De hoy en un año, la presidenta Laura Chinchilla entregará su banda presidencial, pero antes de eso, su gobierno intenta apurar proyectos que no ha podido sacar adelante, entre los que se cuentan un plan fiscal y una ley de emergencia para generar electricidad.
Si fuera futbol, se podría decir que el Gobierno enfrenta su saprihora ; esos últimos minutos de un encuentro en el que se procura con desesperación conseguir los objetivos planteados.
Como metas incumplidas hasta ahora, están la reducción del índice de la pobreza a un 6%, el freno y disminución del desempleo, la construcción de centros de nutrición y fortalecimiento de la red de cuido y que la energía limpia llegue.
En un nuevo aire, la mandataria y su gabinete tratan de reavivar con diputados y sectores productivos una reforma tributaria que le procure ingresos frescos para financiar proyectos y una ley de contingencia eléctrica que garantice la energía necesaria para mover la economía del país a menor costo.
Desde su discurso del 1.° de mayo y hasta ayer, la mandataria aprovecha cada oportunidad para enfatizar la apertura al diálogo y este martes anunció la instrucción al ministro de Planificación, Roberto Gallardo, para establecer mesas de conversación que permitan avanzar con sus proyectos.
Este diálogo va más allá de los actores políticos, según relató la presidenta luego de la reunión con sus ministros ayer en la Casa Presidencial: “Nos hemos comprometido a impulsar un más intenso diálogo social, con distintas fuerzas de la sociedad civil; en cuenta cámaras, gremios y organizaciones no gubernamentales”.
Para el politólogo e investigador del Programa Estado de la Nación, Juan Murillo, el camino del Gobierno se perfila cuesta arriba, si bien los problemas son reales.
“Mi opinión personal es que considero que no es el ambiente ideal para llevar a cabo este proceso”, apuntó Murillo, quien cree que el año electoral va a complicar cualquier aumento de impuestos.
Durante estos tres años al frente de Casa Presidencial, Chinchilla enfrentó problemas de comunicación para pasar los proyectos de ley que vendrían a respaldar sus promesas de campaña, según ha reconocido el ministro de Comunicación, Francisco Chacón.
Cuánto ha mejorado esa comunicación y la capacidad de diálogo, se perfilan como los principales retos para lo que queda del mandato.
A esto se le suman situaciones imprevistas, como el conflicto con Nicaragua, que la llevó a la construcción de una trocha fronteriza que, de momento, le trajo más problemas de corrupción que éxito.
Sin embargo, en el fondo de la discusión, las metas del plan de Gobierno de la presidenta siguen allí, a la espera de ser cumplidas.
Lo pendiente. A criterio del ministro de Planificación, Roberto Gallardo, aún es posible, al menos en un 90% de los retos que se trazaron a nivel nacional.
Temas como el crecimiento de la economía, mejorar el índice de competitividad en el mundo y la inflación interna, el desempleo y la atención a 20.000 familias en extrema pobreza, pasan, de acuerdo con Gallardo, por una necesaria reforma tributaria, que facilitaría los recursos para cumplir con la palabra empeñada.
Otras propuestas como la de producir el 95% de energía por fuentes sostenibles está a la espera de leyes como la de contingencia eléctrica, que, de momento, empieza de cero en el Congreso.
En el tema de seguridad es donde, en criterio del jerarca, el Gobierno ha logrado más avances.
Como parte de los planes para mejorar el cumplimiento de estas metas, la presidenta apuesta todo para su saprihora . En un año, se sabrá si la estrategia del último cuarto de su gobierno funcionó o no.