Suecos eligen nuevo primer ministro en tenso clima por la inmigración y con posibilidades para la extrema derecha

Se prevé que los votantes le pasen la factura a uno de los últimos gobiernos de izquierda de Europa

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Estocolmo. Suecia vota este domingo en unas elecciones legislativas en las que se prevé que la extrema derecha logre unos resultados históricos, y que los votantes descontentos con la inmigración castiguen a uno de los últimos gobiernos de izquierda del continente.

El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, presenta estas legislativas como un “referéndum para el Estado providencia”, mientras que la extrema derecha los convirtió en un plebiscito contra su política de inmigración y de integración.

Unos 7,5 millones de electores suecos están convocados a las urnas.

Según los sondeos, el partido de los Demócratas de Suecia (SD), que, al igual que la extrema derecha de Alternativa para Alemania, denuncian la llegada de centenares de miles de solicitantes de asilo como una amenaza “cultural”, obtendrá entre 16 y 25% de los votos.

Entre tanto, las formaciones tradicionales suecas, los socialdemócratas y el Partido Moderado (conservadores), sumarían alrededor del 40% de los sufragios, un descenso de más de 10 puntos respecto a las legislativas de 2014.

La inédita posición de la extrema derecha y el debilitamiento de los partidos tradicionalmente dominantes, hacen que sea imposible determinar quién será el próximo primer ministro.

El líder de la extrema derecha, Jimmie Åkesson, votó en la alcaldía de Estocolmo y una vez que ejerció su derecho retuiteó un mensaje de su partido en el que llamó a “votar por Suecia”.

La participación es una de las incógnitas en un país que suele tener unas de las más elevadas de la Unión Europea (86% en 2014). Además, uno de cada cinco electores seguía indeciso en los últimos días de campaña, según los sondeos.

Según el primer ministro sueco, Stefan Löfven, de 61 años, “los socialdemócratas, y un gobierno conducido por éstos, son la garantía de que los Demócratas de Suecia, un partido extremista y racista, no tengan influencia en el ejecutivo”, declaró el domingo tras votar.

¿Fin de la apertura migratoria?

Suecia, con 18,5% de sus habitantes nacidos en el extranjero, registró 160.000 solicitudes de asilo sólo en 2015, la mayor proporción en Europa respecto al número de habitantes. Desde 2012 ha recibido 400.000 pedidos de asilo en total.

Ahora, el partido de Löfven, que defendió una política de apertura migratoria en nombre de “una Europa que no levanta muros”, obtendrá probablemente el peor resultado desde la introducción del sistema proporcional en 1911.

En un lujoso barrio del centro de Estocolmo, Henrik, un médico de 46 años, no quiso revelar a quién había votado, pero lamentó el estigma que, según él, sufre la extrema derecha.

“Un voto para el SD no sirve para nada. Pero se debería tomarlos en serio, porque han sacado temas importantes como la inmigración, pero también el sistema sanitario”, dijo.

En la víspera de los comicios, Löfven denunció las “fuerzas del odio” e instó a los electores a quedarse “en el lado bueno de la historia”.

El líder de los conservadores, Ulf Kristersson, llamó por su parte a “una cooperación más allá de las líneas partidarias para aislar a las fuerzas” que defienden “el repliegue”.

Desde el sur de Suecia, donde la extrema derecha tiene sus bastiones, el presidente de SD, Jimmie Åkesson, les respondió.

“Ahora estamos en competición frente a los socialdemócratas y a los Moderados para convertirnos en el primer partido del país”, aseguró.

Ni el bloque saliente ni la oposición “burguesa” están en posición de obtener más del 50% de los 349 escaños en juego en el Riksdag, por lo que se necesitarán días, o incluso semanas, de negociaciones para alcanzar una mayoría o la menos débil de las alianzas en minoría.

Stefan Löfven logró mantener su gobierno minoritario hasta el final a base de alcanzar compromisos con la derecha, sobre todo en materia de política energética.

Pero la oposición está determinada a sacarlo del poder, aunque eso dinamite el cordón de seguridad que hasta ahora evita que los Demócratas de Suecia tengan una influencia política directa.

La estrategia puede ser arriesgada y tanto centristas como liberales han asegurado su rechazo a un pacto con “el diablo”, como se describe el propio líder de los Demócratas de Suecia.

La noche del sábado, en un mitin en la capital, Jimmie Åkesson lanzó un ultimátum al jefe de los Moderados: “Kristersson tiene 24 horas para responder a la pregunta: ¿Está dispuesto a cooperar conmigo o con Stefan Löfven?”.