Era la 1 p. m. y el sol empezaba a ceder su protagonismo para dar campo a nubes oscuras cargadas de lluvia.
A esa misma hora, comenzaban a llegar al edificio de la Antigua Aduana las delegaciones internacionales invitadas a un almuerzo ofrecido por el presidente de la República, Luis Guillermo Solís, y la primera dama, Mercedes Peñas.
Mientras la prensa esperaba ansiosa a los diferentes mandatarios, jefes de Estado y al príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y Grecia, el grupo folclórico “Heredia por media calle” amenizaba la jornada con sus coreografías de bailes típicos y las correrías de una mascarada.
Estos niños y jóvenes de la Ciudad de las Flores repetían su rutina una y otra vez con la esperanza de lucirse ante los invitados internacionales, especialmente ante el heredero de la Corona Española, pero también ante el hombre que asumió la presidencia de la República de Costa Rica ayer en el Estadio Nacional.
Los bailarines no eran los únicos emocionados ante la llegada del príncipe de Asturias. Cerca de la puerta por donde ingresaban los invitados, un grupo conformado en su mayoría por damas esperaba verlo de cerca. A las 2 p. m., un trueno pareció anunciar el recorrido relámpago del príncipe por el pasillo que lleva a la nave central del edificio de la Antigua Aduana.
Él caminó deprisa y apenas saludó a la concurrencia. Sus admiradoras guardaron silencio cuando lo vieron pasar, pero apenas entró empezaron a cuchichear entre sí.
A los jóvenes heredianos ni siquiera les dio tiempo de presentar su danza ante el representante de la realeza española.
Pero aún faltaba el presidente de la República. Y el nuevo mandatario hizo su ingreso por el costado norte de la explanada, por donde nadie lo esperaba.
Sin embargo, en cuestión de segundos una avalancha de periodistas, camarógrafos, fotógrafos y los niños del grupo folclórico se abalanzaron hacia el mandatario y la primera dama, a tal punto que algunos adultos tuvieron que formar una barrera humana para proteger a los menores.
Solís y Peñas apenas tuvieron tiempo de sonreír y saludar.
Esta vez no hubo fotos posadas ni selfies y la pareja presidencial se movió rápido hacia el edificio para disfrutar del almuerzo. “Bueno, por lo menos nos dijo ‘muchas gracias’”, comentó una mujer, algo decepcionada.
Algunos niños y jóvenes se veían cabizbajos pues tenían la ilusión de saludar de cerca al mandatario y quizá pedirle un autógrafo. “Se suponía que el espectáculo era para él y, lastimosamente, algunos periodistas se metieron y no nos dejaron terminarlo. Eso nos pareció una falta de respeto, pero igual fue una experiencia bonita”, expresó Myron Calderón, 16 años, alumno del Colegio Técnico de Mercedes Norte de Heredia.
“Fue una experiencia nueva y muy enriquecedora representar a Costa Rica frente a muchos presidentes de otros países”, dijo su compañero José Espinoza.
Y el agua hizo su aparición al comenzar el almuerzo.
Dicho menú incluyó ensalada de palmito con aguacate y crema de pejibaye como entrada; atún y lomito como plato fuerte, y, de postre, crema catalana con chiverre, cajeta y dulce de coco.