Un traje entero negro con corbata color gris y zapatos mocasines. Ese fue el atuendo con el que asistió la diputada Marcela Guerrero Campos, del Partido Acción Ciudadana (PAC), a la jornada política de este 1.° de mayo.
De acuerdo con la legisladora, esta es su forma de protestar por la escasa participación de las mujeres en puestos de poder y decisión.
“Las mujeres asumimos incluso las responsabilidades de los compañeros en cuanto a tareas que deben ser compartidas. Seguimos ganando espacios, pero no los suficientes para tomar decisiones, tener voz propia y poder de decisión, lo cual sí se le otorga de manera casi automática y sin prejuicios a nuestros compañeros” afirmó Guerrero.
El reclamo de Guerrero se produce en una Asamblea Legislativa que vio disminuida su participación femenina en comparación con la del periodo anterior, y en un 1.° de mayo antecedido por un movimiento de diputadas que abogó por la elección de una mujer para el cargo de presidenta del Directorio, algo que no ocurre desde hace 16 años. La última fue Rina Contreras, de la Unidad Social Cristiana (PUSC), en el periodo 2000-2001.
La composición del Congreso actual es reflejo de la situación del liderazgo femenino en puestos políticos, pues el porcentaje de mujeres diputadas electas bajó de 23 a 18 en comparación con el periodo 2010-2014. En porcentaje, la participación bajó de un 40% a un 32%. Por la provincia de Limón, por ejemplo, ninguna mujer resultó electa diputada.
Así ocurrió a pesar de que, en las elecciones nacionales del 2014, los partidos estaban obligados por primera vez a presentar intercalar hombres y mujeres en sus papeletas. Esta obligación legal, llamada paridad vertical, consiste en que, si un partido presenta a un hombre en el primer lugar de una nómina, en el segundo lugar debe estar una mujer; y viceversa.
Los partidos colocaron a hombres encabezando la mayoría de las papeletas provinciales.
Si bien desde 1996 el Congreso fijó una cuota mínima de 40% de participación femenina electora, ese porcentaje solo se alcanzó en el 2010.
La cifra actual de 32% está incluso por debajo de los resultados del 2002 (35%) y 2006 (38%).
En febrero pasado, las elecciones municipales reflejaron una situación similar. De las 81 alcaldías que tiene el país, solo 11 fueron ganadas por mujeres. Es decir, un14%.
A esto se le une el hecho de que, en 19 cantones, no había posibilidad alguna de elegir a una mujer como alcaldesa, pues las papeletas de todos los partidos eran lideradas por hombres.
En las elecciones municipales también se exigía paridad vertical, intercalando hombres y mujeres entre alcaldía, primera vicealcaldía y segunda vicealcaldía. De las 745 candidaturas femeninas, el 84% (629) correspondió a puestos en vicealcaldías.
Un fallo de la Sala Constitucional de noviembre de 2015 da esperanzas de que la situación cambie.
Los magistrados ordenaron que, a partir del 2018, los partidos tendrán que poner a mujeres a encabezar las papeletas de tres o cuatro provincias del país y dejar a los hombres las restantes cuatro o tres. Lo mismo sucederá con los puestos de regidores en las elecciones municipales de 2020: 40 o 41 cantones encabezando con hombres y el resto con mujeres. Esto se conoce con el nombre de "paridad horizontal".