Caracas. El sitio borra fronteras entre fantasía y realidad, entre lujo y miseria, y cualquier noción entre la seguridad de un techo y el peligro de una caída libre.
Son entre 3.000 y 3.500 personas que viven en piezas donde las cortinas de nailon sirven de paredes y las tuberías llenas de telarañas polvorientas hacen de cielo raso.
Hay muchachos llevando materiales, juntando botellas de cerveza rotas o retirando los excrementos de los perros tiznados de aceite y mugre que se movilizan perezosamente al pie del edificio.
Es la Torre Confinanzas, un edificio tomado por precaristas en Caracas, llamada también Torre de David, por su impulsor, el empresario David Brillembourg.
Las obras empezaron en 1985 para alojar la sede del Grupo Financiero Confinanzas, mas al morir Brillembourg en 1993 y la posterior quiebra de su imperio, solo el 70% del edificio se concluyó.
El 9 de abril, unos 100 policías tomaron el complejo, al presumir que ahí estaba el diplomático costarricense Guillermo Cholele, secuestrado el día antes. De Confinanzas salió el pedido de rescate.
La Nación hizo un recorrido tras convencer, a duras penas, a uno de los encargados del sitio.
Con Dios por delante. Su nombre es Alexánder el Niño Taza, pastor evangélico que estuvo preso en la cárcel de El Rodeo, líder de la invasión del sitio en el 2005 y encargado de la Cooperativa Casiques (sic) de Venezuela que gobierna el lugar.
“Yo soy quien representa al reino primeramente, estoy aquí porque Dios lo ha permitido y los que estamos aquí desde un principio estamos acá por Él, el único que puede hacer las cosas aquí”, recitó el Taza al consultarle por su nombre.
Taza dirige todo con puño de hierro y Dios en los labios. Entrega dinero de diligencias, lanza órdenes, revisa tareas y otorga permisos. Cómo, quién y cuándo se hacen las cosas lo decide él, no Dios.
En la pared de un piso hay un papel donde está la regla básica para toda familia: el pago único de 150 bolívares al mes por el agua y la luz disponibles en el edificio.
“Deberán cancelar a día para que se eviten un mal rato, sea responsable con el condominio y aquellos atrasado póngase (sic) al día”, advierte la comunicación.
A un cambio de 4,3 bolívares por dólar, las 800 familias en el complejo de 46 pisos y 190 metros de altura aportan $27.900 mensuales.
La gente se declara agradecida por el orden comunitario brindado por los encargados, pero en el exterior las percepciones cambian.
“Ahí hay un gran negocio ilícito de secuestros exprés porque como hay poco acceso policial la torre es un punto de organización y retención de víctimas de atracos en la acera y robo de carros”, denunció Carlos Julio Rojas, coordinador del Frente en Defensa del Norte de Caracas en la parroquia La Candelaria, donde está el complejo.
Rojas sostiene que la gente vive en condiciones inhumanas, en un régimen casi carcelario, junto a un precipicio que ha cobrado entre cuatro y cinco vidas.
Rojas acusa al Gobierno de indiferencia luego de que este expropió edificios para instalar a una parte de las 60.000 personas que perdieron su casa por las lluvias del 2010.
“Queremos que se venda el edificio y con los fondos trasladar a las familias”, expresó Rojas quien sostiene que hay 72 edificios invadidos como Confinanzas. En La Candelaria, afirmó, tienen contados 27.