Manila. El presidente Rodrigo Duterte se perfilaba este martes como el ganador en las elecciones de medio mandato en Filipinas, según los primeros resultados oficiosos, lo que podría permitirle sacar adelante proyectos controvertidos como la reinstauración de la pena de muerte o la reforma de la Constitución.
Según cifras publicadas por el PPCRV, un organismo católico acreditado por el gobierno para contar los votos, con el 94% de los sufragios escrutados, los candidatos del bando de Duterte ganarían nueve de los 12 escaños en juego en el Senado.
Entre los que parecían en cabeza estaba el exjefe de la Policía Nacional Ronald de la Rosa, quien aplicó la campaña antidroga del presidente, una iniciativa que ha dejado miles de sospechosos muertos y atraído condenas internacionales.
También se espera que los tres hijos de Duterte ganen los puestos a alcalde, vicealcalde y un puesto del Congreso en representación de su ciudad natal, Davao, en el sur del país. El mandatario, de 74 años, se labró una reputación como un alcalde estricto que perseguía drogadictos y delincuentes en una motocicleta Harley Davidson.
“Sin duda, la magia de Duterte marcó la diferencia”, comentó el portavoz presidencial, Salvador Panelo, en una rueda de prensa.
Más de 18.000 cargos públicos estaban en juego en estos comicios, incluyendo la mitad de los escaños del Senado, una institución que tuvo un papel crucial en los últimos tres años para bloquear algunas de las iniciativas más polémicas del otrora alcalde de Davao, la gran ciudad del sur.
Con todo, la Comisión Electoral declaró que los primeros resultados oficiales llegarían el martes por la tarde como muy pronto. El anuncio de los resultados finales podría tardar días.
Elegido en el 2016, Duterte ha sido objeto de críticas por parte de los países occidentales por sus políticas violentas para combatir el tráfico de drogas y, a veces, incluso groseras.
Pero sigue siendo muy popular en el archipiélago, sobre todo por su modo de hablar, sin tapujos, y una parte de los filipinos aún lo ve como un recurso creíble frente a la ineficacia de la que acusan a las élites políticas tradicionales.
Duterte se comprometió a restablecer la pena capital por crímenes relacionados con el narcotráfico en el marco de su feroz campaña contra los estupefacientes, en la que miles de presuntos traficantes y consumidores perdieron la vida.
"Si está de acuerdo conmigo, entonces puede votar por mis candidatos", dijo Duterte, quien no está en las listas electorales, tras votar.
“Si me repudian con la pérdida de todos mis candidatos ... eso es todo”, agregó.
El programa de firmeza contra la criminalidad de Duterte fue fundamental para su victoria en las elecciones presidenciales del 2016. Ahora, espera bajar la edad de responsabilidad penal de los 15 a los 12 años.
En total, 61 millones de filipinos estaban llamados a las urnas.
"Voté por muchos candidatos apoyados por el presidente Duterte porque su gobierno hace su trabajo", explicó a la AFP Myrna Cruz, de 51 años, al salir del colegio electoral.
"Apoyo su programa, y sobre todo su campaña anti-drogas. Pero espero que cese el baño de sangre", agregó.
Históricamente, los 24 miembros del Senado filipinos, elegidos por seis años, siempre han mostrado independencia de sus colegas de la cámara baja.
Obtener la mayoría en el Senado, algo imposible para Duterte según los institutos de sondeos, facilitaría indiscutiblemente la tarea del presidente, que tendría total libertad para hacer cuanto quisiera en materia de seguridad y de reforma constitucional.
La oposición advirtió reiteradamente que Duterte podría abolir el límite constitucional actual de mandatos, que es de uno único de seis años en el caso del presidente.
Cualquier reforma constitucional requiere del visto bueno del Congreso y de una aprobación por referéndum.
El restablecimiento de la pena de muerte y la reforma constitucional fueron aprobados sin problemas por la Cámara de Representantes desde el 2016, pero hasta la fecha se toparon con el veto del Senado.
La pena de muerte fue abolida en 1987 en Filipinas, antes de ser reinstaurada seis años después y abolida nuevamente en el 2006, tras una larga campaña de la Iglesia católica, que cuenta con 80% de fieles en el archipiélago.
Muchos filipinos parecen más abiertos al autoritarismo debido a los fracasos de líderes progresistas que procedían de clanes políticos bien establecidos.
Esa actitud ha permitido el regreso a la política de la familia del fallecido dictador Ferdinand Marcos. Una de sus hijas, Imee Marcos, quien tuvo el respaldo de Duterte y que a juzgar por los resultados extraoficiales parecía haber ganado su escaño al Senado.