San Salvador. AP. Para unos era un defensor de las causas de los pobres y de los derechos humanos durante la época más oscura y difícil de El Salvador. Otros creen que era un partidario de la revolución armada, un guerrillero marxista con sotana.
Esta percepción no era desconocida para el arzobispo Óscar Arnulfo Romero, quien dos meses antes de caer asesinado, escribió en su diario: “Para unos, soy el causante de todos los males, como un monstruo de maldad; para otros, gracias a Dios para el pueblo sencillo, soy sobre todo el pastor” .
Treinta y cinco años después del tiro certero de un francotirador que segó su vida, Romero se unirá al grupo de jerarcas beatificados por la Iglesia católica cuando se celebre, este sábado, la ceremonia en la capital de El Salvador . Esto sucederá tras superar las trabas de enemigos en el Vaticano, quienes se oponían a su beatificación, lo que implica su declaratoria como mártir de la fe; es decir, que murió a causa de su fe.
Nuevo paso. Con la beatificación se reconoce el legado de Romero , al que la Iglesia ahora acepta como una figura que podría sanar heridas del país centroamericano de épocas como la Guerra Fría, cuando algunos sacerdotes izquierdistas eran atacados por la extrema derecha en América Central, hecho que la Santa Sede censuró.
Con la beatificación, monseñor “se convierte en un símbolo para un salvador de una nueva época, que puede unir a la población salvadoreña”, dijo Enrique López Oliva, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de La Habana.
“Parte de la Iglesia se había resistido a la canonización de Romero, pero esto fortalece a la Iglesia salvadoreña y la de la región”. Es una Iglesia que “está tratando de recuperar todo un espacio que ha perdido en el mundo. Hay que recordar que el grueso de la población católica está ahora en América Latina”, agregó.
Se espera que asistan al menos 250.000 personas a la ceremonia, un acto religioso que se celebrará en la plaza El Salvador del Mundo. Esta declaratoria constituye el primer paso hacia la canonización de monseñor.
Conocido como “la voz de los sin voz”, fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977, con la bendición del Gobierno salvadoreño, que dio visto bueno a su nombramiento porque lo veían como amigo de la élite y de las Fuerzas Armadas, según su biógrafo, monseñor Jesús Delgado.
Sin embargo, un mes más tarde, un escuadrón de la muerte de ultraderecha asesinó al reverendo Rutilio Grande, compañero y amigo del arzobispo.
Romero había optado por ayudar a los pobres y sus denuncias, en las misas dominicales, de violaciones a los derechos humanos por parte de los militares, lo marcaron como una figura polémica para la extrema derecha.
Fue asesinado por un francotirador cuando oficiaba misa en una iglesia de un hospital y en momentos en que las organizaciones populares padecían una intensa persecución.