Difícilmente se puede estar preparado para enfrentar la noticia de que un hijo ha sido víctima de una agresión sexual.
Sin embargo, padres o encargados deberán tomar valor para enfrentarlo y buscar herramientas para tratar de aliviar el impacto que aquel hecho tuvo y tendrá en la vida del niño o adolescente.
Lo primero será reconocer su valentía de revelarlo, creer su relato y acudir a las autoridades judiciales para denunciar al presunto agresor. Aquellos serán los pasos básicos.
Ese debe ser el proceder también de educadores, familiares o personas cercanas a quienes el menor confíe su vivencia.
Esas son algunas de las recomendaciones de la psicóloga Adriana Rodríguez, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR) e investigadora del Centro de Investigación de Estudios de la Mujer (CIEM-UCR).
Uno de los aspectos fundamentales, dijo Rodríguez, es saber cuándo se está frente a una agresión sexual, entendida como “cualquier manifestación o acción que dañe la integridad sexual de una persona”.
“Estamos hablando de palabras, gestos y acciones que se imponen en contra de la voluntad de la persona que la recibe, que vienen a invadir su intimidad y privacidad en el ámbito de la sexualidad”, afirmó Rodríguez.
De acuerdo con la investigadora, en muchas ocasiones, los padres o encargados de menores pueden restar importancia a esos eventos o trasladar la responsabilidad a la víctima, como producto de una “muy marcada tolerancia cultural a este tipo de situaciones”.
No obstante, esas omisiones, sancionadas por la legislación nacional, pueden agravar las repercusiones físicas, psicológicas y emocionales de un niño o joven e, incluso, encerrarlo en un ciclo de violencia.
“Los padres deben reconocer que no solamente daña el abuso sexual o cualquier forma de violencia sexual contra las personas menores de edad, sino que también daña la manera en que la familia responde al testimonio de la persona menor de edad”, aseguró la psicóloga.
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Ante recientes quejas por el proceder de centros educativos frente a supuestos casos de violencia sexual, Rodríguez brindó seis recomendaciones para padres, madres y encargados de menores que enfrenten este tipo de violencia y revelen los hechos.
- Resalte su valentía
Si en algún momento su hijo rompe el silencio sobre una situación de violencia sexual sufrida, resalte su valor.
Recuerde que esas agresiones generalmente se dan bajo situaciones de amenazas, intimidaciones o relaciones de poder por parte de la persona que comete el delito.
“Es importante que un papá o una mamá puedan reconocer la fuerza o el valor que tiene su hijo o su hija para romper el silencio y hablar sobre algo que le avergüenza, que le duele y que le produce temor”, aseveró Rodríguez.
- Valide su relato
Crea en la revelación espontánea del menor y refuerce su relato. Tenga presente que, al momento de hacer una revelación, la persona menor de edad no solo se enfrenta a su agresor, sino también al temor, la vergüenza y el dolor.
“Podemos entenderlo en una frase tan sencilla, pero trascendental, como ‘yo te creo’ o ‘sé que lo que me estás contando es cierto’.
“Esa es una forma de validar su testimonio porque muchas veces los abusadores insisten a la persona menor de edad en que nadie les va a creer, que nadie los va a escuchar, que van a negarlo todo y hasta que le van a hacer daño a las personas que el menor quiere.
“Entonces, ese momento de reforzar la credibilidad es vital para que la persona menor de edad pueda sentirse segura y para que la familia también lo pueda acompañar”, afirmó Rodríguez.
- Actúe sin regaños
Tenga claro que frente a un caso de violencia sexual, la responsabilidad siempre es de la persona agresora, nunca de la víctima.
Por eso como padre o madre de familia, debe atender el caso sin regaños y sin justificar lo sucedido.
“Otro elemento clave es no culpabilizar o, dicho de otra manera, desculpabilizar a esa persona menor de edad, que no es responsable de lo que pasó.
“Vamos ubicar esa responsabilidad de los hechos en la persona que cometió el abuso, sea una persona adulta o sea una persona menor de edad, como en los casos que hemos visto recientemente en la prensa.
“No vamos a regañar a esa persona menor de edad, no vamos a decirle que eso le pasó o que se lo buscó por alguna situación particular, sino que vamos a ubicar la responsabilidad en el abusador”, manifestó Rodríguez.
