¿Por qué la representante sindical en el Consejo de Educación votó en contra de las nuevas pruebas FARO?

Gilda Montero Sánchez, delegada de los gremios, fue el único voto negativo de siete en el Consejo Superior

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El Consejo Superior de Educación acordó este martes reemplazar los exámenes de bachillerato por las nuevas pruebas FARO, con seis votos positivos y solo uno en contra: el de la representante de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE), Gilda Montero Sánchez.

Montero reclamó que el Ministerio de Educación Pública (MEP) y los otros miembros del Consejo no tomaron en cuenta tres criterios principales antes de aprobar la iniciativa.

“Desde que se nos presentó la propuesta solicité al Consejo que esta fuera socializada entre todos los actores sociales que iban a estar involucrados con el impacto de este cambio, esto no fue así”, afirmó la docente.

La segunda razón, explicó, es que no hay estudios que demuestren el efecto que tendrán estos exámenes en la educación nacional.

“Pedimos algo que nos permita tener certeza de que esta forma de evaluar viene a mejorar la calidad de la educación”, declaró Montero.

El presupuesto del Ministerio de Educación Pública (MEP) también sería un obstáculo para implementar las pruebas, según la representante de ANDE.

Montero indicó que “el gobierno nos ha solicitado austeridad y la realización de estos exámenes implica un costo que no sé si se encuentra en el presupuesto, sería un gasto adicional que no ha sido presupuestado”.

Precisamente, los gremios amenazaron este miércoles con impugnar esta reforma.

Lo hicieron saber en un breve comunicado en el cual critican que la decisión se haya tomado en el seno del Consejo Superior de Educación (CSE) apenas el martes en la noche, es decir unas horas antes de su presentación a la ciudadanía y sin previa consulta a las organizaciones.

Sobre el fondo del proyecto, Montero aseguró tener sus “apreciaciones como profesional en educación, pero no las voy a divulgar por este medio”.

“La evaluación no tiene que ser una autopsia”

En la otra acera, Leonardo Garnier, uno de los dos exministros de Educación miembros del Consejo, formó parte de la mayoría que aceptó las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO).

Ante los señalamientos de Montero, el economista mencionó que el CSE consultó a varios profesionales para darle forma a los exámenes. Además, confía en que el MEP sí tiene los recursos necesarios para aplicarlos.

“Recibimos a muchísima gente, del Estado de la Educación, de la UCR y la UNA, los gremios tienen su representación en el Consejo y también conocieron la propuesta, para mí sí fue suficientemente discutida, fueron varios meses y hubo flexibilidad del MEP para modificarla”.

“En cuanto al presupuesto, el costo de hacer las pruebas FARO va a ser muy parecido. Este año va a ser de transición y lógicamente el MEP va a tener que hacer la previsión presupuestaria, pero ese problema no me parece crítico”, aseguró.

Para el exministro, los nuevos exámenes desechan el modelo “tradicional” que premia la memoria en lugar de las habilidades de los estudiantes.

“Más o menos desde el 2008 se vienen haciendo un montón de cambios curriculares en el programa de estudios, que cambian el enfoque de memorizar por uno que enfatiza en indagación y resolución de problemas”, afirmó Garnier.

“Eso había empezado a reflejarse un poquito en bachillerato, pero el enfoque seguía siendo muy tradicional. Las nuevas pruebas tienen un enfoque por criterios y habilidades, no por memoria. Esto calza con los enfoques modernos”, añadió.

Garnier destacó que los exámenes FARO no sentenciarán a los estudiantes, sino que les ayudarán a conocer las áreas por mejorar.

“Estábamos acostumbrados a evaluar al final, lo que nos propuso el MEP fue colocarlas al final de quinto en la escuela y al final de décimo en el colegio, para que la información que dan esas pruebas se pueda aprovechar para reforzar en el último año de primaria y secundaria”.

“Para usar una frase que me gusta, se ha dicho que la evaluación no tiene que ser una autopsia, sino una herramienta de cambio”, apuntó.