Ciudad del Vaticano. AFP. La tensión reinaba ayer entre los obispos de todo el mundo reunidos en el Vaticano, quienes deben votar hoy un documento que servirá de guía a la Iglesia para orientarse sobre temas tabú como las parejas homosexuales y los divorciados que se vuelven a casar.
El documento, de carácter consultivo y que no tiene propuestas concretas, ha generado duras fricciones por las aperturas propuestas por un sector de la Iglesia hacia la homosexualidad, las uniones libres y los divorciados.
Pese a que se trata solo de la fase inicial de un recorrido de casi dos años de consultas a sus “bases”, lanzado por el papa Francisco, el sínodo ha estado marcado por divisiones y polémicas.
“De todos modos sería una sorpresa si no llegamos a un consenso a favor del texto”, comentó a la prensa Georges Pontier, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, con la esperanza de que reine la moderación.
El documento consultivo será debatido en todas las diócesis con vistas al sínodo de octubre del 2015, al término del cual el Papa podría aprobar reformas.
A pedido de Francisco, quien asistió a todas las sesiones sin pronunciarse, cardenales y presidentes de las conferencias episcopales hablaron sin tapujos de los retos y transformaciones que el modelo de familia actual encara.
Hostilidad. Se prevé que el texto reitere la voluntad de la mayoría de los obispos de animar a las parejas a casarse e insista en la indisolubilidad del matrimonio católico.
No se sabe si incluirá la expresión que generó mayor enfrentamiento y que aparece en el párrafo 50 del borrador divulgado la semana pasada : “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”, la cual causó reacciones de malestar entre los conservadores.
“Los padres sinodales consideran inaceptable tal afirmación”, dijo el cardenal estadounidense Raymond Burke, quien pidió la eliminación del texto.
Los sectores más conservadores, entre ellos varios obispos polacos y africanos, abrieron una verdadera batalla interna contra la propuesta de “acoger a las personas homosexuales”, inclusive a los hijos de parejas del mismo sexo, y reiteraron la posición oficial de la Iglesia que condena la homosexualidad como una enfermedad, una depravación.
Para uno de los cardenales más progresistas, el alemán Reinhard Marx, favorable a la apertura y uno de los consejeros cercanos de Francisco, “no se puede crear cristianos de segunda clase”.
“Si se mantiene una relación homosexual fiel por 30 años no puedo decir que no es nada. Es que excluir no forma parte del lenguaje de la Iglesia”, aseguró Marx.
Todo parece indicar que el debate que involucró a los obispos llegará a las parroquias y diócesis de todos los continentes.
La Iglesia católica podría encaminarse hacia una “revolución”, sostuvo el superior general de la orden de los jesuitas, el español Adolfo Nicolás, quien valora que una institución milenaria estudie y analice los problemas para intentar adaptar “su disciplina y no la doctrina” de su época, a los nuevos tiempos.