El piloto dijo NO SE PUEDE, pero el Presidente insistió. Su jefe de seguridad, el veterano aviador Armando D'Ambrosio, también dijo NO, pero Figueres pidió elevar el aparato.
El apuro del mandatario pudo más que el riesgo. Instantes después el frágil helicóptero Hughes para cuatro pasajeros, del Ministerio de Seguridad Pública, se elevó entre la cerrada neblina que cubría San Ramón, Alajuela, la tarde del 21 de abril.
Lucía más apresurado y ansioso de lo acostumbrado. José María Figueres contradijo las razones de sus expertos acompañantes, sugirió un rumbo y propuso volar a baja altura durante unos minutos. Pactó que si las nubes no se despejaban regresarían a la plaza de la urbanización Poró, donde entregó bonos de vivienda.
Pero 15 minutos después aterrizó a salvo en la Zona Franca de Barranca, a tiempo para inaugurar una fábrica textil, atacar al Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) y pedir unión nacional.
En su primer año de gestión presidencial, Figueres Olsen tampoco ha dudado en intentar cumplir con una apretada agenda de gobierno, aunque eso implique lanzarse hacia espesos nubarrones.
La seguridad absoluta que tenían él y su Gabinete de conocer la ruta correcta para el país, aunque solo fuera en el mapa, condujo a su administración hacia peligrosas y múltiples turbulencias. Pero en este período la realidad ha mostrado ser una dura maestra.
Luego de meses de confrontación e intentos de diálogo, el estilo de gobernar de Figueres da signos de cambio y surgen expectativas de que los nublados se aclaren.
"Ha habido evolución en la forma de conducción del Presidente, de un estilo muy gerencial, preocupado por el conjunto de todos los programas, a un proceso de concentración en lo estratégico y más abierto a delegar", opina el ministro de Educación, Eduardo Doryan, uno de los colaboradores más cercanos al madatario.
Metas y conflictos
En este período hubo logros concretos, principalmente en educación y salud, pero aún así el primer año estuvo caracterizado por enfrentamientos constantes con el PUSC, choques con el Poder Judicial, huelgas y manifestaciones callejeras, ambiguas decisiones económicas, incertidumbre de los empresarios y la carencia de respaldo de una población escéptica.
"La tónica fue la falta de diálogo. No han sabido manejar las negociaciones, ni mostraron voluntad para hacer un gobierno de consenso", opina el sociólogo Roberto Salom.
Para el politólogo y diputado socialcristiano Constantino Urcuyo, el Gobierno creó casi gratuitamente una correntada en su contra pues "para ellos las cosas se hacían solo como ellos decían" Y esto, según ambos analistas, fue así a pesar de tres factores que requerían la máxima sutileza política:
Figueres llegó al Gobierno con un triunfo muy precario y desgastado por una agresiva campaña política. Debía enfrentarse con problemas cíclicos y terminales de nuestra sociedad, como el desbalance fiscal, la insostenibilidad de los regímenes de pensiones y el anquilosamiento del aparato estatal, entre otros. A pesar de estas condiciones tormentosas, tenía intenciones de hacer obra rápidamente y avanzar en todos los frentes, principalmente en el campo social.
En 12 meses la experiencia le enseñó a él y a su equipo que en la realidad política las nubes son de barro. Aprender a dialogar, a negociar, a ceder y a hacer concesiones son las lecciones en curso."Tenían una concepción simplista de lo que era gobernar, pensaban que era solo venir a hacer obra, sin tomar en cuenta la sana administración", que incluye la delicadeza del manejo político, manifiesta Rodolfo Méndez, exjefe de la fracción legislativa socialcristiana.
Mucha seguridad, pero...
El Gabinete transpiraba un ímpetu férreo al asumir el poder, el pasado 8 de mayo. Parecían tener las soluciones finales a la creciente desigualdad social, el retroceso de la educación y la salud, el anquilosamiento del Estado y los desbalances fiscales.
Su proyecto cuestionaba las medidas de corte neoliberal, renunciaba al camino señalado por los organismos financieros internacionales y abogaba por un acoplamiento de las políticas económicas con las sociales.
