Con el número de inscripción de la Maratón de París aún sujeto a su camisa y una medalla colgando del cuello, Vanessa Retana se plantó frente a la urna de la embajada de Costa Rica en Francia.
El cansancio de haber corrido más de 40 kilómetros pocas horas antes no impidió que la costarricense acudiera a la junta de recepción 6.487, en ese país, para votar.
Con la misma convicción que Retana, cientos de ticos residentes en el exterior viajaron largas distancias y enfrentaron condiciones adversas con tal de aprovechar la posibilidad de votar en el extranjero, por segunda ocasión.
Esta alternativa se habilitó por primera vez para el 2 de febrero.
Aunque la participación se enfrió para la segunda vuelta, quienes sí sufragaron lo hicieron con entusiasmo, según relatos de ticos y diplomáticos que estuvieron presentes en algunas de las 61 juntas receptoras de votos, habilitadas en 51 consulados de 41 países.
En Singapur, por ejemplo, votaron apenas nueve de los 28 inscritos (en febrero fueron 13), pero llegaron desde puntos tan lejanos como Malasia y Filipinas, según contó el embajador, Jairo Hernández.
“La concurrencia a la urna electoral fue mucho menor que en la primera ronda. Eso sí, los poquitos costarricenses que llegaron a hacernos compañía comieron bastantes empanadas de queso, frijol, chorreadas y café, pues hicimos para mucho más gente”, añadió Esteban Quirós, cónsul general de Costa Rica en India.
Una situación similar se vivió en Pekín, China, donde el acontecimiento se celebró con gallo pinto, Fresco Leche de chocolate, arroz con palmito e incluso tatuajes temporales para los electores.
La jornada de ayer también “estrenó a ciudadanos”, quienes votaron por primera vez. Tal fue el caso de Mario Kupferman, quien pudo emitir el sufragio en la junta receptora de Tel Aviv, tras 46 años de vivir en Israel.
En total, 12.654 costarricenses se inscribieron para los comicios en el extranjero. Aunque el registro fue voluntario, el abstencionismo en la primera ronda se acercó al 78%. El voto de ticos en el exterior le costó al Tribunal Supremo de Elecciones unos ¢4.698 por persona (cada vuelta), lo que equivale a unos ¢60 millones, en total.