La inauguración del nuevo acueducto de Atenas se dio muy a la tica y sin mucho protocolo.
Mientras el presidente Carlos Alvarado daba su discurso en una tarima en el parque central del cantón, uno de los pobladores que lo escuchaba entre el público lo interrumpió con un amigable grito que resonó fuerte: “¡¡MI PAAADREE!!”.
Era Carlos Humberto Rodríguez, quien vestía una camiseta azul de un personaje de Plaza Sésamo, un sombrero de paja raído y varias colas para cabello en su muñeca derecha. Caminaba con dificultad pues parecía a punto de tropezarse y con un granizado en la mano.
“¡Un saludo afectuoso!”, le respondió el mandatario alzando su brazo izquierdo mientras los presentes se reían a coro.
Para entonces, las miradas de dos turistas extranjeros que visitaban el parque parecían haber cambiado de curiosidad a perplejidad.
“¿Es ese el presidente, cierto?”, preguntó en inglés una mujer a un oficial de Fuerza Pública. Cuando este le dijo “yes”, la mujer y el hombre que parecía ser su esposo empezaron a acercarse más y empezaron a tomar fotografías. Ella con un celular, él con una cámara.
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Tan familiar y coloquial se volvió la inauguración que Alvarado incluso mencionó en su discurso que sus padres, Alejandro Alvarado y Adelia Quesada, acostumbran visitar los poyos del parque de Atenas en sus visitas a familiares en la ciudad donde, reveló el presidente, compran café para su casa y se comen pupusas si su médico los autoriza por razones de salud.
Cuando terminó su intervención, todo se complicó un poco pero de la mejor manera.
Entre la tarima y el corte de cinta a un lado del parque había una distancia de 25 metros que al presidente le tomó casi 10 minutos atravesar.
Un nutrido enjambre de atenienses rodeaba a Alvarado. Sus mejillas fueron el blanco de incontables besos, sus manos pocas para tantos apretones y sus músculos faciales salieron adelante formando una sonrisa que se registró en decenas y decenas de fotografías. La gran mayoría selfies con el presidente.
Hasta algunas niñas que habían interpretado bailes típicos en el acto de entrega llegaron con su mamá a tomarse fotografías con el político. Además, varias personas se tomaron fotografías y saludaron al exdiputado Ottón Solís quien andaba allí como representante tico en el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el cual ayudó a financiar el acueducto.
Cuando al fin Alvarado llegó hasta el punto en el parque donde había que cortar la cinta, la multitud se detuvo alrededor del pequeño monumento de cemento donde se colocó una llave de agua que el presidente abrió en el momento indicado.
Al correr el agua por ese tubo, la gente empezó a aplaudir, a gritar y otros lanzaron chorritos de agua desde sus botellas hacia la muchedumbre junto al tubo. Todo transcurrió en buen plan y respeto aunque algunas gotas sí alcanzaron la cabeza de Alvarado. El hombre del granizado también estaba allí.