Liberia. Es casi mediodía, hora fuerte de venta de almuerzos.
Enid Sánchez lee el periódico en su soda La Guaria, ubicada en los primeros kilómetros del tramo entre Cañas y Liberia, cuya ampliación a cuatro carriles empezó hace más de dos años. Así se pasa todo el día: esperando clientes.
“Soy una de las pocas que no ha cerrado el negocio, pero muchas veces he dicho que hasta aquí; es que no llegan clientes ni para pagar la luz. Hay semanas que solo me quedan ¢25.000”, dice Sánchez, quien tiene esta soda desde hace 14 años.
“La clientela fuerte aquí siempre han sido los traileros centroamericanos, pero ellos me dicen que no paran porque no tienen por dónde entrar ni dónde parquear; vamos a ver qué pasa cuando ya esté terminada la carretera”, agrega la comerciante.
A pocos kilómetros de allí, en Montenegro de Bagaces, las bajas ventas obligaron al dueño del restaurante La Carreta a cerrar, al igual que al de Las Cazuelas del Miravalles, en Bagaces, y a otros más.
“Este negocio era buenísimo; yo llegué a vender hasta ¢300.000 y ¢400.000 por día. Ya, al final, antes de cerrar hace cuatro meses, no se vendía nada. Ahora tengo que pagar un guarda para que me cuide el negocio, comenta Arnoldo Chaverri, del restaurante La Carreta.
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En la soda La Guaria, cerca de Cañas, no había clientes el jueves pasado. Su dueña, Enid Sánchez, pasaba el rato leyendo periódicos. | CARLOS VARGAS
Los dueños de estos pequeños negocios se quejan de que durante los dos años que lleva esta obra, la clientela ha bajado casi a cero pues se han tapado las entradas y los comensales prefieren pasar directo.
El proyecto comenzó en mayo del 2012 y debía ser entregado a mediados de mayo de este año. No obtante, se otorgó una prórroga hasta el 31 de mayo del 2015. Pero incluso cuando ya esté terminada la obra, el futuro es incierto para Enid Sánchez y los otros comerciantes, pues la calle estará dividida por una barrera tipo New Jersey, que les impedirá cambiarse de carril a quienes viajan sobre la vía contraria.
Ya eso lo sabe Mariela Valencia, pues el negocio de su hija, un pequeño hotel a seis kilómetros de Liberia, va de mal en peor. “Nos está matando esto; hay semanas en que solo se hacen ¢20.000. Ni para el mantenimiento de la piscina nos da”, lamentó esta colombiana.
La Unidad Ejecutora del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) alegó, por medio de la oficina de prensa del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), que las molestias son mínimas.
“Los accesos varían y pueden ser un poco incómodos comparados con su condición original, pero siempre se ha garantizado el acceso a las propiedades”, dice en un comunicado.
De momento, los comerciantes esperan que, una vez finalizada la obra, vuelvan los buenos tiempos. Arnoldo Chaverri estudia la posibilidad de reabrir su negocio, pero teme que, con la carretera dividida, sean menos los clientes.