Trabajadores chinos buscan adaptarse a 'ritmo tico' en construcción de vía a Limón

CHEC trajo al país 105 chinos para la ampliación de la carretera al Caribe; en los próximos meses vendrán 160 o 170 más.

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Hace dos meses, Rafael Cham no era Rafael Cham; su nombre verdadero es Ji Jiang y vivía en Yunnan, una provincia ubicada al sur de China, muy cerca de la frontera con Birmania.

Ahora, Ji Jiang, de 27 años, vive en El Cairo de Siquirres, Limón, y se bautizó como Rafael porque ese nombre es más fácil de pronunciar para los costarricenses.

Llegó a Costa Rica en abril para incorporarse al equipo de trabajo de la empresa China Harbour Engineering Company (CHEC), encargada de ampliar los 107 kilómetros de la carretera entre el cruce hacia Río Frío y el centro de Limón. También busca perfeccionar su español.

¿Qué es lo que más le gusta de Costa Rica? "Cielo muy claro", responde el joven asiático en un español que aún no incorpora artículos a las oraciones y que sustituye las erres por eles.

Siente admiración por el verde que predomina en los paisajes del Caribe y desea conocer los volcanes del país. Le teme a los mosquitos porque ha leído sobre el dengue y la chikungunya.

Al preguntarle sobre lo que no le gusta de Costa Rica, Rafael se toma unos segundos –probablemente busca en su español básico las palabras correctas para no decir algo políticamente incorrecto u ofensivo– y contesta: "Costarricenses trabajar poco más lento".

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La respuesta de Rafael coincide con la de otros asiáticos entrevistados, el jueves pasado, en el campamento que construyó CHEC en Siquirres. Allí funciona la base de trabajo para la ampliación de la vía.

En ese lugar viven 105 asiáticos entre ingenieros, administrativos, cocineros y traductores. En la construcción de la nueva carretera también trabajan 210 ticos.

En los próximos meses vendrán entre 160 y 170 trabajadores chinos más, quienes se encargarán de labores de campo, como construcción de puentes e intersecciones.

Azucena, otra china de 23 años que llegó al país en enero para asistir en traducción de documentos, cree lo mismo: "Los costarricenses y sus instituciones trabajan más lento".

Afirma la mujer –quien en China se llama Guo Xingyu– que le ha costado adaptarse al "ritmo" al que trabajan los costarricenses y sus instituciones porque "tardan mucho" en contestar una solicitud de documentos o realizar una gestión.

A pesar de que le molesta esa lentitud, la joven intenta ser diplomática: "hacer las cosas así (lento) es bueno, porque así se aseguran que están bien hechas".

Zhou Jingxiong, gerente de proyecto de CHEC, reconoció que han enfrentado problemas para armonizar la cultura de trabajo china con la costarricense.

El contrato de crédito por $395 millones para ese proyecto fue negociado en 2013.

Desde entonces ha pasado por un lento proceso que incluye la aprobación de la Asamblea Legislativa, el refrendo de la Contraloría General de la República, obtención de permisos ambientales y decenas de revisiones en el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi).

En la actualidad, el Conavi aún no tiene certeza de cuántas expropiaciones necesita para hacer la carretera y cuánto costarán esas adquisiciones.

"En Costa Costa Rica me gusta mucho la actitud de la gente, como cuando dicen 'pura vida'. Por ejemplo, uno ve a un costarricense y dicen 'pura vida' y esa actitud para mí es buena, en especial para los chinos que tenemos más de 50 años, pero la actitud del chino es hacer todo más rápido", dijo Jingxiong

Agregó que "han tratado de poner las diferencias en el ritmo de trabajo sobre la mesa para conversar y avanzar juntos".

CHEC tiene 36 meses para construir la carretera, los cuales empezaron a correr en noviembre del 2017.

"Hay un tema cultural y también político, ellos viven en una condición estatal diferente a la nuestra, ellos (los chinos) no tienen que responder a tantas instituciones, prácticamente solo ejecutan. Nosotros hemos tenido que colaborarles muchísimo con todo lo que tiene que ver con trámites con instituciones costarricenses", comentó Kenneth Solano, ingeniero del Conavi a cargo del proyecto.

"La barrera del idioma y la cultura existe, pero eso no ha sido un problema para el desarrollo del proyecto, hay minutas en español de todas las reuniones, esas minutas luego ellas las traducen a chino. Pero en general no han existido problemas graves con respecto al idioma", añadió el funcionario.

La vida en el campamento

Lola He es de las trabajadoras de CHEC que tiene más tiempo en el país. Llegó hace un año y siete meses. Primero estuvo en las oficinas ubicadas en San José y ahora vive en Siquirres.

Allí se encarga de traducir contratos comerciales para alquiler de maquinaria, por ejemplo.

El horario de trabajo en el campamento chino es de 8 a. m. a 5 p. m., pero es normal que se queden hasta las 10 p. m. o más tarde para coordinar asuntos con sus compañeros que están en China.

Hay un horario estricto para desayuno, almuerzo y cena. Dos cocineros asiáticos se encargan de preparar los platillos, todos típicos de China. Predominan los vegetales y las carnes de res y cerdo muy picantes.

Por ejemplo, lo más común en el desayuno es el Youtiao, una especie de churro que acompañan con vegetales.

En el comedor hay palillos chinos, tazones para los asiáticos y tenedores, y platos planos para los costarricenses.

En el centro de las mesas circulares hay diferentes tipos de salsa asiáticas y aderezos para acompañar la comida.

También hay televisores con noticieros chinos para no desconectarse de "casa", y toda la rotulación del lugar está en mandarín.

En el tiempo libre, los trabajadores chinos pueden jugar bádminton, baloncesto, ir al pequeño gimnasio que tienen disponible o dedicarse a asuntos personales, como lavar la ropa.

La mayoría prefiere lavar a mano, aunque hay lavadoras disponibles. Los artículos personales, como cepillo de dientes, pasta, toallas, repelente y papel higiénico, los suministra CHEC.

Los dormitorios están divididos en habitaciones para hombres y habitaciones para mujeres, y en cada uno hay dos o tres personas. Tienen aire acondicionado en todas las instalaciones para aplacar el calor.

"Es que ahora nos estamos acomodando, cuando esté listo otro campamento en Guápiles nos vamos a acomodar mejor", justificó Lola.

Agrega que salen poco del campamento y cuando salen lo hacen en grupo por razones de seguridad. Ella ha ido a las playas del Caribe sur, pero la mayoría de sus compañeros prefiere quedarse descansando los fines de semana.