"¿Por qué solamente los de la Meseta Central van a tener Internet de fibra óptica?"
Esa fue la pregunta que se hizo Silvia Angulo, la monja que dirige el Colegio Sulayom, ubicado en la reserva indígena de Amubri, en Telire, Talamanca, luego de escuchar en las noticias, en el 2013, que en algunos colegios de la capital iban a incluir este tipo de red.
"Los chicos de Talamanca también son de Costa Rica y me preguntaba: '¿Por qué ellos no pueden tener Internet?'. Yo trabajaba en un colegio privado en Liberia y allí los chicos tenían de todo y venir aquí y ver que ellos no tenían nada, me llenaba de tristeza", contó la religiosa, quien forma parte de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.
Angulo, quien llegó al colegio en el 2007, no se quedó con la duda de por qué allí no había Internet y se fue a consultar al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) sobre la posibilidad de que en su colegio, que tiene una población de 248 alumnos, pudiese existir Internet veloz.
El ICE respondió que no contaba con la tecnología para dar este servicio en el lugar, por lo que la remitió al Ministerio de Educación Pública (MEP).
Según cuenta la religiosa, en el Ministerio le indicaron que no podían tener Internet por la difícil topografía de la zona.
La comunidad de Amubri, donde se localiza el Colegio Sulayom, está a 84 kilómetros del centro de Limón. Para llegar, hay que cruzar en lancha el río Telire. Luego, hay tres opciones: esperar un bus que lleva al colegio (que queda a seis kilómetros del río), pagar un carro o caminar. Todo sobre una carretera de lastre.
La idea de tener Internet seguía en la cabeza de la hermana de la Caridad. Le inquietaba ver que las computadoras portátiles, que tiempo atrás les donaron el MEP y la Fundación Omar Dengo, seguían sin aprovecharse.
Ella se dio cuenta de que en el Ebáis de la comunidad había Internet de fibra óptica. Hizo otro esfuerzo y, en agosto del 2013, envió un oficio al MEP para pedir que aprovecharan la cercanía con el centro de salud y los dotaran de la tecnología; empero, la entidad no contestó. En marzo del 2014 planteó de nuevo la solicitud; tampoco hubo respuesta.
Intervención
"Yo, aunque soy religiosa, no me dejo de nadie. En el MEP hay mucha burocracia. Aquí no estamos para eso; las cosas las necesitamos ya. Comentamos entre los docentes que qué podíamos hacer para tener Internet. Acordamos enviar una carta a la Defensoría de los Habitantes para que intervinieran", dijo.
La Defensoría solicitó al MEP rendir un informe al respecto.
El Ministerio explicó que se habían hecho las gestiones ante el ICE; no obstante, no se dio una respuesta formal al colegio. En febrero del 2015, la Defensoría indicó que el MEP se comprometió a resolver para mayo del 2015.
Pero no fue hasta octubre del 2016 cuando personeros del ICE y autoridades del MEP llegaron al colegio a conectar la fibra óptica.
"El 26 de octubre, hice la declaración ante los alumnos de que había Internet. Cuando les dije que íbamos a comprar un router para tener wifi, vieras el grito que pegaron; como si les hubiera dicho que iban de vacaciones. Yo me deshice con la cara de emoción de ellos. Todo fue gracias al equipo de profesores y administrativos que no se rindieron", manifestó Angulo con orgullo.
El MEP invirtió ¢17 millones para llevar Internet hasta Amubri. Pero no solo el Colegio Sulayom se vio beneficiado: la fibra óptica llegó a dos escuelas más.
"El Internet que tienen es de cuatro megas; la idea es aumentarlo próximamente", dijo Alberto Orozco, director de Informática del Ministerio de Educación.
Sin embargo, lo que más agradecen los alumnos es que ahora el Internet "no se les acabará".
"Antes, los trabajos los teníamos que hacer con el Internet del celular, pero el saldo se gastaba y uno aquí no tiene mucha plata para estar recargando", dijo Wálter Froilano, estudiante del Liceo.
Biblioteca y más
"Cuando llegó la hermana como directora, lo primero que me dijo fue: 'Qué colegio más feo' y se puso a trabajar. Uno la veía fines de semana aquí, trabajando", contó Marvin Torres, oficinista del Sulayom.Además, mientras se resolvía lo del Internet, Angulo gestionó con el Principado de Liechtenstein la donación de una biblioteca. Otorgaron libros, estantes, fotocopiadoras, mesas y sillas.
También gestionó ante el MEP la construcción del comedor. "El comedor estaba metido en un aula y los cilindros en los pasillos. No podía estar tranquila. Temía que explotaran. Ahora, tienen un lugar para comer. Mi presencia aquí está para acompañar y apoyar al colegio, para exigir los derechos que ellos tienen y romper brechas", afirmó la monja.