Barack Obama, Michelle Obama, Sasha Obama, Malia Obama President Barack Obama, first lady Michelle Obama and their daughters Sasha and Malia, walk from Marine One to board Air Force One at Chicago O'Hare International Airport, Wednesday, Nov. 7, 2012, in Chicago, the day after the presidential election. Obama defeated Republican challenger former Massachusetts Gov. Mitt Romney. (AP Photo/Carolyn Kaster) (Carolyn Kaster)
Washington. AFP. Tras el fin de una larga y agotadora carrera presidencial, Barack Obama deberá concentrarse ahora en evitar que los estadounidenses caigan en el denominado “precipicio fiscal” y buscar nuevas fórmulas para gestionar la guerra civil en Siria y el programa nuclear iraní.
Evitar un posible desastre económico será la prioridad del presidente, reelegido el martes para un segundo mandato de cuatro años al imponerse a su rival republicano, Mitt Romney.
“El mayor reto al que enfrenta el presidente es el tema del 'precipicio fiscal' y la nueva ley sanitaria de los Estados Unidos de América”, explicó el analista James M. Lindsay, del Consejo de Relaciones Exteriores.
“Si el próximo presidente no logra encontrar una manera para poner a Estados Unidos en una fluida senda hacia la solvencia fiscal, las consecuencias a largo plazo para América y su política exterior serán inmensas y terribles”, agregó.
El desempleo –que llega al 7,9%– y la frágil economía –que comienza a dar señales de recuperación tras cuatro largos y difíciles años– han sido los temas de mayor preocupación para los votantes.
Pero republicanos y demócratas, que liderarán la Cámara de Representantes y el Senado a partir de enero de 2013, respectivamente, deben limar sus asperezas para superar diferencias y lograr un acuerdo sobre el déficit del país antes del 31 de diciembre, fecha límite.
Irán y Siria. Pero el problema fiscal que afrontará Obama en su segundo mandato no es el único desafío al que se enfrentará.
El programa nuclear de Irán, que asegura tiene fines civiles mientras que la comunidad internacional sospecha que busca alcanzar la bomba atómica, volverá a estar en el centro de la agenda exterior, sobre todo si el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, gana las elecciones de enero.
Obama ha prometido reiteradamente que mientras él sea presidente no permitirá que Teherán se haga con el arma nuclear, aunque Israel ya se encarga de mantener la presión para asegurarse de que cumpla con su palabra.
El primer ministro israelí ha exigido a Washington y a la comunidad internacional establecer “líneas rojas” a Irán sobre el desarrollo de su programa nuclear, medida que intentará lograr si logra un nuevo mandato.
Otro dolor de cabeza con el que tendrá que lidiar Obama es la guerra civil en Siria, que se ha cobrado ya la vida de 36.000 personas desde que comenzó en marzo de 2011 contra el presidente Bashar al Asad, en el marco de la Primavera Árabe.
Hasta ahora, el gobierno de Obama ha sido cauteloso a la hora de alcanzar compromisos más profundos para poner fin al conflicto, por miedo a meter a Estados Unidos en otra guerra, cuando Washington ha sacado a sus tropas de Irak y está en proceso de retirar a sus contingentes de Afganistán.
Pero mientras el conflicto sirio perdure y el número de muertos crezca vertiginosamente, la presión aumentará sobre Washington, que no podrá rehuir tomar cartas en este asunto.