José Pablo Sibaja, de Nueva República, da un discurso en el plenario de la Asamblea Legislativa. Foto: Asamblea Legislativa.
Entre agosto y setiembre de este año, en el periodo conocido como sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa, los diputados repitieron una tendencia de trabajo en el plenario que se viene presentando desde mayo pasado: la de hacer sesiones plenarias cortas.
La situación se siguió presentando en el Congreso a pesar de que, desde agosto, son los congresistas quienes tienen el control de la agenda legislativa y ya no el presidente de la República, Rodrigo Chaves, como sucedía entre mayo y julio.
Es más, en promedio, ahora están sesionando menos horas en total que durante el primer mes de labores. El promedio de las sesiones de plenario de mayo sumaba dos horas y 15 minutos, mientras que el promedio de las sesiones plenarias de agosto y setiembre llega apenas a dos horas y 12 minutos.
Durante las sesiones extraordinarias, entre mayo y julio, es el Gobierno el que tiene el control de la agenda y, en aquel momento, los diputados culpaban a Rodrigo Chaves y a su fracción legislativa de la falta de trabajo, argumentando que la agenda de proyectos era escasa, pero ¿ahora quién es el responsable?
En las sesiones ordinarias (de agosto a octubre), por mandato constitucional son los legisladores los que pactan cuáles proyectos discuten y aprueban en el plenario, así como el tiempo que van a laborar realmente.
Lo usual es que las seis fracciones se pongan de acuerdo sobre la lista de proyectos, que a veces es tan pequeña que, por lo general, la moción donde se aprueba dicha agenda tiene siempre incluido un permiso de que el presidente del Congreso levante la sesión antes de la hora reglamentaria.
El Reglamento de la Asamblea ordena que las sesiones de plenario se extiendan por tres horas, los días lunes, martes y jueves, y por dos horas las de los miércoles. Sin embargo, la regla ha sido que los días lunes, martes y jueves sesionan, en promedio, dos tercios del tiempo exigido por la norma reglamentaria.
Con esto, ha habido sesiones tan cortas como la del 15 de setiembre, que se dedicó solo a discursos protocolarios sobre el aniversario 201 de la Independencia, que con todo y los himnos solo duró una hora y cuatro minutos.
También hubo sesiones regulares, con discusión de proyectos de ley y tiempo para el control político, pero que se han extendido apenas por una hora y 10 minutos, o una hora y media, varias de ellas.
Pocas sesiones de tres horas
De las 24 sesiones contabilizadas entre el 1.º de agosto y el 27 de setiembre, sin tomar en cuenta las de los miércoles (que solo pueden durar dos horas), solamente cinco de ellas han llegado o sobrepasado las tres horas reglamentarias.
Una de esas sesiones fue la dedicada a la interpelación a la ministra de Salud, Joselyn Chacón, por el estado de la salud en el país y la vacunación contra la covid-19. También hay que decir que se han cancelado varias sesiones, como la del miércoles 28 de setiembre por la gira al cantón central de Puntarenas; o la del 14 de ese mismo mes, por los actos de celebración de la Independencia.
Además, en agosto hubo dos feriados: el martes 2 y el lunes 15, mientras que en setiembre se aplicó el feriado por la Independencia el lunes 19 del mes. Es decir, esos días no laboraron.
La situación no dista para nada de cuando era Chaves quien definía la agenda, pues tal como lo reportó La Nación, a principio de junio, hubo sesiones de apenas 44 minutos y otras siete que llegaron a las tres horas definidas por Reglamento, o incluso las sobrepasaron, hasta casi las cuatro horas de plenario.
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Entre las causas para que se sigan repitiendo las sesiones cortas, se encuentra una recurrente en las reuniones de las jefaturas de fracción, que las fracciones piden y piden tiempo para tomar decisiones o estudiar los proyectos de ley que se podrían estar discutiendo en el plenario, lo cual posterga las discusiones.
Tanto la oficialista Pilar Cisneros, jefa de Progreso Social Democrático (PPSD), como las vocerías de las bancadas de oposición lanzan la misma frase, cada jueves, especialmente en proyectos de mayor polémica, y encuentran fácil acuerdo en las poquísimas iniciativas de más fácil tramitación.
El presidente de la Asamblea, Rodrigo Arias, es uno de los que responde, consultado por la prensa, más en favor de la calidad que de la cantidad de proyectos de ley aprobados; sin embargo, las agendas también han estado ocupadas por los expedientes que en la jerga legislativa se conocen como “chayotes”, es decir, sencillos y de amplio acuerdo.