Guatemala. AP, ACAN-EFE. El presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, rechazó ayer las declaraciones de un testigo que lo implican en los crímenes de genocidio y delitos contra los deberes de humanidad, de los cuales se acusa al exdictador José Efraín Ríos Montt.
“No voy a hacer comentario sobre las mentiras que están diciendo”, dijo a la prensa el gobernante. “No me voy a prestar a ese circo”.
Tras aseverar que no conocía al testigo, Hugo Ramiro Leonardo Reyes –un antiguo mecánico del Ejército–, Pérez Molina dijo que no emitiría comentarios. La razón: “Creo que son los tribunales los que tienen que dilucidar el juicio (...) que no es contra mí. No voy a opinar”.
Antes, el secretario general de Presidencia, Gustavo Martínez, reclamó a la Fiscalía por cometer un “error garrafal” al permitir que declarase Reyes, quien implicó al mandatario en la violenta represión contra los indígenas ixiles.
“Quisiera pedirles a las autoridades pertinentes que si existen responsables, que se les abra juicio por haber vulnerado los derechos de una persona que no tiene juicio”, agregó el funcionario.
Palabras controversiales. Reyes dijo anteayer ante el Tribunal de Sentencia de Mayor Riesgo A, que juzga a Ríos Montt y su jefe de inteligencia José Mauricio Sánchez, que “los militares, los soldados a órdenes del mayor Tito Arias, conocido como Otto Pérez Molina, coordinaron la quema y el saqueo de la gente, para luego ejecutarla”.
El fiscal Orlando López se declaró sorprendido por las palabras del testigo, y destacó que en su declaración previa Reyes “nunca dijo eso”. Ahora correspondía analizar esa declaración, añadió.
El presidente, general retirado, era en los años 80 paracaidista y habría estado en la Fuerza de Tarea Gumarcaj que, según informes de memoria histórica, protagonizaron masacres en el área ixil.
Mientras, el jueves continuaban los testimonios de supervivientes. “La cabeza la usaban como pelota; nunca se me va a olvidar”, aseguró un superviviente, que en ese entonces tenía ocho años de edad, durante la décima audiencia del juicio contra Ríos Montt (1982-1983).
A “una anciana de cabello largo le cortaron la cabeza y la llevaron al comedor de los (militares)” como advertencia para las cocineras del lugar, afirmó Julio Velasco, testigo protegido que declaró por medio de una videoconferencia, agregó.