El caos que generan los vendedores ambulantes en el centro de San José disminuyó en los últimos días debido al incremento en los controles que realiza la Policía Municipal en los principales bulevares capitalinos.
El alcalde josefino Johnny Araya explicó que buscan mitigar el comercio ilegal y prometió recuperar los espacios públicos durante su gestión.
Como parte de las medidas implementadas, desde el pasado 2 de mayo las autoridades municipales realizan operativos entre 5 a. m. y 7 p. m.
Según Araya, aumentaron la presencia policial de manera sistemática para impedir la colocación de los vendedores.
“San José se había convertido en un mercado persa, en un caos producto de la invasión casi masiva de vendedores ilegales en bulevares, parques y aceras. Concentramos esfuerzos y de los 250 policías que tenemos, hay 100 en los operativos”, manifestó.
Durante las noches la presencia policial es menor a la de mañanas y tardes, pero suficiente para disminuir el caos que un equipo de La Nación observó hace cuatro semanas, luego de varios recorridos hechos en el centro de la ciudad capital.
En esa ocasión, los puntos críticos identificados por este medio fueron la avenida central, calle 2 (entre Correos de Costa Rica y el Club Unión) y calle 8 (cerca del mercado Borbón).
Cambio. Actualmente en esos sectores persiste la presencia de vendedores ambulantes, pero estos son menos que hace un mes.
Entre el lunes 2 de mayo y el viernes 6, la Policía Municipal registró 500 decomisos de mercadería. Según Marcelo Solano, jefe de ese cuerpo de seguridad, esto derivó en una disminución de los vendedores callejeros.
La mayoría de comerciantes informales anda con unas enormes bolsas negras en sus manos, ponen pocos artículos sobre el piso y tienen los ojos bien abiertos para huir de ser necesario.
La practicidad ante el aumento de los operativos es notable, por eso cargan en sus manos audífonos, cargadores y almohadones, los cuales guardan con mayor facilidad antes de colarse entre los peatones.
En un nuevo recorrido, La Nación no ubicó a ningún vendedor entre el edificio de Correos y el lujoso Club Unión, mientras que en la avenida central, entre el Banco Central y la Plaza de la Cultura se contabilizaron 22.
“Nos han quitado de los lugares donde estábamos, eso nos afecta mucho porque de lo que vendemos viven nuestras familias”, comentó un hombre quien prefirió no dar su identidad.
Las patrullas en la noche se ubican en los bulevares e impiden la llegada de los comerciantes informales a ciertos lugares.
Para Araya, la problemática con las ventas ambulantes no es nueva, pero considera que durante su ausencia esta se agravó.
En mayo del 2013, un fallo de la Sala Constitucional ordenó que, además de tomar medidas para evitar que los vendedores bloquearan las calles, se atendiera el problema social.
“Hemos seguido la recomendación de la Sala IV, trabajamos en un marco interinstitucional y recomendamos buscar cadenas de pequeños emprendimientos para aquellos que tengan posibilidad de generar algún tipo de emprendedurismo”, dijo Solano.
Se puede establecer una venta ambulante, pero siguiendo la normativa del municipio, con autorización y bajo ciertos límites.
Por ejemplo, no podrán instalarse puestos que obstruyan ventanas, entradas de locales o esquinas donde haya zonas de seguridad peatonal.
Tampoco en la misma acera de una parada de autobuses o en las cercanías del Monumento Nacional, “ni en aquellos lugares donde la conglomeración de transeúntes sea tan abundante que facilite la realización de actos delictivos”, señala el artículo 10 del Reglamento de Ventas Ambulantes del ayuntamiento .