Bruselas. AFP. El presidente estadounidense, debilitado por su revés electoral, podría convertirse en un socio todavía más difícil para los europeos, decepcionados ya por que no se concretaron la mayoría de las esperanzas levantadas por la elección de Barack Obama, según los analistas.
“Cuando llegó a la Casa Blanca hace dos años, la gente pensó, de forma idealista, que todo iría bien, que habría avances sobre cuestiones como el clima, los conflictos, el comercio”, releva Hugo Brady, analista en el Centro de Reforma Europeo.
“Pero ninguna de estas esperanzas se ha concretado, salvo algunas declaraciones morales”, considera Brady.
“La Unión Europea (UE) no pudo aprovechar todas las ventanas de oportunidades que supuso el principio de la presidencia de Obama”, opina Álvaro de Vasconcelos, director del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea.
Los europeos, poco reactivos y a menudo divididos, temen que Washington se centre ahora en el diálogo con Asia y las potencias emergentes en detrimento de la vieja alianza euro-atlántica.
Un temor aumentado por el fracaso de las negociaciones sobre el clima en Copenhague en diciembre del 2009, cuando Estados Unidos prefirió negociar con China, o la anulación por parte de Obama de la cumbre con la UE este año en Madrid, que Europa se ha tomado como una humillación.
“Las elecciones no cambiaron fundamentalmente con respecto a nuestra política extranjera”, afirmó hoy el embajador estadounidense en Bruselas, Howard Gutman.
“El nuevo peso de los conservadores hace que la cosas sean más complicadas en asuntos que tengan implicaciones presupuestarias o que necesiten una ratificación por parte del Congreso”, estima Vasconcelos.
El bloqueo en el Senado de la ley estadounidenses sobre la energía y el cambio climático aleja todavía más la perspectiva de ver a Obama lograr que se apruebe en su país un acuerdo internacional jurídicamente vinculante.
“Si no se adopta la ley estadounidense, los europeos deberán negociar sobre otra base el asunto climático”, considera Maria Kokkonen, portavoz de la Comisión Europea encargada del clima.
Igualmente, el Congreso estadounidense podría bloquear la ratificación del tratado de desarme nuclear START firmado en abril entre Obama y su homólogo ruso, Dimitri Medvedev.
“Esto tendrá un implicación negativa para las relaciones ruso-estadounidenses y, de rebote, también para las relaciones entre Rusia y su vecino inmediato, Europa”, juzga Vasconcelos.
El investigador apuesta, sin embargo, por un impacto limitado de la victoria de los conversadores en la Cámara en otros aspectos importantes de las relaciones transatlánticas, las relaciones comerciales.
“Salvo que el movimiento (ultraconservador) Tea Party empuje a los Estados Unidos hacia una línea más proteccionista”, avisa el eurodiputado cristiano-demócrata alemán Elmar Brok, presidente de la delegación UE-EE.UU. en el Parlamento Europeo.
A igual que Bill Clinton, confrontado a un Congreso conservador dos años apenas tras su elección en 1993, Obama conservará un importante margen de maniobra en materia de política exterior, juzga Álvaro de Vasconcelos.
“Liberado de momento de los periodos electorales, y sin temer ya enfadar al electorado judío-estadounidense, el presidente Obama podría incluso decir más claramente su irritación ante la falta de progresos en las negociaciones de paz israelo-palestinas”, pronostica Vasconcelos.
“Durante la próxima cumbre entra la UE y los Estados Unidos, el 20 de noviembre en Lisboa, podríamos encontrarnos frente a un Obama que no quiera comprometerse, que esté buscando su lugar y pensado en la estrategia que debe adoptar ante el Congreso”, teme Elmar Brok.