La Paz. Demoler lo que queda de su imagen a fuerza de martillazos es la más reciente estrategia del gobierno interino de Bolivia, que pareciera mantener entre sus prioridades la erradicación de la sombra de Evo Morales del presente y el futuro del país.
A pesar de la crisis política y social que desató entre los bolivianos por su renuencia a dejar el poder y tratar de mantener la presidencia por cuarto mandato consecutivo, muchos de sus seguidores se mantienen leales a él. Quizá por ello, el gabinete de la exsenadora Jeanine Áñez -quien asumió la presidencia interina de Bolivia tras la renuncia de Morales en noviembre- ha tomado medidas para mermar el culto al exmandatario.
Con martillo en mano, un busto de Morales que adornaba la entrada a un complejo deportivo en la región central de Cochabamba construido en el 2015 y que llevaba el nombre del exgobernante fue destrozado la semana pasada. La pieza cayó en medio de aplausos del ministro de Deportes, Milton Navarro, y de jóvenes críticos a Morales.
“La imagen de Morales no es casual, estaba enfocada para sostener el régimen caudillista que se impulsó desde su partido de gobierno”, dijo la analista política y socióloga María Teresa Zegada, quien agregó que cualquier nuevo gobernante tomaría una decisión como la de Áñez para dejar atrás al gobernante que le precedió.
Un video filmado fuera del Centro Deportivo Olímpico muestra el retiro del busto de #EvoMorales en Quillacollo, #Bolivia, el 13 de enero, un día después de que Morales admitiera sus intenciones de crear milicias armadas en su país. Más: 2FOCQIe 📹: Los Tiempos vía Reuters pic.twitter.com/kOSPMbN8GV
— Voz de América (@VozdeAmerica) January 15, 2020
Morales fue el primer mandatario indígena de izquierda y con casi 14 años en el poder logró el mandato más largo de la historia de Bolivia.
Aunque es la primera vez que la remoción de la imagen de un político se realiza con tanto ahínco en Bolivia, Zegada explicó: “La historia nos ha mostrado que a nivel mundial esto sucede en gobiernos que son autoritarios, es el caso de los populismos tanto de corte de izquierda o derecha, pero que terminan mal”.
No más culto personal
Siguiendo lo establecido por un decreto firmado el lunes por la actual mandataria, el estadio es uno de los muchos recintos que desde este mes dejarán de llevar el nombre del exmandatario para evitar un culto hacia él.
Según Áñez, Morales habría utilizado el deporte como un arma para estar en campaña de manera continua.
En el 2007, Morales inició un programa social que denominó “Bolivia Cambia, Evo Cumple”, financiado por donaciones del entonces presidente venezolano Hugo Chávez, y que luego mantuvo con recursos estatales. Con ese dinero, Morales -aficionado del fútbol- financió canchas con césped sintético a las que luego se sumaron polideportivos, escuelas, hospitales. También dio pie a los programas deportivos juveniles “Plurinacionales Evo Morales”.
“Nosotros queremos ir contra la idolatría a Morales”, manifestó el ministro Navarro. “Él fue un corrupto, un dictador, los campos deportivos no pueden llevar el nombre de alguien así”.
Agregó que a partir de ahora los campos deportivos “ya no se utilizarán para eventos políticos o proclamaciones” porque Morales habría usado el deporte para poder llegar a diferentes sectores y “beneficiarse políticamente a sí mismo”.
Medidas como esta han sido bien recibidas entre algunos críticos de Morales, pero entre sus simpatizantes su recuerdo y su legado sigue firme. En El Alto, ciudad vecina a La Paz, rechazan estas acciones.
“Yo no estoy de acuerdo con que se cambie el nombre porque al final el nombre no le hace daño a nadie”, argumentó Robin Higueras, quien entrena a un grupo de jóvenes fútbol en el recinto deportivo -que la mayoría de los bolivianos conocen como “Ciudad Satélite”, obviando el nombre de Morales- .
Por su parte, Bertha Quispe, vecina de un barrio pobre, donde se encuentra una cancha con césped sintético, tampoco se mostró de acuerdo. “A mí no me parece perfecto, no tiene ningún sentido... ese no es su rol”.
Durante su mandato, Morales acudía personalmente a inaugurar los escenarios jugando un partido de fútbol en contra de las autoridades locales. Solía usar el número 10 y hacía de su equipo de seguridad personal un equipo difícil de vencer. En el 2008, jugó en el estadio Hernando Siles junto al astro argentino Diego Armando Maradona y otras figuras.
Al enterarse de lo ocurrido en el estadio de Cochabamba, Morales tuiteó: “Cuando destruyen el busto con mi imagen, quieren hacer desaparecer al movimiento indígena popular”.
Cuando destruyen el busto con mi imagen, quieren hacer desaparecer al movimiento indígena popular. No lo hacen con las imágenes del dictador Banzer o del neoliberal Víctor Paz.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) January 14, 2020
El exmandatario está actualmente refugiado en Argentina.
Con el mismo ímpetu que ahora pone su sucesora en borrar su imagen, durante sus gestiones Morales hizo todo por colarse hasta los rincones más insospechados de los hogares bolivianos. Aún hoy pueden conseguirse paquetes de sal en los que aparece su fotografía y hubo otros productos comestibles que llegaban hasta las manos de madres que recibían alimentos gratuitos.
Por eso, las medidas de Áñez no acaban en los estadios: según el ministro Navarro, se ordenó que su imagen tampoco esté en computadoras que se les entregaba a los profesores ni en la ropa deportiva de los juegos juveniles. El decreto se extiende a todos los ámbitos del Estado y prohíbe el uso de la imagen de altas autoridades en obras y líneas gráficas institucionales.
“Los seguidores de Evo Morales tenían que adularlo, amarrarle los guatos (agujetas) de sus zapatos, buscarle diversión para sus tiempos libres, escribir canciones e himnos para su regocijo”, criticó. “Tengo certeza que con este decreto vamos a frenar el culto a la personalidad”, declaró Áñez.
En el 2018, en su informe presidencial, el entonces mandatario afirmó que en diez años del programa “Bolivia Cambia, Evo Cumple” construyó 1.763 campos deportivos con una inversión de 6,353 millones de bolivianos ($912,7 millones). Varias de estas obras no se usan y están deterioradas, explicó Navarro.