La psicóloga advirtió de que ante la presión social o por culpabilización de lo sucedido, en muchas ocasiones, los niños o adolescentes pueden cambiar de versión.
También puede ocurrir porque hay revelaciones tardías, es decir, que no son inmediatas, que no se cuentan en el momento, porque hay miedo. También existen otros procesos como la retractación.
“Eso es cuando una persona menor de edad cuenta lo que pasó, pero después, ante la respuesta social y familiar, se retracta y dice ‘no, la verdad es que eso no pasó’, porque claro, se enfrenta a la vergüenza, a la culpabilización, al señalamiento, muchas veces son estigmatizadas, porque reciben regaños de la familia o por parte del centro educativo”, aseguró Rodríguez.
Además, advirtió de que nunca debe enfrentarse a la víctima con su agresor, pues los traumas pueden acrecentarse.
“También ocurre que se le confronta con los agresores, los careos son una práctica inaceptable, lamentablemente en los testimonios recientes de las adolescentes que vivieron ese tipo de situaciones en un colegio privado en San José hubo ese tipo de prácticas, careos, confrontaciones con las personas que las violentaron y esto es inaceptable desde el punto de vista legal y psicológico.
“Ninguna persona debe ser expuesta a su abusador, tampoco se le debe sugerir que perdone, que olvide, como una forma de sentirse mejor o de evitar el conflicto”, aseguró la profesional.
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- Valore las necesidades del menor
Atienda las necesidades y las preocupaciones del niño o adolescente. Busque atención psicológica institucional o privada para atender el proceso.
“Es importante que los padres y madres puedan preguntarle a esa persona ¿qué necesita?, ¿qué desea hacer? Al tiempo que se reconoce que recuperarse es posible y es su derecho, también es un derecho y un deber interponer una denuncia legal.
- Acuda a presentar la denuncia
Es un deber de los padres de familia acudir a las instancias judiciales a denunciar supuestas agresiones sexuales en contra de sus hijos.
Cuando los niños y adolescentes revelan esos hechos a sus profesores, los centros educativos tienen la obligación de ley de interponer una denuncia penal, independientemente de que los hechos ocurrieran dentro o fuera de esa escuela o colegio.
“Podemos entender por qué una familia no quiere denunciar, podemos entender por qué una persona no quiere someterse a procesos judiciales. Muchas veces hay vergüenza, temor sobre las consecuencias que se puedan generar. Muchas veces se quiere proteger a la persona menor de edad para evitar exposición pública o la familia parte de que son muy burocráticos o muy complejos y que lo mejor es evitarlos, pero no le están haciendo un bien a su hijo.
“Si bien entendemos las razones, no es válida esta decisión, porque estamos hablando de que una persona menor de 18 años es sujeta de protección especial, entonces la familia tiene la responsabilidad de denunciar, si la familia decide no denunciar, por supuesto que hay un centro educativo, un maestro, una maestra, un psicólogo, una psicóloga, una institución, el deber es interponer una denuncia ante la instancia judicial”, aseguró Rodríguez.
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Es importante que la persona menor de edad tenga información y sea orientada acerca de cómo es ese proceso. Deben escucharse todas sus opiniones y preocupaciones.
De acuerdo con el Observatorio de Violencia de Género del Poder Judicial, el 2019 fue el año con mayor cantidad de sentencias por delitos sexuales.
El 52% de estas fueron por abusos sexuales en contra de personas menores de edad, una de las poblaciones en mayor condición de vulnerabilidad frente a esos actos.
- Comprenda las posibles repercusiones
Las agresiones sexuales ocasionan traumas que pueden cambiar el comportamiento de los menores de edad, incluso generar repercusiones en la salud.
Es importante que el niño o adolescente sienta que es acompañado y comprendido durante todo su proceso de recuperación.
“Además de denunciar, tenemos que acompañar, expresar comprensión, entender el dolor de esa hija o hijo, así como sus posibles reacciones. Entender que va a tener muchas reacciones emocionales que impactan su salud, su conducta y que todo esto hay que entenderlo como resultado del abuso, pero que el rol de la familia en el proceso de recuperación es fundamental”, dijo la psicóloga.