Belfast. Tras años sin instituciones regionales, unionistas y republicanos de Irlanda del Norte, que comparten el poder en esta provincia británica, reanudaron este lunes el diálogo esperando que, despejado el embrollo del brexit, se desbloquee la situación antes de la fecha límite del 13 de enero.
El acuerdo de paz del Viernes Santo, que en 1998 puso fin a 30 años de sangriento conflicto interconfesional en Irlanda del Norte, establece que los unionistas del DUP y los republicanos del Sinn Fein deben gobernar juntos.
Pero un escándalo político-financiero fracturó la coalición en enero de 2017 y desde entonces la provincia, sin ejecutivo ni Parlamento -la denominada Asamblea de Stormont-, está gobernada desde Londres.
Hubo en casi tres años varias rondas de negociación que no condujeron a nada.
Pero, ahora, el tiempo apremia: el ministro británico encargado de Irlanda del Norte, Julian Smith, dejó claro que deberá convocar comicios regionales si no hay gobierno para el 13 de enero, y espera que los dos partidos lleguen a un entendimiento duradero.
“La mayor tragedia del proceso de diálogo sería tener una Asamblea operativa y que fracase” en “unos meses”, advirtió Smith, quien viajó a Belfast para reunirse con representantes de los cinco principales partidos norirlandeses.
“Tras el 13 de enero, el ministro tendría la obligación legal de convocar elecciones para la Asamblea. Todo los esfuerzos están puestos ahora en poner en marcha Stormont lo antes posible”, señaló un portavoz del primer ministro Boris Johnson.
La alianza en el 2017 en el Parlamento británico entre el Partido Democrático Unionista (DUP) y el Partido Conservador de la entonces primera ministra Theresa May, cuya frágil mayoría dependía de los diez diputados unionistas, complicó la situación en Irlanda del Norte. A partir de entonces, la formación norirlandesa concentró sus esfuerzos en Westminster, para influir en las negociaciones del brexit.
Cambio de panorama
Pero las elecciones legislativas de la semana pasada cambiaron completamente el panorama. La victoria aplastante de Johnson lo libra de cualquier alianza para llevar a cabo el brexit el 31 de enero.
Es una “evolución significativa”, subrayó la líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, en cuya opinión el DUP estaba atrapado por “el melodrama y los disfuncionamientos en torno al brexit”.
“Ahora espero que su atención pueda volver con nosotros y podamos levantar juntos los obstáculos y cerrar la brecha democrática que existe en la vida política norirlandesa, que no está en Londres, sino en Belfast”, declaró a la BBC.
“Espero sinceramente que tengamos una Asamblea operativa a principios de año”, dijo por su parte la líder del DUP, Arlene Foster, a las puertas del Parlamento norirlandés.
Previamente, en declaraciones a la radio pública, deseó un acuerdo que refleje "que existen comunidades divididas en Irlanda del Norte y que todas esas comunidades deben tener un lugar".
Por primera vez, la provincia eligió para el Parlamento británico más diputados republicanos -partidarios de una reunificación con Irlanda- que unionistas.
Esta nueva correlación de fuerzas a nivel nacional “incitará al DUP a alcanzar un acuerdo con el Sinn Fein” para formar una nueva coalición gubernamental, consideró el politólogo Jamie Pow, de la Queen’s University de Belfast.
En su opinión, los unionistas tendrán que "mostrar a los electores" que pueden resolver esta cuestión si quieren "seguir siendo considerados como competentes".
Tanto el Sinn Fein como el DUP han recibido menos votos que en comicios precedentes, ante la emergencia de movimientos más moderados de centro, como respuesta a la frustración de los electores sobre la parálisis en el Parlamento local.
El bloqueo político tuvo como resultado que los asuntos corrientes de la región se administrasen desde Londres: en octubre, los diputados británicos aprobaron enmiendas que permitieron liberalizar el aborto y legalizar el matrimonio homosexual en la provincia, alineándose con el resto del Reino Unido y provocando la indignación del DUP (ultraconservador).