Pero carecían de experiencia política, empezando por Figueres, primer Presidente en los últimos 25 años que no ha sido diputado, y cuyos antecedentes en la función pública se limitan a dos años como Ministro de Agricultura y Ganadería en la administración Arias (1986-1990).
"Ellos traían experiencia de nivel medio, pero no de primera línea en el juego político", asevera Constantino Urcuyo. Un mes después de tomar el poder el panorama se complicó: desde un explosivo panorama fiscal hasta la quiebra del Banco Anglo Costarricense aparecieron ante los ojos del novicio Gabinete.
"No hay cosa más real que la realidad", recuerda Eduardo Doryan al admitir que en los primeros cuatro meses de gobierno se encontraron con un panorama más severo que el imaginado.
Apoyo al PAE III negociado por la administración Calderón, reducción del gasto público e incremento de impuestos y recorte de puestos públicos acapararon, entonces, el quehacer. "Lo hecho hasta ahora dista mucho de lo proclamado en la campaña y da la impresión de que lo que están haciendo no tiene otro norte que lo dictado por los organismos financieros internacionales", sentencia Salom.
Pero Doryan lo niega. "Hemos sido consecuentes con lo expuesto en la contienda electoral. A pesar de la crisis no hemos afectado lo social. Hemos entregado 50.000 soluciones de vivienda, este año se cumplirá con los 800 equipos básicos de atención integral en salud y tenemos 73.000 niños aprendiendo un segundo idioma", destaca el Ministro, entre otros logros de este gobierno.
Los muros
En el fondo está la suerte del llamado "proyecto Figuerista" , ese mapa bien esbozado teóricamente con el cual esta administración deseaba gobernar, pero que se tornó simple ante las corrientes impredecibles de los grupos de presión.
Sin embargo, para concretarlo, el Gobierno hasta ahora no ha contado con el apoyo de ningún sector. Hacer alianzas podría ser una necesidad durante este año para tener puntos de apoyo a sus propuestas, máxime cuando ni siquiera ha puesto en práctica las medidas económicas más duras de su gestión.
Sus más cercanos colaboradores confiesan que en este momento hay un estancamiento en el proyecto gubernamental. Incluso el 8 de abril, Figueres debió admitir el atraso en el cumplimiento de muchas promesas de campaña debido, según adujo, a la crítica situación fiscal y la ingobernabilidad del país.
El déficit fiscal en relación con el producto interno bruto (PIB) pasó de 1,4 por ciento en 1993 a la la cifra récord del 8 por ciento en 1994, y en enero menos del 30 por ciento de los costarricenses apoyaba su labor según las encuestas de UNIMER.
?Los motivos de tanto retumbo en este primer año? Hay muchos. Analistas, ministros y opositores políticos dan algunos:
Novatez y falta de experiencia política. La concentración de poder en un influyente grupo de jóvenes ministros, más técnicos que políticos, que se impuso a otros funcionarios de más experiencia. Constantes actitudes de confrontación, autoritarismo y carencia de voluntad de diálogo. Dispersión de la acción de gobierno. Las heridas dejadas por la campaña política. Una situación fiscal peor de la esperada al tomar el poder. Menor margen de acción política, legal y económica, y un panorama de creciente ingobernabilidad Relegamiento de los sectores tradicionales del PLN.
Un nuevo puente
Pero desde el 30 de marzo, cuando el primer vicepresidente de la República, Rodrigo Oreamuno, se reunió con el excandidato presidencial socialcristiano Miguel Angel Rodríguez, hay un evidente cambio.
Pedir excusas por los yerros cometidos y concertar un diálogo permanente con la cabeza de la oposición, el expresidente Rafael Angel Calderón, parecieran ser los primeros resultados de una virtual transformación de la actitud.
"Con humildad, disculpas, perdón. Vamos a corregir nuestros errores", reconoció Figueres el 25 de abril, en cadena de televisión, en una declaración sin precedentes.
Tres días después los hijos de José Figueres Ferrer y Rafael Angel Calderón Guardia revelaron un acuerdo para "resolver de manera profunda y sostenida los principales problemas nacionales acumulados durante muchos años". Un acto que también se constituyó en una nueva ostentación del poder del PUSC.
