¿Qué implica la restauración de un edificio antiguo en Costa Rica?

El arquitecto Andrés Huertas comparte su experiencia a cargo de los trabajos para restaurar la vieja gloria de dos escuelas cartaginesas de los años 30

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“Es mucho más fácil pintar una pared y hacerla nueva, que comenzar a restaurarla”, señala el arquitecto Andrés Huertas, quien dirige la empresa que estuvo a cargo de las obras en las escuelas cartaginesas Jesús Jiménez Zamora y Ascensión Esquivel Ibarra.

Ambos centros educativos, ubicados en el cantón central de la provincia, iniciaron este miércoles el nuevo ciclo lectivo con una imagen renovada tras un proceso de restauración que inició en setiembre del 2017.

Pero poco se imaginaban los estudiantes, mientras hacían su paso al interior de sus respectivas escuelas, que aquellas puertas de madera que se abrieron para recibirlos, son un testamento de la rigurosidad que conlleva el proceso de restauración.

“No es lo mismo restaurar que remodelar. Las puertas de madera fueron lijadas, el periodo de restauración de cada una fue de hasta 17 días, en las paredes, se removieron hasta 15 capas de pintura”, contó a La Nación el director de la Jesús Jiménez, Alberto Monge.

Para Huertas, la restauración es “devolverle la apariencia original al inmueble” y también “darle un valor histórico”, para que las nuevas generaciones tengan una idea cercana de cómo la edificación lucía en un principio.

La investigación previa al inicio de las obras es vital para respetar el pasado, de acuerdo con el experto es necesario conocer un poco de la historia de cuándo se construyó la estructura, en qué periodo, quiénes estaban de presidentes y quiénes estaban en el Ministerio de Obras Públicas, ya que esta institución era la encargada de realizar los proyectos.

La importancia de los detalles

Huertas considera necesario ver el tema de la restauración como “un asunto de respeto a lo que se quiere rescatar, que es un bien inmueble”, y cómo los detalles pueden hacer la gran diferencia. Así ocurrió cuando trabajaban removiendo la pintura del escenario del salón de actos de la escuela Jesús Jiménez y descubrieron una serie de decorados antiguos.

“Eventualmente uno podría también tomar la mala decisión de decir: bueno eso no tiene un valor histórico, no me toca a mí, no me corresponde hacerlo, sino más bien al Centro de Patrimonio”, dijo.

“Cada detalle que aparece, que usted dice: ‘tal vez no era una pintura muy valiosa’, pero tiene 84 años y habría que ver si eso le da un valor histórico adicional, porque posiblemente tras restaurar las paredes, quedarán muy bonitas, pero no te encontrás con nada que te indentifique con ese pasado”, expresó Huertas.

El arquitecto cuenta que cuando rasparon la pared del escenario y observaron los detalles bajo la pintura, fueron atraídos por lo interesante del descubrimiento.

“No sabemos si es valioso, al final de cuentas, porque tal vez no fue hecho por un pintor reconocido, ni es una obra de arte; es solamente el hecho histórico de que estuvo ahí, en el momento en el que se construyó eso hace 84 años. Es un testimonio vivo de lo que se hizo en ese momento”, explicó.

Para el experto, entre más las personas se familiaricen con la forma en que se hicieron las cosas, “le toma cariño a la historia” y esto evitaría que sigan derribándose los edificios históricos de nuestro país.