‘Burbujas’ se revientan por cansancio y crisis; responsabilidad personal es lo que queda

Ansiedad y depresión ponen en riesgo salud mental por prolongado confinamiento; expertos coinciden que el ‘Quedate en casa’ ya no funciona, por eso la responsabilidad personal es lo que queda para bajar posibilidad de contagio

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Estamos cansados. El agotamiento físico y mental que la pandemia ha hecho crecer exponencialmente, sumado a una crisis económica y social arrastrada por años, terminó por reventar la ‘burbuja social’ en la que nos metieron para protegernos contra la covid-19.

Échele un vistazo a su mundo más inmediato.

Hay más gente en la calle, ¿verdad? ¿Se ha dado cuenta de que aparecen más fotos en redes sociales con ‘burbujas extendidas’ paseando por playas y montañas, o tomándose un refresquito en la terraza, sin la distancia debida entre ellos? En ocasiones, los protagonistas de esas burbujas sonríen sin mascarilla.

Es cierto que muchos tuvieron que tirarse a las calles para sobrevivir desde el principio de toda esta historia de película.

Hay hombres y mujeres, de todas las edades pero no de todas las clases sociales, que no tuvieron el lujo de quedarse en su casa unos meses. La exposición a la enfermedad la experimentaron desde el comienzo.

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La flexibilización de las medidas bajo la estrategia de responsabilidad compartida anunciada en setiembre por las autoridades con el lema ‘Costa Rica trabaja y se cuida’, no es más que el anuncio de que, ahora toca cuidarse solos en medio de una pandemia que apenas lleva la mitad del camino recorrido.

La esperanza de las autoridades es que seamos lo suficientemente responsables, conscientes y solidarios para que, cuidándonos, protejamos a los más vulnerables y al sistema de salud, cuyos hospitales están, es cierto, más preparados que al comienzo de la emergencia, pero continúan sensibles a las ‘crestas’ de las olas pandémicas.

Pasos fuera de casa

La recomendación principal sigue siendo quedarse en casa si no es absolutamente necesario salir. Pero si lo tiene que hacer, tome en cuenta lo siguiente:

FUENTE: MINISTERIO DE SALUD Y ENTREVISTAS.    || INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.

¿Recuerda cuando preguntaba en qué momento terminaría todo? Apenas se acababa de declarar la emergencia nacional, en marzo, y uno mismo respondía ‘¡mayo!’, ‘¡junio!’... ‘¿setiembre?’

Pues ya pasó setiembre, vamos casi por la mitad de noviembre y seguimos sumando enfermos y pérdidas humanas a las estadísticas de una enfermedad que llegó para quedarse.

Ahora, cuando el mismo ministro de Salud, Daniel Salas Peraza, reconoce que desearía tener una bolita de cristal —que por supuesto, no tiene— para tener una respuesta a la pregunta que nos hemos hecho todos desde el comienzo, no queda más camino que aceptar que el SARS-CoV-2 estará ahí más tiempo del esperado inicialmente: siempre.

La nueva normalidad, mejor llamada nueva realidad, incluye en su paquete a la covid-19, las mascarillas obligatorias para ingresar a sitios públicos, el lavado de manos —que la verdad, siempre debía estar presente en nuestras vidas—, los 1,8 metros de distancia física con extraños y... (¿recuerda las otras medidas? A ver, complete la lista de memoria. La hemos repetido hasta la saciedad los últimos 250 días del año).

Coma sin hablar, y luego póngase mascarilla

Ya no hay vuelta de hoja. Daniel Salas lo dijo esta semana en diferentes medios de prensa a los que salió a dar declaraciones tras semanas de silencio.

El ministro insiste en que la mejor medida es no salir de casa mientras no sea absolutamente necesario. Sobre todo, si usted tiene alguno de los factores de riesgo para contraer la nueva enfermedad respiratoria, complicarse y morir, o si vive con alguien que los tiene.

La burbuja social que nos recomendaron al inicio, integrada solo por quienes viven bajo un mismo techo, solo debe ser traspasada por asuntos de verdadera urgencia, insiste Salas, aunque reconoce que la gente está “a punto de tirar la toalla”.

A estas alturas de la pandemia, el ministro descarta regresar a confinamientos masivos, con medidas totalmente restrictivas como las del inicio.

Costa Rica, dijo, ya no está para eso, fundamentalmente por razones económicas y por el cansancio de la gente, que ya no responde de la misma manera que en marzo.

Pero si tiene que salir, dice Salas, procure cumplir todas las recomendaciones sanitarias para disminuir el riesgo, que seguirá ahí, en forma de gotas de saliva sobre superficies contaminadas por enfermos, o en aerosoles suspendidos en el aire con potencial de infección si ingresan por ojo, nariz y boca.

Según el ministro, si por ejemplo va a tomar un café o almorzar, procure no hablar mientras come, y póngase la mascarilla cuando converse.

Escudo protector

FUENTE: MINISTERIO DE SALUD    || J.C. INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.

La infectóloga pediatra María Luisa Ávila Agüero, exministra de Salud, reitera su llamado a la autogestión del riesgo en momentos en que el país se ha abierto más a todo: a vuelos internacionales, a funcionamiento de bares y casinos, a parques recreativos, a playas con horarios extendidos...

“El concepto de burbuja social se ha venido perdiendo. En este momento, también está muy afectada la salud mental de las personas. A los seres humanos nos gusta convivir, somos sociables”, reconoce Ávila.

