Kiev. “Erika, de 20 años, perdió a su esposo en el frente, al igual que Daryna, de 21. El esposo de Katia, de 22 años, falleció en combate. Ahora, viudas, todas vieron sus vidas truncadas tras la invasión rusa de Ucrania.
Erika Martyniuk contrajo matrimonio con Saveliy Fedan, de 21 años, en febrero, un día antes de que el joven, estudiante de la academia militar de Odesa, partiera al frente.
Como a muchas parejas ucranianas, la invasión rusa en 2022 los impulsó a oficializar su relación.
“Teníamos miedo de perder al otro”, explica Erika, estudiante de química en Kiev. Apenas pasaron cinco días juntos.
Su esposo, Saveliy, fue comandante de una unidad en la 46ª brigada de asalto. Sobrevivió a la sangrienta batalla de Bajmut, en el este del país. Pero el 27 de agosto, falleció en la región de Zaporiyia, en el sur.
Desfigurado, fue identificado por sus tatuajes.
“Cuando vi sus fotos en la morgue de Zaporiyia, fue como si yo hubiera muerto también”, cuenta la joven. “Ya no tengo objetivo, ya no tengo sueños”, añade.
Antes de morir, su esposo le regaló una camiseta negra. En ella se lee: “ser un guerrero, vivir eternamente”.
Ahora, Erika desea trabajar como responsable de una ambulancia en el frente. “Podré salvar a alguien”, explica.
En sus hombros carga siempre una bolsa militar. Era de su esposo.
“Voy al cementerio”
La vida relativamente tranquila de Kiev la vuelve “loca”. “La gente pasea, ríe y habla de las fiestas. Y yo voy al cementerio”, suelta.
Ucrania no informa del número de militares caídos en el frente. Tampoco de las edades de los soldados.
Pero según Oksana Borkun, cofundadora de una asociación de mujeres que perdieron a sus esposos o parejas, el 7% de las cerca de 2.000 seguidoras de su comunidad de Facebook tiene entre 18 y 24 años.
Estas jóvenes están “en un estado de desesperación total”, afirma.
“Las de mayor edad tienen hijos, tareas, un trabajo. Algo a lo que pueden aferrarse”, en tanto que “las jóvenes se desmoronan por completo” y algunas acaban en el hospital.
Los familiares, en algunos casos, no logran ayudar. “Les dicen cosas como ‘aún eres joven, encontrarás a alguien más’” y a veces “las empujan a “conocer a alguien”, señala Borkun.
Pero el resultado no es el esperado. Las jóvenes viudas terminan aislándose.
Para Erika, las únicas personas que realmente la entienden son otras dos jóvenes en la misma situación, que no tratan de hacerle sentir mejor.
Generación diezmada
Daryna, otra joven viuda, confiesa “tener muchas dificultades para mantener contactos sociales”, salvo en la escuela, donde enseña inglés.
Su pareja, Igor Voyevodin, era conocido por su nombre de guerra Stitch, el extraterrestre de una película de Disney.
Con 20 años, este estudiante de filología japonesa se volvió francotirador de la Brigada Azov de la Guardia Nacional ucraniana.
Su familia intentó disuadirle. Murió el 20 de agosto, menos de un mes después de la boda. Fue Daryna quien lo enterró. Tomó su apellido y decidió hacerse un tatuaje del personaje de Disney. Aún no logra aceptar su muerte.
“Sigo pensando que solamente está ocupado y que regresará pronto”, cuenta la joven de pelo largo, escondiendo sus manos temblorosas.
Daryna se juró cumplir los sueños que tenían juntos: comprarse un coche de lujo y una casa cerca del mar.
Para Serguéi Kvit, presidente de la prestigiosa universidad Kiev Mohyla Academy, estos jóvenes ucranianos combaten por “la dignidad y la justicia” y “están construyendo” el futuro de su país.
Al menos cinco estudiantes del centro educativo murieron en el frente.
“Esta guerra es un duro golpe para nuestra generación”, dice Daryna.
“Después de la guerra, vamos a tener muchos problemas porque habrán muerto las mejores personas y las más motivadas”, reflexiona.
Sin contener las lágrimas, Erika añade en forma de pregunta: “Tantos chicos mueren y nada cambia. ¿Cuánto durará?”
Su amiga Katia la espera mientras habla con los periodistas de esta agencia en un parque de Kiev. Su esposo murió también hace dos días en combate. Al día siguiente, las dos jóvenes irán al funeral.”