Daniel Ortega descarta adelantar elecciones en Nicaragua pese a presiones de la oposición

Ola de violencia suma más de 230 muertos en tres meses. Mandatario suma su tercer periodo consecutivo desde el año 2007.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Managua. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, descartó este sábado un adelanto de elecciones como exigen sus opositores en manifestaciones que realizan desde hace casi tres meses, en medio de una ola de violencia que deja más de 230 muertos.

"Aquí las reglas las pone la Constitución de la República a través del pueblo, las reglas no pueden venir a cambiarlas de la noche a la mañana simplemente porque se le ocurrió a un grupo de golpistas", dijo Ortega ante una multitudinaria marcha de seguidores en el oeste de Managua.

El mandatario, quien no aparecía en público desde el pasado 30 de mayo, aseguró que si "los golpistas" –como llama a un movimiento opositor que exige su salida del poder– "quieren llegar al gobierno, que busquen el voto del pueblo".

"Ya veremos si el pueblo le va a dar el voto a los golpistas que han provocado tanta destrucción en estas semanas. Ya habrá tiempo para las elecciones. Todo tiene su tiempo", dijo el mandatario junto a su esposa Rosario Murillo, desde una tarima en la rotonda que lleva el nombre del fallecido líder socialista venezolano Hugo Chávez.

Los opositores acusan a Ortega, quien gobierna desde 2007 por tercer periodo consecutivo, de instaurar con Murillo una dictadura marcada por la corrupción y el nepotismo.

"Los sembradores de la cizaña están sembrando tácticas terroristas para asesinar a sus hermanos nicaragüenses", denunció el gobernante de 72 años, al calificarlos de "vándalos" y "bandas de delincuentes".

Ante la manifestación del gobierno, la opositora Alianza Cívica por la Democracia y la Justicia –integrada por sectores de la sociedad civil– aplazó para el próximo jueves una marcha que tenía prevista este sábado.

A fin de aumentar la presión contra Ortega, la Alianza convocó a un paro nacional de labores el 13 de julio, el segundo convocado en medio de la crisis, luego del realizado el 14 de junio con gran acogida de empleados y trabajadores.

"íAbajo los golpistas!", "íNi un paso atrás!", ”íSe queda, mi comandante se queda!, "Queremos la paz", gritaban los seguidores de Ortega, ondeando banderas del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).

"Soy una mujer revolucionaria y estoy defendiendo a mi patria de la derecha golpista y sus vándalos. Los sandinistas somos pacifistas, pero si nos buscan nos van a encontrar. Ellos son los violentos y le achacan al gobierno los muertos", dijo Martha Candray, exmilitar de 57 años.

Ortega, exguerillero sandinista de 72 años, gobernó Nicaragua por una década tras el triunfo de la insurrección popular que, comandada por el FSLN, derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.

En otras ciudades también se efectuaron marchas. Previo a la caminata de seguidores del FSLN este sábado, policías y paramilitares incursionaron violentamente el jueves en el poblado indígena de Sutiaba, en la occidental ciudad de León, dejando tres muertos y decenas de heridos y detenidos.

En la sureña ciudad de Masaya, la más rebelde del país y donde aún hay barricadas colocadas por los manifestantes, opositores marcharon contra Ortega llevando banderas de Nicaragua hacia el combativo barrio Monimbó.

“Querían silenciarnos, pero aquí está el pueblo exigiéndole que se vaya”, dijo encabezando la marcha el líder estudiantil Yubrank Suazo, a quien esta semana seguidores de Ortega le quemaron su casa, según denunció.

Hombres vestidos de civil encapuchados y fuertemente armados patrullan con policías y antimotines varias ciudades, levantando las barricadas de adoquines que construyeron los manifestantes. Grupos de derechos humanos les atribuyen la mayor responsabilidad de la violencia.

“Su caída es cuestión de tiempo. Estamos en el inicio del fin del orteguismo”, estimó el sociólogo Oscar René Vargas, para quien la gran pregunta es “cómo y cuándo, de forma adelantada, pacífica y ordenada, lenta o violenta”.

En tanto, la crisis económica es cada vez más crítica. Más de 200.000 empleos se han perdido y el Banco Central rebajó el cálculo de crecimiento de 4,9% a 1%. “Es el talón de Aquiles del gobierno”, apuntó Vargas, también economista.

Estados Unidos, principal socio comercial de Nicaragua, ha sancionado a tres altos allegados de Ortega y a un funcionario de la Policía, acusándolos de violaciones a derechos humanos y otros delitos. Ortega no se refirió a esas medidas en su discurso.