Lograr el consenso con todas las fuerzas políticas, económicas y sociales es la tarea pendiente. Buscar acuerdos con sectores tan disímiles como los sindicatos y los empresarios será solamente uno de los retos para el segundo año de gobierno.
Saben que aquello que no logren concretar entre 1995 y 1996 no lo podrán alcanzar.
El "proyecto figuerista"
Al asumir el Gobierno, José María Figueres y su equipo se propusieron avanzar con ímpetu imparable en lo que habían llamado "el proyecto figuerista".
Por el énfasis y la seguridad al hablar aparecían como una aplanadora política, segura de tener la receta exacta para convertir a Costa Rica en una nación desarrollada.
Remozar los principios ideológicos del Partido Liberación Nacional (PLN) y darle "rostro humano" a los ajustes de la estructura económica del país eran las premisas fundamentales.
Para ellos, la participación del Estado en la sociedad continúa siendo estratégica, e incluso debe ser fortalecida en aquellos campos esenciales donde su papel ha sido disminuido, como los programas de inversión social.
El desarrollo sostenible se convirtió en el marco conceptual; sostenible en relación con la naturaleza, la integración social y los recursos financieros del país.
El equipo de Gobierno colocó los objetivos económicos en función de los sociales y políticos. Esto implicaba impulsar una reestructuración tributaria y del gasto público, pero no solo para mejorar los indicadores macroeconómicos, sino con el afán de darle mas recursos a los programas sociales.
En este campo se planteó entonces una reforma sanitaria centrada en la medicina preventiva, una reforma educativa orientada a mejorar la calidad de la enseñanza pública, la recuperación de la seguridad ciudadana y el logro de 200.000 soluciones de vivienda, entre otras.
Sin embargo, para alcanzar estas metas era necesario reformar el Estado, con el fin de satisfacer con agilidad y eficacia las demandas de la sociedad. Por esta razón pretende fortalecer las áreas débiles y reducir programas obsoletos.
Con este conjunto de transformaciones, el Gobierno buscaba recuperar la gobernabilidad del país e incrementar la participación del ciudadano en la toma de decisiones.
-Fuentes: Programa liberacionista para el bienestar de los costarricenses. Entrevista con Eduardo Doryan y asesores del presidente José María Figueres.
Acción ante todo
Impulsivo, prepotente y autoritario. Ejecutivo, pragmático, e hiperactivo. Ya sea para atacarlo o defenderlo, cualquier adjetivo usado por adversarios y compañeros del presidente Figueres apuntan a su principal rasgo: la acción.
Detener una huelga en los muelles de Limón a las 3:00 a.m. al frente de un pelotón policial, bucear al amanecer durante una cumbre hemisférica o elevarse en helicóptero en medio de la espesa neblina, para llegar a tiempo a otro sitio, son solo tres detalles.
Colaboradores cercanos consideran que en su forma de actuar es evidente la influencia de su formación en la Academia Militar de West Point, Estados Unidos, y la experiencia empresarial en los negocios familiares.
Cuando toma una decisión, es difícil hacerlo cambiar de parecer. Quien quiera intentarlo debe prepararse para una discusión en la cual tendrán que usarse todos los argumentos. Sin embargo, es capaz de modificar sus posiciones radicalmente si logran convencerlo.
Para quienes le rodean, Figueres alienta el trabajo en equipo y la organización. Procura ser esquemático y concreto en la exposición de sus ideas.
De estas características también se derivan las críticas de sus adversarios políticos. "En la psicología del Presidente las cosas tienen que hacerse ya, pero olvida que una cosa es pensar algo y otra hacerla", opina Constantino Urcuyo, politólogo y diputado socialcristiano, al cuestionar el ímpetu del gobernante.
El jefe de la fracción legislativa socialcristiana, Rodolfo Méndez, va más allá. Para él, la arbitrariedad y el espíritu de confrontación son las actitudes que predominan en el mandatario.
Figueres es el primer mandatario en 25 años que no ha sido diputado y su trayectoria política previa se reduce a dos años como Ministro de Agricultura y Ganadería en la administración Arias.
Esto ha influido en su quehacer, según Urcuyo, pues llegó a gobernar sin haber aprendido a negociar y hacer concesiones sin entender que "el país es un conglomerado de sectores".