Lo que hay que hacer en estos casos, dice, es: número uno, no hacer visitas si estoy enfermo, he tenido síntomas de la enfermedad o tengo sospechas de haber estado en contacto con una persona covid-19 positiva.

También si usted es una persona joven que le encanta estar de fiesta, debe ser consciente de que se está exponiendo a un riesgo.

"Quizá a mí no me pase nada pero si visito a mis papás o a mis abuelos podría llevarles el virus. ¿Qué es lo que hay que hacer? Tener sus propios protocolos en casa: estar más alejados físicamente unos de otro. Si vamos a cenar o a tomar café hacerlo en un lugar con adecuada ventilación, y por supuesto usar la mascarilla la mayor parte del tiempo posible.

“Hay un concepto importante, el de carga viral. Si yo me expongo dos horas sin mascarilla, voy a tener una mayor carga viral que si me expongo 30 minutos sin mascarilla. Entonces, se debe tratar de limitar esos momentos para cuidarme y cuidar a los demás”, explicó la infectóloga.

Ávila también recomienda preguntarse a uno mismo cuánto está dispuesto a exponer a los que más quiere. De la respuesta a esa pregunta dependerá cuántas veces usted decida salir, con quién, adónde y cuáles medidas de prevención ejecutará.

Burbujas se revientan

Desde el primer momento que prohibieron reuniones o fiestas grandes, estas se hicieron. Desde el día uno de la restricción, esta se violentó. Sucedió en la casa en León XIII, en Desamparados, Alajuelita, Alajuela, Escazú...

“¿Por qué? Porque somos seres humanos. Porque es un comportamiento humano, que está orientado siempre a estar con gente. En las políticas públicas, hay que incluir a la gente para que autogestione su cuidado. Es utópico pedir, en estos momentos, que las personas se queden en casa y estas lo hagan”, comentó Esteban Carvajal Angulo, especialista en Psicología Clínica y de la Slud, y vocero del Colegio de Profesionales en Psicología.

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Carvajal, además, es miembro de la comisión de salud mental convocada por el Ministerio de Salud para el abordaje de esta pandemia. Uno de los pocos voluntarios que quedan.

Para él, el comportamiento de las personas ha demostrado que muchas de las llamadas burbujas sociales se rompieron hace rato porque en medio hay cuestiones de supervivencia: comer, educar a los hijos, pagar un alquiler...

"Vea lo que está pasando en Europa: los gobiernos vuelven a ordenar confinamientos con más rigurosidad, y las personas se están rebelando. Antes hacían caso, ahora no. Hay movimientos sociales para ir en contra de las disposiciones. La gente ya está cansada.

“A estas alturas, la gente tiene que comenzar a salir por un asunto de salud mental. Un año más en esto, confinando a la gente, que no salga, con restricción vehicular, te puedo asegurar que los problemas mentales se dispararán a niveles peligrosos”, pronosticó.

La acumulación de una crisis social y política, también de credibilidad y liderazgo, acelerada por la aparición de una pandemia, han provocado irritación, enojo y mucha ansiedad.

“Se expresa con síntomas como taquicardia, sudoración, temblores, dolores de cabeza... A nivel del pensamiento, la persona empieza a pensar cosas negativas. En casas de 60 metros cuadrados en promedio, la gente está confinada, sin espacios definidos para espacios para trabajar. Todo esto está causando que también se enfermen", dijo el psicólogo.

Carvajal propone un mensaje dirigido más hacia la autorresponsabilidad, asumiendo el riesgo, porque el peligro nunca va a desaparecer.

“Aquí lo que hay que reforzar es una responsabilidad individual: si yo me cuido y me preocupo por no enfermar, estoy protegiendo a mi compañero de trabajo, y este a su familia y así el efecto se va multiplicando. Eso va a generar una nueva burbuja de protección”, comentó.

Lidiar con la desesperanza

Si todo se restringiera a salir o no salir, la situación sería sumamente sencilla. Pero no. La pandemia también nos ha puesto frente a la realidad de un país lleno de desafíos, que no han hecho más que acrecentarse a partir de una crisis sanitaria.

Las personas han empezado a salir del encierro en busca de la luz, también porque la pandemia y el riesgo de contagio han sido desplazados por otras preocupaciones que también están en la agenda pública, interpreta el sociólogo de la Universidad Nacional (UNA), Abelardo Morales Gamboa.

"Una de ellas, el impacto de la crisis económica. Hay un gran debate público sobre las medidas que se deben tomar. Ha habido conflictos en todo este periodo, desde hace un mes con los bloqueos y movilizaciones y surgió lo de Rescate Nacional... ahí creo que se planteó un clima de confrontación que hizo que, primero, la discusión sobre el tema económico y político pasara a un plano más importante para algunas fuerzas políticas y actores sociales.

“Se le bajó el perfil a la epidemia y a la amenaza de contagio, y eso coincidió con una etapa en la cual el Gobierno comenzó a flexibilizar medidas en un momento de saturación, de gente cansada, que en alguna medida la restó importancia o necesitaba ocuparse de otras actividades. Se crea entonces una nueva situación, un panorama en donde no sabemos hacia dónde vamos”, analiza Morales.

Por eso, asegura el sociólogo, tampoco es tan sencillo como solo decir que la gente ya no hace caso a los llamados de Salud.

El clima de desesperanza generalizado es algo a lo que hay que poner atención, advierte, porque el cansancio físico, mental y emocional no son más que síntomas de un padecimiento mayor; incluso, más grande que la covid-19.

Las personas, por ahora, están buscando sus propias válvulas de escape.