling creció en Puerto Limón y se graduó en 1979 del Liceo Nuevo de Limón.
Desde ese momento supo que quería dedicarse a la Medicina, por lo que emigró a Nueva Jersey, donde vivía su mamá. Se graduó como especialista en terapia respiratoria en 1982 y cuatro años después ganó una beca completa para estudiar medicina en la Universidad Rutgers.
El médico trabaja en cinco hospitales del Hackensack Meridian Health y dijo que atiende de 30 a 40 pacientes diarios, por lo que siempre ha estado muy expuesto al virus.
De hecho, comentó que más de la mitad de ingresos a estos hospitales son casos de covid-19. Además, él no es el único vulnerable al coronavirus en su familia, ya que su esposa e hijo también trabajan en hospitales.
“Es una enfermedad de la que estamos aprendiendo en este momento, porque nunca vivimos nada de esto. Se puede comparar a la pandemia del sida que tuvimos hace 20 o 30 años atrás, pero esto es peor. Aparte de eso, no tenemos armas para combatir esto, no hay medicinas ni nada comprobado para atacar el virus”, afirmó.
“Reconozco que es un momento aterrador”
Al igual que Dailey-Sterling, muchos profesionales de la salud viven expuestos al covid-19 todos los días, incluso sin trabajar en hospitales o recibir pacientes infectados por el virus.
Tal es el caso de Glenda Taylor, quien es odontóloga en la clínica Navarro Dentistry desde hace 18 años. Ella afirmó que vive con un alto riesgo de exposición al covid-19 y que, además, es asmática.
“La práctica de la odontología también genera exposición al virus, ya que implica el uso de instrumentos rotatorios dentales y quirúrgicos en los pacientes. Estos instrumentos crean un aerosol visible que contiene grandes gotas de partículas de agua, saliva, sangre, microorganismos y otros desechos. Esta salpicadura viaja solo una corta distancia y se asienta rápidamente, aterrizando en el piso y las superficies operativas cercanas”, explicó.
Taylor tiene 58 años de edad y nació en Puerto Limón. Se graduó en 1979 del Colegio Diurno y emigró al sur de California en 1980 para sus estudios en Odontología. Actualmente, la clínica dental donde ella labora permanece cerrada temporalmente al tratamiento rutinario y solo atiende casos de emergencia, pero no a pacientes que presenten signos o síntomas de una enfermedad respiratoria.
“La pandemia de covid-19 ha empujado a nuestra comunidad a un territorio desconocido y reconozco que es un momento aterrador, ya que muchos han enfrentado impactos tanto en la salud como en la economía. Pero en este tiempo de crisis global, es necesario que cada ciudadano sea moral y socialmente responsable al acatar las leyes y políticas del gobierno, para así aportar al bien común de la sociedad. Solo así podremos salir adelante”, comentó la odontóloga.