Sebastian Kurz se apunta otra victoria en su joven carrera política

Dirigente ha tenido la capacidad de renovar la imagen de los conservadores que gobiernan el país desde 1987

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Viena. Sebastian Kurz sumó a su lista de éxitos precoces una victoria en las elecciones legislativas de este domingo, las segundas que gana en dos años, acuerpado por sus seguidores, que ven en él a una suerte de hijo pródigo de la política, mientras que sus detractores lo tachan de “Orbán en potencia”.

Su triunfo de este domingo es un éxito personal para el dirigente, de solo 33 años, tras cuatro meses caóticos a raíz de un escándalo de corrupción que implicó la caída de su aliado de ultraderecha, el Partido de la Libertad (FPÖ), y su destitución al frente del país a través de una moción de censura.

Con 27 años fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores y, a sus 31, se convirtió en el mandatario más joven de Europa, controlando cada una de las etapas de su ascensión política, hasta toparse con el primer imprevisto de su carrera: la implosión, en mayo, de la coalición que formó con el FPÖ dos años antes.

Según el analista Johannes Huber, si Austria estuvo dispuesta a votar de nuevo por este hombre nacido en 1986, hijo de un técnico y una profesora, es porque ha sabido seducir con su “arte perfectamente controlado de la retórica”.

Aprovechando el rechazo a las figuras tradicionales de la política austriaca, Kurz supo renovar la imagen de los conservadores austriacos, en el poder sin interrupción desde 1987.

Su conquista del partido, al que incluso dio un nuevo color (turquesa), fue comparada con el ascenso del presidente francés, Emmanuel Macron, en las elecciones del 2017.

En un mitin en setiembre en Bada, cerca de Viena, Maria Ehrenhofer, una jubilada de 66 años, dijo que le parecía un hombre “dinámico”. “Hace lo que dice y lo que dice está bien”, aseguró.

“Da impulso a la república”, expresó Johannes Hotschke, un empresario de 61 años, quien elogió su voluntad de reforma.

Rechazo a migración

El entorno del canciller asegura que gracias a su discurso sobre la inmigración frenó el ascenso del FPÖ, que en el 2016 subía en los sondeos de intención de voto y aspiraba a ganar las elecciones legislativas.

En un país próspero pero desestabilizado por la llegada de migrantes, el joven conservador propuso cerrar las fronteras con Europa y endurecer las condiciones de asilo en Austria.

Sus medidas antiinmigración, como el boicot del pacto de Naciones Unidas sobre las migraciones o la reducción de las ayudas a los demandantes de asilo, lo convirtieron en una personalidad polémica, como su homólogo húngaro, Víktor Orbán, quienconsidera a Kurz como un “puente” entre la derecha y la extrema derecha.

Su estilo de gobierno retoma ideas defendidas por la extrema derecha, pero evita las declaraciones polémicas y reivindica sus convicciones proeuropeas.

Durante su gobierno de coalición, muy pocas veces criticó al FPÖ, a pesar de las polémicas del partido de ultraderecha que han mermado la imagen de Austria en Europa. Una actitud que le hizo ganarse el apodo de “canciller silencioso”.

Según Matthias Strolz, exjefe del partido liberal NEOS, Kurz es "un oportunista sin visión" y representante de una nueva corriente "nacionalconservadora".

En abril, Reinhold Mitterlehner, el exlíder del Partido Popular de Austria (ÖVP) que perdió ante Kurz, manifestó estar preocupado de que bajo su mandato Austria se convierta en una “democracia autoritaria”.

A pesar de su aire juvenil, Sebastian Kurz es sobre todo popular entre las personas mayores. Su perfil de yerno ideal funciona muy bien entre su principal objetivo electoral: los de más de 45 años que representan el 45% de los electores en Austria.