A la pregunta: “¿No está la Iglesia Católica fundamentalmente en contra de la utilización de los preservativos?”. El Sumo Pontífice responde: “En algunos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio, (el uso del preservativo) puede incluso ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, vivida de otro modo”.
Hasta ahora el Vaticano había prohibido toda forma de contracepción, aparte de la abstinencia sexual, para prevenir las enfermedades de transmisión sexual.
En marzo del 2009, Benedicto XVI había provocado una gran polémica, al declarar, durante un viaje a Camerún y Angola, que el uso de preservativos “agrava” el problema del sida, una pandemia devastadora en África.
En este libro de entrevistas, escrito por un periodista alemán, titulado
El Sumo Pontífice considera que “puede ser un primer paso hacia una moralización, un inicio de responsabilidad que permita tomar de nuevo conciencia de que no todo está permitido, que no se puede hacer todo lo que uno quiere”.
Pese a abrir una brecha en el discurso tradicional de la Iglesia Católica, recuerda que para el Vaticano el preservativo “no es, verdaderamente, la forma de acabar con el mal de la infección por VIH” (virus de inmunodeficiencia humana).
“Polarizarse en torno al preservativo significa una banalización del sexo, y ese es exactamente el peligro, que mucha gente considere el sexo no como una expresión de su amor, sino como una especie de droga, que se administran a sí mismos”, añadió.
En cuanto a los escándalos de pedofilia en los que están implicados numerosos sacerdotes católicos, Benedicto XVI, de 83 años, reconoce que la amplitud del escándalo fue para él “un choque inaudito”. No obstante, descarta dimitir.
Respecto al islam, defiende un diálogo sincero. “Es importante que nos mantengamos intensamente en contacto con todas las fuerzas musulmanas abiertas al diálogo, para que puedan producirse cambios, ahí donde el islam relaciona verdad y violencia”, declara.
Por otro lado, advierte del riesgo de un cisma en la Iglesia, y rechaza de momento la idea de un Concilio Vaticano III.