Por lo general, los coyotes buscan "cruzar" a sus clientes por las zonas menos vigiladas de la frontera entre Estados Unidos y México, donde haya menos posibilidades de que la Policía de Fronteras los atrape.
Pero en el caso de niños, mujeres o familias, en ocasiones los traficantes usan una técnica opuesta: los dejan estratégicamente en un punto más transitado, solos, a la espera de que alguna patrulla los vea y los asista, con la esperanza de que los dejen quedarse.
La experiencia y la intuición le dicen a la periodista Perla Trevizo que eso pudo ser lo que le ocurrió al niño costarricense de seis años que fue hallado en medio del desierto de Arizona la tarde del martes.
Trevizo labora para el medio estadounidense Arizona Daily Star, y se ha dedicado a la cobertura de temas migratorios durante 10 años. En ese tiempo ha aprendido sobre las condiciones en las que viajan los migrantes y las técnicas que emplean los coyotes.
La comunicadora explicó que el proceso que se le da a un menor de edad que ingresa ilegalmente a Estados Unidos es distinto al de los adultos, pues una vez que los oficiales de fronteras los encuentran son remitidos a un refugio, donde trabajadores sociales los ayudan a buscar familiares en el país mientras se resuelve su situación.
A los adultos, por el contrario, las autoridades de migración usualmente les atribuyen cargos criminales y, dependiendo del caso, son deportados u obtienen la posibilidad de solicitar protección.
"Como el proceso para los menores es distinto, pues a lo mejor es mas fácil para el Coyote decirle simplemente 'esperate, alguien va a venir', en vez de que se arriesgue el coyote a que lo arresten a él", explicó Trevizo.
Precisamente, el niño tico fue hallado por la Policía de Fronteras al borde de la carretera, en la localidad de Lukeville, Arizona. Según relató el menor, lo llevó "un tío", quien lo dejó solo y le dijo que alguien iría a buscarlo. El camino lo estaba emprendiendo para reunirse con su mamá, quien reside en condición irregular en Estados Unidos.
De acuerdo con Trevizo, las noticias de menores que viajan solos a través de la frontera son escasas, pues es más común que viajen con sus familias.
No obstante, los niños que sí se hallan solos en esa región, o aquellos que son separados de sus familias, son enviados a un albergue en Tucson llamado Southwest Key.
De acuerdo con una publicación del Arizona Daily Star, entre el 19 de abril y el 31 de mayo, en toda la frontera entre México y Estados Unidos, la Policía de Fronteras dejó en custodia a 1.995 menores de edad, mientras los 1.940 adultos con los que viajaban eran procesados judicialmente.
Esas detenciones obedecen a la política de cero tolerancia que aplicó durante los últimos meses el gobierno de Estados Unidos con los migrantes que ingresaron irregularmente a ese país, aunque las autoridades costarricenses aseguran que el caso del niño costarricense no tiene ninguna relación con esa situación.
Trevizo explicó que los núcleos familiares que intentan cruzar por la zona, en la que fue encontrado el menor costarricense, suelen salir de un pueblo mexicano llamado Sonoyta, ubicado a cuatro kilómetros de Lukeville.
Ese pueblo estadounidense está rodeado por el desierto, es pequeño y alberga uno de los más de 300 puntos de entrada al país.
Otros grupos de migrantes toman rutas más hacia el oeste, las cuales son mortíferas por lo extremo de las condiciones en las que deben caminar.
"Es un trayecto largo, dura varios días, es imposible cargar suficiente agua para lo que necesitarías para el trayecto, hay muy pocas viviendas", describió Trevizo.
Desplazados por la violencia y el hambre
Las historias que escuchan los periodistas que cubren la migración en la frontera sur de Estados Unidos son diversas, pero la regla es que están marcadas por la violencia y la pobreza.
"Se me hace que sus historias son mucho más complejas de lo que uno logra captar, pero algunas de las cuestionas que he logrado escuchar, pues extorsiones, pandillas, abuso o violencia doméstica, los carteles, pobreza extrema, o gente que por ejemplo no les cayó la lluvia y perdieron la cosecha y no tienen ni para comer, y para unos es una combinación de varias de esas cosas", explicó Trevizo.
De acuerdo con la periodista, la mayoría de los migrantes con los que han logrado hablar últimamente proceden de Guatemala.
En las últimas semanas, en el puesto fronterizo del poblado de Nogales, ubicado a cuatro horas de Lukeville, se han formado largas filas de migrantes que esperan ser atendidos por las autoridades de Migración, con la expectativa de obtener permiso para quedarse en el país.
Vecinos de la zona, de ambos lados de la frontera, han buscado la forma de contribuir con esos viajeros.
"Gente de ambos lados de la frontera iban todos los días a darles comida, a darles agua, pañales, a jugar con los niños. Había voluntarios de ambos lados todos los días, tratando de ayudarle a las familias a que estuvieran un poquito mas cómodas mientras esperaban", contó Trevizo.