Laura Chinchilla Miranda sabía que solo le quedaban unos minutos más para lucir la banda presidencial, que se le entregó hace cuatro años. Por eso, le hizo un gesto a su hermano Adrián para que se le acercara y se tomaron una fotografía.
Esa fue la última imagen promovida por ella misma como presidenta de la República. Eran las 10:30 de la mañana y en unos minutos se iniciaría la ceremonia del traspaso de poderes.
Antes, Chinchilla había desfilado por la tarima del Estadio Nacional saludando a cuanto delegado internacional se le acercó para felicitarla, aunque siempre estuvo rodeada de sus más cercanos colaboradores, especialmente de sus ministros.
Aquel retrato fue uno entre decenas de todos los que se hicieron las delegaciones. Muchos consistieron en fotografías de embajadores y otros diplomáticos. Otros más se dieron entre los integrantes del gabinete de Chinchilla.
En inglés, francés y una gran variedad de acentos del español, la solicitud de fotografías estaba a la orden del día.
Las revoluciones bajaron cuando el calor comenzó a hacer de las suyas: ya nadie quería tantas fotos, sino estar sentados tranquilos, usando hojas de papel para hacerse un poco de viento en la cara.
El calor llevó a sed y para eso estaba Nelson Ugalde, un funcionario del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados, quien tenía a su cargo la distribución de más de 1.500 botellas de agua en la tarima principal
Su trabajo lo realizó sin problemas, hasta que una funcionaria de Protocolo de la Cancillería de la República lo frenó, justo cuando pretendía darles agua a los nuevos diputados e integrantes de la mesa principal, entre ellos, Chinchilla y el entonces presidente electo Luis Guillermo Solís.
El problema no era que repartiera el líquido, sino la gorra blanca y camiseta celeste, tipo polo, que llevaba el funcionario y que lo hacía resaltar entre tantas corbatas, sacos y vestidos pomposos.
El inconveniente y la sed de diputados y otros invitados especiales se resolvió cuando Protocolo de la Cancillería llevó a la tarima a un grupo de saloneros, quienes con sus pantalones negros, camisas blancas y chalecos, estaban mejor presentados para la ocasión.