El expresidente Oscar Arias Sánchez denunció que las instancias democráticas en Nicaragua han desaparecido y que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo debe ser reconocido como una dictadura en todas sus dimensiones. También, calificó las elecciones de noviembre próximo como una “farsa” e insistió en continuar con las denuncias sobre los atropellos a la democracia y los derechos humanos.
Así lo dijo este viernes Arias durante el foro “Elecciones 7/11 Nicaragua: Un proceso ilegítimo”, organizado en San José por la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano.
“En Nicaragua las instancias democráticas han desaparecido. Solo unos pocos fanáticos defienden el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Un demócrata, de izquierda o de derecha, debe reconocer que Nicaragua es una dictadura en todas sus dimensiones, en donde la separación de poderes ha desaparecido, los líderes de la oposición son presos políticos y la corrupción se ha adueñado del Estado.
“En Nicaragua, el sueño de la revolución sandinista dejó de ser una quimera para convertirse en una abierta pesadilla, una pesadilla en donde ser opositor al régimen conlleva amenazas, persecución, cárcel y en muchos casos hasta la muerte”, criticó el exmandatario, quien lideró las negociaciones de paz en Centroamérica a finales de la década de 1980.
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Nicaragua realizará este 7 de noviembre elecciones legislativas y presidenciales en las que Ortega busca su tercera reelección continua, con un poder electoral controlado por el Frente Sandinista y con líderes de oposición encarcelados, incluidos aspirantes presidenciales.
Con ese contexto, Arias señaló que en Nicaragua el pluralismo “es fingido”, donde “hay elecciones, pero se eliminan los partidos políticos de oposición, donde se restringe la libertad de expresión o de desplazamiento, donde las fuerzas armadas están adheridas al partido oficial y donde el poder económico del Estado se pone al servicio de su partido; ahí de nada vale la formalidad electoral”.
Por ello el exmandatario costarricense califica el proceso electoral como “burdas manipulaciones y un medio para que un sistema totalitario se disfrace de democracia. Y eso es lo que es la pretendida democracia nicaragüense: una farsa”.
Arias calcula que ese proceso será desconocido por la comunidad internacional, excepto algunos países como Venezuela y probablemente Bolivia.
A pesar de los malos augurios, resaltó que los nicaragüenses esperan un retorno a la democracia. El exmandatario recordó las negociaciones de los acuerdos de paz en Centroamérica que él encabezó a finales de la década de 1980, mientras en Nicaragua, El Salvador y Guatemala había guerra.
“No tuvo más opción que convocar a elecciones presidenciales”, dijo Arias sobre Ortega, quien recordó que Fidel Castro le recomendó al líder sandinista no caer “en la trampa que le tendía Oscar Arias, y que de ninguna manera aceptara efectuar elecciones”.
“Yo fui testigo del triunfo de la revolución sandinista y del aluvión de esperanza que desató en el pueblo de Nicaragua. Cuando fui presidente de la República por primera vez en el año 1986, recuerdo haberle dicho a Daniel Ortega que de él esperábamos que construyera una nueva Nicaragua y no una segunda Cuba, a lo que Daniel me contestó: ‘Lo que sí tengo claro es que no voy a construir una segunda Costa Rica’, rememoró el expresidente.
Con el retorno de Ortega en el poder, en el año 2006, en Nicaragua empezaron a desaparecer los controles al ejercicio del poder público, y se diluyeron sus límites.
“Este deterioro fue más visible aun en el fraude de las elecciones municipales del 2008 y en los esfuerzos evidentemente inconstitucionales de Ortega para permanecer en el poder después del 2012 y ahora, nuevamente, en la elección ilegítima de noviembre de este año”, remarcó.
Recomiendan elevar presiones
En el foro participó la activista nicaragüense Bianka Jagguer, quien pidió a la comunidad internacional desconocer el proceso electoral de noviembre, suspender a Nicaragua del sistema interamericano y sancionar al propio Ortega, a personas de su círculo de poder y a “colaboradores” del sector privado.
Del mismo modo, Jagguer pidió frenar el financiamiento internacional al Gobierno y condicionar que la ayuda humanitaria a Nicaragua se distribuya por organismos no gubernamentales.
Leandro Querido, director del organismo Transparencia Electoral, aseguró que en la práctica Ortega gobierna con un modelo de partido único como en Cuba y Venezuela, por lo tanto vio difícil que la situación cambie en Nicaragua donde se desarrollarían elecciones “fake” o “prefabricadas”.
“Esas elecciones no tienen sorpresas. Aquí todo el sistema electoral está diseñado desde el poder para reproducir el poder de Daniel Ortega. La comunidad internacional tiene que denunciar los atropellos, presionar para la liberación de presos políticos y ver si hay condiciones para que se presente observación electoral internacional”, propuso Querido.
Cynthia J. Arnson, directora para Latinoamérica del programa Wilson Center, recomendó indagar las empresas controladas por sandinistas ante el “cero” efecto en las elecciones de noviembre, de las sanciones de Estados Unidos en contra del círculo de Ortega.
“(Indagar) cómo están invertidos los fondos del sistema de pensiones militares. Si bien el director de este sistema ha sido sancionado por Estado Unidos, el sistema como tal no ha sido (castigado)”, recomendó Arnson.
Esta panelista ve improbable que Estados Unidos expulse a Nicaragua del acuerdo comercial de la región.
“Es muy difícil echar a un solo miembro y si se abre esta canasta, hay dificultades en cuanto a la gobernanza democrática en otros países de Centroamérica, El Salvador, Guatemala. Hay grandes desafíos en cómo se puede reformar el tratado.
“También, hay una especie de límite o contrapeso en cuanto a la extensión de las sanciones. Hay un temor de causar más daño y sufrimiento para la población nicaragüense. Es el segundo país más pobre de América”, expuso Arnson.