La intriga reinó ayer en la Asamblea Legislativa y marcó la comparecencia de la procuradora general de la República, Ana Lorena Brenes, ante la Comisión para el Control del Ingreso y el Gasto Público.
El embrollo fue tal que 35 diputados dejaron cualquier otra actividad, personal o política, para atestiguar los detalles de la conversación de Brenes con el exviceministro Daniel Soley.
Con esa cantidad de legisladores reunidos, casi se habría podido hacer una sesión del plenario del Congreso, para lo cual se requieren 38 legisladores.
Todos querían preguntar, incluso los que poco utilizan los micrófonos en el plenario, pero principalmente, todos pretendían saber cómo le pidió Soley a Brenes su renuncia y le ofreció la opción escoger entre cinco embajadas.
La procuradora lo contó todo, a partir de las 5:10 p. m. de ayer, luego de esperar la llamada de los parlamentarios, en el mismo edificio en que el ministro de Presidencia, Melvin Jiménez, aguardaba su turno: el Castillo Azul.
Luego de detallar aquella tarde de cafés del 6 de enero, en su despacho y en una cafetería, la procuradora enfrentó los cuestionamientos de los congresistas, quienes no solo atacaron a Soley, sino también a Brenes por no haber denunciado el ofrecimiento que le hicieron.
Antonio Álvarez del Partido Liberación Nacional (PLN), intentó determinar si la procuradora sintió que la oferta de Soley venía de la Presidencia y las razones para hacerlo.
En cambio, Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC), le dio varias opciones a Brenes para que ella dijera qué sintió tras la cita.
Ella dijo que sintió “una amenaza”, entonces, los cuestionamientos a la procuradora cambiaron de tono, al punto de buscar conocer la relación entre ella y el exviceministro Soley.
Por un café. Funcionarios del Gobierno, de la Procuraduría y del Congreso comentaron cada una de las respuestas y las preguntas, como la de Johnny Leiva, de la Unidad Social Cristiana (PUSC), interesado en saber si el café lo había pagado Daniel Soley, en la cafetería Giacomín.
El asunto del café preocupó al evangélico Gonzalo Ramírez, de Renovación Costarricense, quien le preguntó a Brenes su estado civil y la razón que fuera a una cafetería con Soley fuera del horario laboral, siendo casada.
“Yo no sé cuál es su estado civil. Yo tengo una muy buena relación con mi esposa, pero si salgo a tomar café con una mujer extra horario de trabajo a un lugar donde yo no tengo que estar, yo tengo serios problemas en mi casa”, dijo Ramírez.
Esa pregunta le costó a el reclamo generalizado en el salón. Los liberacionistas Antonio Álvarez Desanti y Maureen Clarke, así como la socialcristiana Rosibel Ramos, lo tacharon de machista.
Más tarde, en su cuenta de Twitter, el evangélico se disculpó con Brenes y dijo que no supo hacer su pregunta.