
Con la ayuda de traficantes de personas, los migrantes extracontinentales ahora están evitando el paso por Costa Rica, en su intención de llegar a Estados Unidos, mediante el empleo de rutas marítimas que los pasan desde Panamá o Suramérica hacia el norte de Guatemala o a México.
Este fenómeno redujo notablemente la llegada de migrantes al territorio costarricense por la frontera sur, afirmó el director de la Policía de Migración y de Fronteras, Allan Obando, quien agregó que los refugios migratorios levantados cerca del límite con Nicaragua ya están casi vacíos.
"Anteriormente estaban ingresando 100 personas extracontinentales al día, ahora llegan entre 15 y 20", explicó Obando a La Nación. "En el refugio de Santa Cecilia (La Cruz, Guanacaste) si acaso hay 8 personas", añadió en referencia a un sitio que el año pasado albergó más de 500 personas en forma simultánea.
Los migrantes extracontinentales son, en su mayoría, haitianos y cubanos, aunque también hay africanos y asiáticos. Usualmente, ellos llegan a países de Suramérica, como Brasil y Ecuador, desde donde parten hacia el norte con el fin de migrar a Estados Unidos.
Entre el 2015 y el 2016, Costa Rica registró el paso de unas 30.000 personas que debieron ser atendidas, por cuanto Nicaragua les cerró la frontera.
Sin embargo, varias circunstancias cambiaron la ruta terrestre del fenómeno migratorio. Además de la vigilancia militar nicaragüense en su frontera, Costa Rica reforzó también su vigilancia en el límite con Panamá. Se impidió el ingreso de más cubanos, por ejemplo.
Adicionalmente, Estados Unidos endureció sus políticas migratorias y, en enero de este año, eliminó la política pies secos-pies mojados, instaurada en la década de los 60, que otorgaba residencia y beneficios a los cubanos que llegaran por mar o tierra.
En consecuencia, los coyotes ahora echan mano de rutas marítimas con destino al norte de Guatemala y México.
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En cuanto a los haitianos, la mayoría se instaló en Brasil, adonde les abrieron las puertas a unos 40.000 después del terremoto del 2010 que destruyó las principales ciudades haitianas.

El acuerdo benefició a miles de damnificados por el terremoto. A su vez, las empresas encargadas de construir la infraestructura para el Campeonato Mundial de Fútbol (2014) y los Juegos Olímpicos de Río (2016) se garantizarían mano de obra.
Sin embargo, terminadas las obras y pasados el mundial y las olimpiadas, los haitianos se quedaron sin trabajo en Brasil, por lo que, con los ahorros que les quedaban, miles emprendieron la tarea de buscar el acceso a Estados Unidos, dadas las ventajas migratorias que se les otorgaban.
Esta presión migratoria generó un amplio negocio de coyotaje que activó redes desde Brasil hasta México, lo que obligó al endurecimiento del resguardo de las fronteras, en vista de que el resguardo de los derechos humanos de los migrantes implicaba fuertes desembolsos a los países que los recibían.
Solo en Costa Rica, el Gobierno de Luis Guillermo Solís abrió 32 albergues para dar refugio a esta población.