Hace apenas dos meses, un pequeño de cinco años tuvo un accidente en playa Zancudo, en la zona sur del país. Una ola lo arrastró y lo lanzó contra un tronco, provocándole un trauma en la cara y el abdomen.
El cirujano general José Francisco Navarro Coto, de 32 años, estaba en el Hospital de Golfito cuando el chiquito llegó.
La gravedad del estado en el que se encontraba el menor impedía trasladarlo a San José donde probablemente tendría a su disposición todo el equipo del Hospital Nacional de Niños. El riesgo del traslado, por tierra o aire, era elevado. Navarro tuvo que resolver ahí mismo con lo que tenía a mano.
"Son decisiones que uno debe tomar. El doctor Marco Vargas (jefe de Trauma en el Nacional de Niños) me guió por teléfono. En 45 minutos, resolvimos la emergencia. Hoy, el chiquito está en su casa, jugando", comentó orgulloso el cirujano.
Esa es una de las principales razones que tiene a este especialista en Cirugía General echando raíces en Golfito: los desafíos que él debe resolver, la mayoría de las veces solo, como parte de un servicio de un hospital regional.
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El año de trabajo social Navarró lo realizó ahí. La suerte con la que se distribuyen las plazas disponibles, lo llevó hasta el sur del país.
Hoy, decidió prolongar su estadía en el hospital de ese cantón en donde cumplirá los tres años del contrato de retribución, como parte del 'pago' que le debe dar a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) por darle uno de los cupos para estudiar la especialidad médica, o residencia, en sus hospitales.
Navarro no descarta instalarse definitivamente en Golfito. Él es uno de los médicos que, por determinación propia, han decidido quedarse trabajando en hospitales regionales.
La cantidad exacta de cuántos toman una decisión similar no se conoce.
El presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos, Andrés Castillo Saborío, asegura que cada vez son más quienes se alejan de los hospitales centrales (como el San Juan, México o Calderón), y se aventuran a trabajar a las provincias.
Lo normal, hasta hace relativamente poco, era que los médicos recién graduados de especialistas se quedaran trabajando en el Valle Central.
Aquí los hospitales tienen más equipo, infraestructura y personal de apoyo para ejercer sus labores, además de todas las comodidades propias de las grandes ciudades.
Pero a esto le huyeron los dos de estas historias.
Golfito tiene potencial
Los tres hijos de José Francisco Navarro, de 6, 6 y 11 años, van solos a pie hasta la pulpería.
Junto a su esposa, la enfermera Andrea Ledezma, la familia vive en la llamada 'zona americana', en la casa que alguna vez fue de la compañía bananera, con una arquitectura 'preciosa', según describió el médico.
Cartaginés de origen, cambió las presas vehiculares de la ciudad por la tranquilidad de las calles en este cantón.
"Me gradué de médico en el 2010. Desde mi graduación, me quedé en el San Juan de Dios. Ahí estuve como médico general siete años; luego ingresé a la residencia (estudio de la especialidad) y creí que me iba a quedar ahí, pero al final uno va madurando y se da cuenta de que no todo es allá (en San José).
"Yo me gradué de la UCR (Universidad de Costa Rica), toda la vida tuve una beca. Creo que estar aquí es una forma para retribuirle al país, que me pagó los estudios", dijo Navarro.
Este cirujano, mayor de cinco hermanos, cree que en su formación como especialista es necesario aventurarse: "el crecimiento, el criterio se forma solo estando solo. Aquí se adquiere cuando uno se echa al agua porque no se tiene el mismo acompañamiento que se tiene en otros hospitales".
Navarro encontró en Golfito una posibilidad enorme de crecer. "Este hospital tiene potencial. He tenido que operar niños pequeños de cinco o nueve años porque no hay forma de trasladarlos o no hay cirujanos pediatras de disponibilidad.
"Mientras el Hospital de Niños tiene un sistema perfecto de recuperar niños con trauma, aquí no. Esas experiencias son las que me han hecho crecer como cirujano", comentó este licenciado en Medicina y Cirugía (2010), especialista en Cirugía General (2017), con una maestría de Ciencias Morfológicas de la UCR, y estudios en vías biliares y trasplante del Hospital Italiano, en Argentina.
Abriendo brecha en Guápiles
Kendal Oliver Chuprine Valerio, de 31 años, es pediatra en el hospital de Guápiles, en Pococí de Limón.
Como Navarro, la suerte de una rifa lo envió hasta la zona del Caribe costarricense, con todo lo que eso implica. Pero no lo lamenta. Al contrario.
A este herediano Guápiles le sonaba como una buena opción.
"No conocía mucho del hospital, nunca había estado acá, pero la experiencia ha sido muy bonita", comentó.
Ya cumplió un año de servicio social ahí. Ahora va por los tres años que le obliga el contrato de retribución que firmó con la Caja para poder optar por una plaza para estudiar la especialidad.
"No me cierro al futuro. Podría quedarme acá. Ha sido un lugar agradable para trabajar, un entorno ameno", comentó destacando el trabajo en equipo que ha logrado desarrollar en ese hospital.
Cuando se habla de pediatría, el referente inmediato es el Hospital Nacional de Niños. "Es excelente, no hay duda, pero también es importante descentralizar la idea de que todo lo que es atención pediátrica tiene que ser ahí. Los alcances y toda la pediatría de los hospitales periféricos es amplia. Se puede hacer mucho aquí", comentó.
Para él, es una cuestión diferente pasar de un lugar donde están todos los recursos imaginables (como el Nacional de Niños) a uno donde hay que empezar a pensar cómo trabajar.
"La disponibilidad de recursos es muy diferentes a lo que se tiene en el Valle Central. Aquí debemos improvisar con lo que tenemos, mejorar la atención con lo que dispongamos acá. El simple hecho de no estar apadrinado por pediatras mayores y tener que tomar las decisiones por uno mismo, tomar niños que salen sumamente graves de un parto, han sido todas experiencias gratificantes", destacó.
Chuprine tiene un hijo en San José, a quien visita regularmente cada vez que puede salir de Guápiles. Por ahora, su plan es mantenerse en Guápiles y tampoco le cierra la puerta a un futuro más prolongado en esta ciudad.