Mitnick, de 49 años, llegó a ser el pirata más buscado en su país, donde lo encarcelaron entre 1995 y 2000 por infiltrarse en empresas de telecomunicaciones y computación durante 15 años, una práctica que nació de su gusto por la magia.
Hoy trabaja identificando vulnerabilidades en los sistemas operativos de compañías privadas y agencias gubernamentales para protegerlas de los ataques que antes perpetraba. “Hace 18 años me agarraron por hackear ilegalmente; hoy hago lo mismo pero con autorización. ¡Qué bueno es esto!”.
Esta nueva faceta le valió ser contratado por la empresa Lock Net para proteger el sistema informático de las elecciones ecuatorianas. “Cuando era chico, me encantaba la magia. Después descubrí que había algo de esto en el hacking . Además, era muy bromista y combinaba ambas aficiones”, relata, al evocar que a los 16 años intervino el autoservicio de una cadena de comida chatarra para aconsejar a los obesos no ordenar hamburguesas, mientras se moría de la risa observándolos a lo lejos.
Empezó manipulando las líneas telefónicas de sus amigos, ligándolas a teléfonos públicos, pero luego, cuando se volcó hacia la computación, sus blancos fueron escalando hasta llegar al FBI, cuyos agentes, enfadados por sus burlas, lo arrestaron en 1995 con la ayuda de un experto informático japonés.
“Mi relación con el FBI era una persecución de un gato a un ratón. Me infiltré en sus celulares para conocer su ubicación”, sostiene, al recordar que, cuando los detectives creían haberlo encontrado, solo hallaban cajas de donas.